Solo tú...

CAP II

Desperté en una inmensa habitación que definitivamente no era la mía.

Estaba acostada, me levanté a explorar todo el cuarto, este destellaba por su blanco, con adornos lujosos, mesas de cristal y lo que parecía ser el baño que era grande por igual, volteé para encontrarme con una gran ventana que dirigía hacia un jardín, el que parecía ser de una mansión, distraída y con la respiración agitada, apunto de recibir un ataque de pánico, vi entrar a un hombre el cual reconocí de inmediato, era Tom.

 

-Pero que carajos Tom, ¡sacame de aquí!-grité pegando en su pecho lo más fuerte que podía, este no se movió, solo me miró fijamente para después decir:

-Hasta que despertó, el jefe tiene muchas ansias de hablar con usted, la está esperando abajo.

 

Espera, ¿jefe?

 

Me miró esperando que obedeciera sus ordenes y saliese por la puerta a lo cual me rehuse, este me observo fijamente de nuevo hasta que accedí, no me quedaba de otra, quiero saber quien es el maldito responsable de que yo este aquí.

-Te estuve esperando, eres una dormilona, soy Jordan Wells, un gusto preciosa-Soltó el hombre que estaba sentado frente a mi en una gran sala que parecía ser su oficina–

 

Empecé a analizar aquel hombre de pies a cabeza, su cabello era negro un poco alborotado, su piel tan blanca y a la vista suave, sus ojos completamente negros pero aún haciendo notar su mirada penetrante, la poco delgada comisura de sus labios, se veían tan carnosos y suaves, vestía de traje súper elegante el cual solo hacia resaltar sus grandes muslos y sus brazos tan bien trabajados, este se removió de la silla para acercarse a mi, me jaló del brazo haciendome sentar en una de sus dos sillas que permanecían frente a su escritorio.

Bajé la mirada hacia el papel que estaba a mi frente, lo leí lo mas recatada posible de cada detalle… era una maldita acta de matrimonio, ¿pero que carajos quería este loco?, no fue tanto lo sorprendida que estaba hasta que vi nuestras firmas al final de aquella pagina.

 

-Que carajos… ¿cuando firme esto?-pregunté confundida, que yo recuerde, jamás me casé con un maldito loco-

-Estuviste inconsciente 1 día por lo que Tom te hizo consumir en tu almuerzo…

-¡¿Pero como tienes mi firma?!-

-Desde que te vi, no he podido sacarte de mi cabeza, necesitaba tenerte y sentir que fueses mía, solo mía, me cansé de solo observarte y…te traje conmigo, sé absolutamente todo sobre ti cariño, sé que vives con una compañera de la que no sabes nada, estás sola, te mudaste cuando tus papas murieron a tus 16 años desde entonces son pocas amigas las que te quedan, ahora estas aquí, la que es nuestra casa así que tienes que seguir mis ordenes y hacer lo que yo te diga.-Lo dijo, como si estuviese hablando de tomar café una mañana-

 

Sentí una fuerte punzada de dolor, desde el punto de vista de todo lo que este hombre me dijo, vaya que mi vida era muy triste…y aun que fuese así, tenia que encontrar la manera de salir de aquí, no me iba a rendir tan fácil.

 

-ESTAS LOCO-grité-

-Un poco, solo por ti…

-¿donde estamos?

-Los Angeles, mi casa.

-¿por que me trajiste? ¿para que? ¿que diablos quieres de mi?

-Muchas preguntas, Tom, llevala a su recamara.

-¡Eres un imbécil!.-bufé por ultimo antes de salir de aquella oficina-

 

Al llegar me di cuenta que olía muy mal, me dirigí a la ducha, después de mi baño lleno de planes de como escaparía de aquí, mi ropa ya no estaba, lo único que estaba en la cama era un conjunto de encaje negro…una maldita lencería, o como les digo yo, un trapo con nudos.

 

No me pondré esto.

 

-¿Por que aún no estas vestida?-pregunto Jordan, ni si quiera me había percatado que el estaba ahí, observando la cara de espanto que tenia-

-No me lo pondré -solté desafiandolo, esperando que este aceptara y me trajera ropa decente-

-Entonces, estarás desnuda solo para mi…

-No me desnudaré para ti-Bufé, ¿este tipo quien diablos se creía?

-¿estás segura?-empezó acercarse a mi con una mirada lujuriosa, se veía excitado y eso era peligroso para mi…-

 

Empezó a rozar mi abdomen con sus dedos, mi piel se erizo como por arte de magia, mi respiración agitada era más que notable, intentaba moverme pero no podía, estaba inmóvil ante sus manos, empezó a bajar su mano hasta que reaccione…

-¿quien diablos te crees para tocarme así?-dije quitando sus manos de mi, me sentía como una estúpida al dejarme-

-Eres mi esposa…

-NO SOY TU ESPOSA-dije casi gritando-me tienes aquí secuestrada, no tienes derecho a tocarme como se te de la gana, no me gustó…-muy enfurecida y al momento confundida por que este me miraba sonriendo-

-Eso no es lo que parece-soltó tocando mi rostro, mis mejías empezaron arder, diablos, me estaba poniendo como un tomate humano- Siempre lo has sido.




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