Sólo Tú.

Capítulo 8

Capítulo 8

Cameron

 

Me paso la mano por el cabello por quinta vez con frustración. En la última media hora no he podido aprender nada del libro que tengo en frente.

No puedo concentrarme y es frustrante.

Levanto la vista del libro y observo mi entorno. Estoy en la biblioteca, hay varias personas repartidas en las mesas estudiando, tecleando en sus computadoras o leyendo libros. Maldigo a todos, porque ellos perecen entender mejor que yo lo que están estudiando, analizando… o lo que sea estén haciendo aquí.

Resoplo y vuelvo a concentrarme en mi libro.

Leo un párrafo, esperando que algo de él entre en mi cerebro, pero me doy por vencido y lo empujo lejos de mí.

—¿Qué te hizo ese libro para que lo trates de esa forma?

Levanto la cabeza de golpe al escuchar esa voz.

Una Blake sonriente se sienta delante de mí.

—Nada en especial —respondo—, solo no quiere entrar en mi cabeza.

Ella sonríe un poco más y se inclina sobre la mesa, haciendo que su corto cabello se deslice hacia adelante y que sus senos se asomen en su escote

—Estoy segura que no es su culpa —me sigue el juego.

—No, pero no hay otra cosa con la qué pagar mi frustración. —Apoyo la espalda en el respaldo de la silla y le sonrío de vuelta.

—Eso es injusto. —Hace una mueca de molestia, aunque su sonrisa persiste.

—Así es la vida.

Su sonrisa se va haciendo más pequeña luego de mi comentario y tarda unos segundos más en contestar.

—Sí, así es la vida. —Baja la cabeza y observa sus manos entrelazadas sobre la mesa.

Su voz es de molestia y resignación pura y quiero patearme por decir algo tan inoportuno. Lo dije en broma, pero, por la situación en la que está Blake, no le sonó como una broma. Al contrario, parece como un recordatorio de lo injusta que es la vida con algunas personas.

—¿Cómo se encuentra tu madre? —pregunto, bajando la voz mientras me inclino sobre la mesa para que pueda escucharme.

—Está mejor. —Su voz toma un tono sombrío y sus ojos se oscurecen ante la mención de su madre—. Lo mejor que puede estar, claro.

—Lo siento mucho, Blake. —Levanta la mirada y me da una sonrisa triste.

—Gracias, Cam —dice sincera—. Por todo.

Le sonrío, sabiendo que no me agradece por compadecerla, sino por haberla ayudado con su madre aquel día.

—No fue na… —empiezo a decir.

—Sí que fue algo —me interrumpe—. Si tú no hubieses aparecido, mi mamá se me habría resbalado de las manos y capaz que hubiese chocado de camino al hospital.

—No exageres.

—No es exageración.

Sostengo su mirada, incapaz de hacer otra cosa sino pensar en lo hermosos que son sus ojos. Fácilmente puedes perderte en ellos todo el día y no te darías cuenta de lo que pasa en tu entorno. Son tan azules que me recuerdan al mar, a las profundidades del mar. Recuerdo que una vez, para unas vacaciones, mis padres, mis tíos, Jordan y yo fuimos a Hawái y un día decidimos ir a bucear. Nadamos hasta una parte profunda y allí el azul era más oscuro que en la superficie. Los ojos de Blake me recuerdan esa parte del océano. No tan profundo para ser muy oscuro, pero lo suficiente como para atraparte en su belleza.

No sé por cuanto tiempo me le quedo mirando como bobo, pero ella de repente aparta la mirada y comienza a buscar algo en su bolso, saca su teléfono, lo mira por un momento y luego lo guarda de nuevo.

—¿Harás algo este sábado? —Me sonríe, la tristeza de hace un minuto desapareciendo.

—No lo creo —digo lentamente. Ella sonríe aún más.

—¿Quieres venir conmigo a una fiesta?

Me quedo de piedra con su pregunta y creo que en cualquier momento todos van a saltar detrás de ella y van a gritar “¡Caíste!”.

—¿Fiesta? —repito incrédulo.

—Ajá.

Baja la cabeza y se quita una pelusa invisible de su pantalón.

—¿Dónde? —Sigo sin creerme del todo lo que estoy escuchando. ¿Mis oídos me están jugando una broma?

—En casa de una amiga. —Se agarra las manos y vuelve a mirarme—. También viene a esta universidad. Se llama Layla, Layla Welch.

—¿Layla Welch? —Arrugo la frente un poco desorientado—. ¿No es ella la que tiene un novio matón?

—Fred no es un matón —dice, rodando los ojos—, solo le gusta frecuentar sitios peligrosos.

—Eso es casi lo mismo.

—No es lo mismo. —Su voz se endurece y sé que he tocado un nervio sensible—. Yo frecuento esos lugares y no soy una matona.

—¿Te olvidas que te vi golpear a un hombre?

—¿Eso que tiene que ver? .—Parece genuinamente ofendida; sacude su cabeza y me da una mirada seria—. ¿Vas a venir o no?

Me lo pienso por un momento. He escuchado acerca de esas fiestas y tienen la reputación de ser alocadas y peligrosas. Son algo así como las peleas a las que fui el día que conocí a Blake, solo que sin apuestas, porque también han de haber peleas. No estoy seguro de ir a un sitio como ese, no es mi zona. Además, me prometí no ir de nuevo a esas peleas. Ir a esta fiesta sería como ir a una de esas peleas de nuevo y estaré rompiendo la promesa que me hice a mí mismo.



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En el texto hay: amigos, romance, amor

Editado: 15.02.2022

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