Capítulo 11
Blake
Soy una perra total y lo sé.
Mi plan no fue como yo pensé que iría. Yo no quería enrollarme con Alex, yo lo que quería era emborracharme y hacer el ridículo con alguien que estuviera allí, demostrarle a Cam que soy como los que estaban ahí. Por supuesto, no fumo marihuana ni sustancias ilícitas, pero vendo ambas cosas y me gusta beber alcohol.
Las cosas se fueron al caño en el momento en el que lo alejé de la fiesta y pasé un tiempo a solas con él. Me sentí tan bien con él. Por primera vez en mucho tiempo hablé con alguien que no es Alex, Kurt, Bianca o mi mamá y sentí que no me juzgaba. A lo largo de los años que llevo en la universidad nunca he podido entablar una conversación verdadera con alguien sin que me mire con miedo o desprecio. Puede que tenga muchos clientes, pero todos ellos, a pesar de consumir cualquier tipo de droga, se creen mejor porque, ante los demás son buenas personas, ellos son personas de bien. Pero a mí, a mi hermano y a Alex nos tratan como basura, porque puede ser un delito consumir sustancias, pero venderlas es mucho peor a los ojos de los demás. Somos los culpables de que los que consumen, lo hagan. Por eso, cuando Cam, un hombre de conducta intachable, habló conmigo y me miró como si fuera una persona normal y no una paria, perdí mi rumbo.
Sin embargo, eso no es lo que me espantó. Es el hecho de que dijo que yo soy “impresionante” lo que me llegó. Ahí estaba yo, en medio de una treta para mandarlo lejos de mí y el dice que soy “impresionante”. Fue en ese momento en el que supe que tenía que parar todo y lo mejor para hacerlo era besar a Alex frente a él.
Lo peor de todo es que cuando lo vi irse, me arrepentí de lo que hice. Quise seguirlo, pero luego decidí que era mejor dejarlo ir. Cumplí con lo que quería y eso es lo que importa.
Jordan también me vio con Alex y me dejó claro con una mirada que estaba enojada conmigo, y en ese momento sentí, por segunda vez en la misma noche, algo que me estuvo carcomiendo toda la semana: culpa.
Culpa pura y sin alterar.
El lunes por la mañana, voy camino a mi segunda clase cuando veo a Jordan y Cam cruzar en la esquina. ¡Oh, por Dios, me iba a cruzar con ellos frente a frente!. Pienso en las posibilidades que tengo de escapar.
Posibilidad n° 1: volver por dónde venía y esperar a que sigan de largo.
Posibilidad n° 2: entrar en el baño que está un poco más allá.
Posibilidad n° 3: seguir caminando y rogar a los ángeles que me ignoren.
Mientras pienso mis posibilidades, ellos me ven y es imposible llevar a cabo cualquiera de mis planes anteriores. Aunque siempre podía entrar al baño y esconderme.
¿En qué demonios estoy pensando? No puedo amilanarme ahora y esta es una buena manera de demostrar que no estoy arrepentida de lo que hice –aunque sí lo estoy–. Así que levanto la cabeza y camino recta hacia ellos.
Paso por su lado y ninguno de ellos me detiene. Bien, mi plan de alejarlos funcionó. Debo estar feliz, entonces, ¿por qué me siento como una mierda?
A la hora del almuerzo, me encuentro sola en la mesa de la cafetería. No tengo idea de donde pueden estar Alex y Kurt, no los he visto desde la mañana en el estacionamiento. He evitado las conversaciones extensas con mi hermano porque sé que en algún momento va a preguntar sobre lo que pasó el sábado. Él no preguntó porqué invité a Cam, Jordan y Liam a la fiesta, no porque no quisiera saber, sino porque le dije que no se metiera en mis asuntos. Sin embargo, al ser testigo ocular de lo que hice esa noche, su curiosidad va a ganar la batalla y me va a someter a un tercer grado para saber qué es lo que tengo en la cabeza. Así que, como no quiero hablar de ello, lo estoy evitando.
—Tu hermano es un idiota —gruñe Bianca, dejándose caer en la silla a mi lado.
—Cuéntame algo que no sepa —digo sin emoción. No me extrañan nada sus peleas—. ¿Qué hizo ahora?
—Se la pasa todo el día encima de mí —responde molesta.
—Antes no te molestaba, ¿por qué ahora sí lo hace?
—Me llama a cada hora —enumera—, quiere saber dónde estoy, qué hago, porqué lo hago, dice que no puedo ir sola por ahí, que debo andar pendiente de cualquier detalle e informarle. —Se detiene a respirar profundo y luego me mira—. ¡No lo soporto!
—Deberías estar feliz —sonrío con sorna—, por lo menos sabes que no anda con otras chicas en este momento.
Me mira seria.
—No estoy bromeando —riñe, arrugando la frente. Yo dejo de sonreír.
—Solo está preocupado por ti, B.
—Pues no quiero que se preocupe por mí. —Eleva la voz, atrayendo la atención de los que están en las mesas más cercanas—. Yo puedo resolver esto sola.
Hecha un vendaval, se aleja mientras yo la observo irse, preocupada por su actitud ante este lío.
Una vez termino mi almuerzo, voy al baño.
Pongo mi bolso sobre la encimera y me miro al espejo. La chica que me devuelve la mirada parece haber envejecido desde la última vez que me vi en un espejo, hacía tan solo unas horas. Ahora no solo es mi madre la que está en peligro, Bianca también y no puedo dejar de pensar que ha sido mi culpa. Y a eso hay que sumarle el remordimiento que estoy sintiendo por lo que le hice a Cam.