Capítulo 17
Blake
Los amigos más cercanos de Kurt y Jordan van llegando poco a poco al apartamento de Cam esa noche de sábado. Planificamos la fiesta para que transcurriera en medio de ambos cumpleaños; hoy, 11 de octubre, es el cumpleaños de Jordan y cuando el reloj marque las doce será el cumpleaños de Kurt.
No fue difícil planificar la fiesta, Alex se hizo cargo del alcohol, mamá y yo hicimos el pastel y Cam puso el lugar. No hicimos decoraciones ni nada por el estilo porque no es lo mío y Cam y Alex no se creyeron capaces de lograrlo.
—¡Hey, feliz cumpleaños! —le grito a Jordan cuando al fin la veo, parada junto a Liam.
Hace media hora que la fiesta inició y no he tenido un momento con ninguno de los festejamos.
—¡Gracias, Blake! —Suelta la mano de su novio para darme un abrazo apretado—. Y gracias por la fiesta.
Hago un gesto con la mano, restándole importancia al asunto.
—No fue nada, linda. —Miro detrás de ella a Liam y hago un movimiento con la cabeza en forma de saludo—. Que bueno verlo por aquí, Sr. Prescot.
Liam suelta una carcajada. No lo llamo por su apellido jugando con él, lo llamé por su apellido de una forma irónica, porque el idiota no es ningún señor, y él lo sabe, me lo demuestra la mirada de advertencia que me manda cuando deja de reír.
—Lo mismo digo, Srta. Hale.
Le doy una sonrisa falsa, que espero Jordan no note, y la miro de nuevo.
—Voy a buscar a mi hermano, nos vemos luego.
Con una última mirada hacia Liam, me alejo de ellos. El sujeto se cree que está por encima de nosotros cuando la realidad es que es un ser horrible y sin moral. No es asunto mío lo que haga con su vida, solo odio la mirada de superioridad con la me mira o a mi hermano y a Alex. Es un verdadero idiota.
Busco a Kurt por todo el lugar sin tener éxito. En su lugar, veo a Alex con una chica sentada encima, besándola como si su vida dependiera de ello. Hago una mueca. Alex puede llegar a ser un regalado, no elige bien a quien llevarse a la cama. A las pruebas me remito, la chica a la que le está chupando la cara tiene novio y él ni se inmuta.
Él deja de besar a la chica y me ve a través de las personas que se interponen entre nosotros. Me sonríe y menea las cejas a lo que yo le respondo negando con la cabeza.
Doy media vuelta justa a tiempo para ver a mi hermano entrar a la sala, con Bianca de la mano. Sonrío. Ya era hora de que se arreglaran, aunque su felicidad, puedo apostar todos mis ahorros, no va durar mucho.
Sacudo la cabeza, alejando esos pensamientos y enviando mis mejores deseos a esta relación.
Regreso a la cocina con la intención de conseguir un trago y buscar a Cam, pero me detengo abruptamente a ver la escena desarrollándose frente a mí. Un castaña de baja estatura y de senos y trasero de silicona, está toda sobre Cam, sonriendo de forma sugestiva, y aunque Cam tiene una expresión de incomodidad en el rostro, la chica no se aparta. Respiro profundo y espero a que él se la quite de encima, pero no es lo suficientemente rápido para mi gusto, por lo que tomo el asunto en mis manos.
Iracunda, camino a paso rápido hacia ellos, y no le doy tiempo a la chica de reaccionar cuando la tomo del hombro, alejando su cuerpo del de Cam, y le suelto un golpe en el ojo, errando por completo de mi verdadero objetivo que es la nariz pequeña, perfecta y respingona que tiene.
El alarido de la chica detiene todo, incluso la música se apaga, y todos se giran a ver.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —chilla ella.
—Eso es para que no te le vuelvas a acercar a Cam en tu vida —le siseo.
El mencionado me toma del brazo y me arrastra pasillo abajo hacia su habitación. Cierra de un portazo y se gira a verme molesto.
—¿Estás loca, Blake? —grita—. ¿Por qué la golpeaste?
—¡Porque estaba toda sobre ti! —grito de vuelta.
—Las cosas no se resuelven a los golpes, Blake —dice, su voz dura, al igual que su mirada.
—Bueno, las cosas se habrían resuelto de una manera pacífica si te la hubieses quitado de encima.
Cam enarca las cejas.
—¿Me estás echando la culpa de tu arrebato? —pregunta incrédulo.
—Si.
Aparto la mirada.
—Eres impresionante.
Cam ríe, su risa sin un poco de felicidad.
—Creo haber dicho en nuestros encuentros anteriores que no soy nada impresionante —comento.
Lo miro de nuevo y lo encuentro con los dedos índice y pulgar el tabique de su nariz, respirando profundo.
—Por alguna extraña razón no puedo estar molesto contigo por demasiado tiempo. —Suspira—. Aunque ni siquiera se te ve arrepentida.
—No lo estoy —aclaro.
—Lo sé, no hace falta que me lo digas.
Mira hacia arriba y veo a sus labios moverse en una oración silenciosa. Luego, soltando otro suspiro, me mira.