Sólo Tú.

Capítulo 28

Capítulo 28

Cameron

 

El que no responda no me desalienta, al contrario, me anima. Blake no es de las que se calla cuando algo no le parece. Anteriormente, cuando le decía algo cursi, ella respondía al instante, aclarando la naturaleza de nuestra relación. Que no lo haga en este momento significa que, en el fondo, está de acuerdo.

—¿Comemos?

Ella asiente.

Destapo primero su plato, revelando el arroz con pollo que pasé toda la tarde preparando.

—Vaya. —Se acerca y huele el arroz por encima—. Huele bien.

—Esperemos que sepa bien también —murmuro, levantando la tapa de mi plato.

Toma el tenedor y se lleva un bocado de arroz a la boca. Mastica lento y yo espero que diga que tal está.

—¿Lo hiciste tú? —cuestiona cuando traga.

—Si.

Arquea las cejas.

—Está bueno.

Suelto la respiración que estaba conteniendo.

—Excelente, no quería matarnos con una intoxicación por alimentos mal preparados.

Blake ríe.

—¿Cómo se te ocurrió esta idea? —Señala nuestro entorno con la mano libre.

—En realidad, fue idea de Jordan. —Tomo un sorbo de vino—. Mi idea consistía en llevarte a cenar a un restaurante elegante y luego nos iba a llevar a ver las vistas del lago desde el auto.

—También era buena idea.

—Sí, pero no tan buena como la de Jordan. Ella me dijo que organizara una cena en un lugar con vista al lago. Dos cosas que yo tenía en mente ella lo convirtió en una.

—¿Puedo saber cómo conseguiste este lugar?

—El propietario es amigo de mi papá.

Blake asiente y sigue comiendo.

Continuamos hablando. Ella me cuenta que hoy fue a casa de su madre y que junto a los chicos se la pasaron en grande con Lucy.

Escucharla hablar de su madre me encanta, se le iluminan los ojos cuando habla de ella; le cambia el semblante, sonríe más y habla con entusiasmo. Me gusta la persona en la que se convierte, es totalmente sincera y adopta una actitud aniñada.

En cuanto termina de hablar, es mi turno de contarle la conversación con mi madre de esa tarde y también le hago saber que mi madre quiere conocerla. De pronto, su alegría decae, suelta el tenedor y me mira con pesar.

—¿Crees que le voy a caer bien a tus padres?

Tomo su mano sobre la mesa y acaricio el dorso de esta con mi pulgar en un gesto tranquilizador.

—Mis padres no son prejuiciosos, linda —le informo—. Además, ellos confían en mi juicio. Saben que si estás conmigo es porque has de ser buena persona.

Su pesar se profundiza cuando digo la última frase.

—Pero no soy buena persona, Cam.

—Claro que eres buena persona, Blake —digo molesto—. Me enoja escucharte decir ese tipo de cosas cuando sé que en el fondo tienes un corazón hermoso. Pero lo que más me enoja es que de verdad te crees mala persona. Tú misma te has metido en la cabeza que no mereces ser feliz solo porque has tenido que hacer cosas malas para salir adelante. Hay un montón de gente que ha hecho lo que tú haces y, ¿adivina? No sienten ni el más mínimo remordimiento. —Respiro profundo, calmando mi enojo—. Mira, Blake, sé más que nadie que lo que haces no es bueno, y me aterroriza que en algún momento te descubran y te metan a la cárcel, o que en una de esas peleas alguien te haga algo. Pero también sé porqué lo haces y, aunque creo que podrías conseguir un mejor trabajo, respeto tu decisión.

—Cam… —empieza a decir, pero la interrumpo.

—No voy a permitir que nada ni nadie te menosprecie —digo con dureza—, incluyéndote.

Baja la cara sin responder. Cuando sus hombros empiezan a temblar con un llanto silencioso, me arrepiento de haber sido tan duro. Me preparo para disculparme y justo en ese momento, ella se levanta, rodea la mesa, me echa hacia atrás para sentarse en mi regazo y me abraza.

Estoy tan confundido que en un principio no reacciono, pero cuando ella me aprieta fuerte y esconde su rostro en mi cuello, levanto los brazos y la abrazo de vuelta. Permanecemos en esa posición por unos largos minutos hasta que deja de llora.

Sacando la cabeza del hueco de mi cuello, me mira.

—¿De verdad piensas eso de mí? —pregunta con voz temblorosa.

—Blake —susurro—. ¿Por qué crees que siempre vuelvo a ti? —Frunce los labios al tiempo que más lágrimas corren por sus mejillas—. Cariño, puedo ver a través de esa coraza que te rodea. Eres la persona más desinteresada que he conocido.

Un sollozo estrangulado brota de ella y cierro el espacio entre nuestros labios, tragándome su llanto. Ella me devuelve el beso con brío. Arrastro mi lengua en sus labios y puedo sentir el salado sus lágrimas hasta que ella abre la boca y choca su lengua con la mía.

Amo a esta mujer. Lo que siento ya no es un simple enamoramiento, es amor puro y real. Y ya no le asusta, de hecho, me llena de plenitud.



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En el texto hay: amigos, romance, amor

Editado: 15.02.2022

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