Sólo Tú.

Capítulo 36

Capítulo 36

Cameron

 

Llevo dando vueltas la cama desde hace dos horas y media. Se me es imposible dormir. Lo he intentado y no lo logré. Y no lo voy a lograr porque mi cerebro se niega a dejar de trabajar hasta saber de Blake.

Llámenme masoquista, lo acepto de buena gana, mi preocupación por Blake es más grande que mi orgullo y dignidad.

Veo la hora, 00:27 horas.

Ruedo de nuevo entre las sábanas, quedando boca abajo, y resoplo. Tengo sueño, estoy cansado, entonces ¿por qué mi cerebro se niega a apagarse? ¡Necesito dormir!

Gracias al cielo, Jordan ya está dormida en la habitación de invitados. Se pasó la noche pendiente de todos mis movimientos para que no llamara a Blake. Sigue diciendo que si ellos hubiesen querido decir algo con respecto a lo que harían esta noche, ya habrían llamado.

No puedo culparla por su escepticismo hacia los Hale, Kurt le hizo un daño terrible. La pobre no tiene el mismo aguante –o falta de dignidad, como quieran llamarlo– como yo. Aunque, en cierto modo, alabo que Kurt fuese sincero con ella. No dejó avanzar mucho su relación para decirle la verdad, y hay que darle mérito. ¿Qué esa verdad rompió el corazón de mi prima? Sí, pero es mejor una verdad que duele a una mentira que dolerá mucho más en el momento que se descubra.

Ruedo una vez más en la cama y pongo mis ojos fijos en el teléfono que reposa sobre la mesita de noche. Una llamada no va a matarme. Si lo pienso bien, una llamada puede ser aclaradora; si me contesta y habla conmigo es porque aún le importo, si no me contesta es porque me mandó definitivamente al carajo.

Miro la hora de nuevo. Han pasado tan solo 11 minutos desde la última vez que la vi.

Bien, voy a llamar a Blake, pero primero voy a ir a la cocina a tomar un poco de agua y en el camino voy a idear lo que le voy a decir.

Me levanto de la cama y voy a la cocina. Tomo un vaso, lo lleno de agua y me lo tomo de un trago. Cuando estoy poniendo en vaso de nuevo en la repisa, el timbre suena.

Por un segundo el miedo me embarga. Las visitas a esta hora nunca son nada bueno. ¿Y si le pasó algo a Blake?

Corro hacia la puerta y aprieto el botón.

—¿Quién es? —pregunto en el intercomunicador.

¡Cam! —responde la voz de Blake a través del aparato—. Soy yo, Blake. ¿Puedo subir?

¿Mi cerebro cansado me está jugando una broma o de verdad Blake está aquí?

No digo nada. Aprieto el botón para permitirle el paso y espero en la puerta. Pasan unos minutos hasta que unos golpes suenan. Abro lentamente y la miro.

Va vestida de fiesta, intuyo que no hace mucho que llegó de la fiesta de Billy, y no puedo evitar pensar que se ve tan caliente que me dan ganas de llevarla a mi habitación. Pero la expresión en su cara me devuelve a la tierra. La angustia es palpable alrededor de ella, con los ojos hinchados y el maquillaje corrido por las lágrimas que ha estado derramando antes de venir aquí.

—¿Qué haces aquí, Blake? —digo, tratando de sonar duro y fracasando estrepitosamente.

—¿Puedo pasar? —Suena desamparada—. Por favor.

Mi corazón casi se quiebra de nuevo al escuchar la angustia en su voz. Me hago a un lado, permitiéndole el paso, y luego cierro la puerta tratando de hacer el menor ruido posible.

Blake toma asiento en el sofá sin esperar a que yo le diga que puedo hacerlo, supongo que está cansada.

Bueno, somos dos.

—¿Quieres algo de beber? —Ella niega.

Me siento a su lado y espero a que hable.

Los minutos pasan y ella se queda ahí, viendo al vacío sin decir nada. La angustia de saber qué ocurre amenaza con sobrepasarme. Hago acopio de todo mi autocontrol y espero. No es bueno presionarla.

—Esta noche estuve en una fiesta de Billy —suelta al fin—. Alex, Kurt y yo fuimos para hablar con él.

—¿De qué? —intento sonar indiferente, y lo logro, porque ella me mira sorprendida y dolida a la vez.

—Queremos dejar de vender drogas —comenta bajito—. Mamá nos convenció de dejarlo.

Claro, su madre. Siento como si algo pincha en mi pecho al saber que no lo está haciendo por mí. Pero igual me alegra que lo haga.

—Me alegra que lo vayan a dejar.

Ella me mira y en sus ojos puedo ver que hay más que tiene que contarme.

—Las cosas salieron mal, Cam. —Un sollozo lastimero brota de ella y lágrimas se deslizan por la comisura de sus ojos—. Billy nos dejará ir solo si le entregamos a Bianca.

Se me cae el mundo a los pies. No hay posibilidad de que lo dejen. Ellos nunca van a entregar a Bianca.

La atraigo hacia mí, sin poder contenerme al verla llorar de aquella forma y al saber en la encrucijada en la que se encuentra.

—Encontrarán otra solución, Blake —digo para tranquilizarla—. Estoy seguro de eso.

Ella niega en mi pecho.

—Billy no está dispuesto a dejarnos ir tan fácil y sabe que solo a través del chantaje logrará mantenernos con él —contesta, su voz sonando amortiguada.



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En el texto hay: amigos, romance, amor

Editado: 15.02.2022

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