Capítulo 38
Blake
Alex y yo damos un grito ahogado y Kurt se queda de piedra. Billy se gira al ver nuestras expresiones y le sonríe a Bianca.
—Oh, muchacha, ven a reunirte con nosotros. —Le extiende una mano a Bianca—. Este es un momento digno de celebración.
Bianca sale del depósito y para al lado de Billy.
—Bianca —jadeo—. ¿Qué haces?
—Ella está siendo una amiga buena y vino a mí para que ustedes pudieran ser libres —informa Billy, pasando un brazo alrededor de los hombros de Bianca.
—Pues, eso no es lo que nosotros queremos —replica mi hermano con voz dura—. No hay trato, Bianca vuelve con nosotros y seguimos trabajando para ti.
Billy mira a Kurt, luego a Alex y por último a mí. Él sabe muy bien que el dinero que le debe Bianca es poco comparado con lo que lo hacemos ganar nosotros tres y su objetivo principal es que nos quedemos con él. Si lo hacemos cambiar de opinión, podremos arrancar a Bianca de garras.
—Es una propuesta tentadora —habla, llevando una mano a mejilla y rascando justo encima de la cicatriz.
—Sabes que con nosotros ganas más dinero que el que ella te debe —señala Alex, dándole voz a mis pensamientos—. Déjala libre y seguimos trabajando para ti.
—No sé, esta chica y yo ya habíamos hecho un trato.
—Cancela el trato, nosotros seguiremos trabajando para ti. —Mi hermano da un paso tentativo al frente, hacia Bianca.
Los gorilas de Billy de inmediato se interponen entre Kurt y Billy, mientras el jefe pandillero retrocede un paso, llevando a Bianca con él.
—Lo hecho está hecho, ¿cierto, querida? —Bianca asiente.
—¡No! —grito, yendo hasta el lado de mi hermano—. Por favor, Billy, volveremos a trabajar para ti, solo suéltala.
Bianca me mira alarmada y niega.
—No harán eso. —Mira a Billy—. Ya hicimos un trato, ahora haz que se vayan.
Billy le sonríe.
—Ella tiene razón, hicimos un trato y soy un hombre de palabra. —Toca el hombro del matón que tiene en frente y le asiente—. Váyanse antes de que cambie de opinión.
—¡No! —grito desesperada— ¡Bianca! ¡B! ¡No puedes hacernos esto! ¡No puedes hacerles esto a tus padres!
Uno de los tipos se me acerca y hace ademán de tomarme del brazo, yo me alejo antes de que logre agarrarme y me lanzo por su costado para ir hacia Bianca. Antes de que pueda avanzar, el tipo me rodea con un brazo y me arrastra hacia la camioneta.
Pataleando, intentó soltarme del agarre del hombre. Entonces, ocurren cuatro cosas; Alex grita para que me suelte, Kurt saca el revólver y apunta al matón, los otros gorilas sacan sus armas y apuntan a Kurt y él que me sostiene lleva la suya hasta mi sien.
—Baja el arma —ordena uno de los que apunta a mi hermano, él no se mueve, sigue apuntando hacia el que me sostiene.
—Si no bajas el arma le vuelo la cabeza —amenaza el hombre, sus palabras dichas junto mi oreja.
Terror crudo me invade. Ahora Bianca no es la única en peligro, todos estamos bajo la mira de un arma.
—Bajo el arma si la sueltas.
—No estás para hacer tratos, querido, tienes toda las de perder.
—Vamos, Danger, suéltala. —Ante la orden de Billy, Danger afloja su agarre—. Ellos se irán tranquilamente y sin hacer ninguna tontería.
Finalmente, el arma en mi cien desaparece y él hombre me empuja hacia Kurt.
—Vamos, hora de irse.
Kurt me toma con un brazo, le entrega el arma a Alex, este se la guarda en la cinturilla del pantalón y nos giramos para ir hacia la camioneta al tiempo que los hombres de Billy nos siguen de cerca. Miro por encima del hombro de Kurt y me encuentro con la mirada de Bianca. Pero no dura mucho porque el tipo que me tenía apuntada se atraviesa en el camino.
De pronto, varios autos de policía aparecen en escena y no menos de treinta uniformado bajan de los autos y apuntan hacia la entrada del depósito.
Los gorilas de Billy intentan escapar hacia el interior del lugar, pero son interceptados por policías antes de que lleguen muy lejos.
Todo ocurre muy rápido. Me suelto de Kurt y corro hacia la entrada del depósito, pero un policía me agarra de la cintura y me lleva de nuevo hacia los chicos.
—¡Suélteme! —chillo.
—Señorita, quédese aquí —sisea el policía—. No interfiera en la operación.
Me deja junto a Alex y Kurt. Estoy a punto de salir corriendo de nuevo, pero esta vez es mi hermano quien me detiene.
—Quédate aquí, Blake —gruñe, tomándome del brazo—. Todo saldrá bien, deja que hagan su trabajo.
Renuente, permanezco en mi sitio y miro hacia la entrada del depósito. Los policías tienen rodeada la entrada, dejando a Billy atrapado.
Un miedo helado me cubre, haciéndome temblar. Una persona atrapada es capaz de hacer cualquier cosa. Y esta vez no es la excepción. Billy sale del depósito, llevando a Bianca con él y apuntando directo a su cabeza.