Sólo Tú

Capítulo 40

Capítulo 40

Blake

 

La claridad del día me da en la cara, despertándome de un sueño profundo.

No sé a qué hora logré quedarme dormida, lo último que recuerdo es llorar con desesperación en mi cama. He de haberme quedado dormida en medio del llanto sin darme cuenta, mi cuerpo sucumbiendo ante el cansancio.

Escucho pasos en el pasillo mientras me incorporo. Mamá ha de estar en sus labores matutinas, o vespertinas, mejor dicho, son las 13:00 horas. ¿Por qué me habrá dejado dormir tanto? Seguro que su sexto sentido le dijo que necesitaba descansar. Aunque, ahora que lo pienso, ella también necesita descansar.

Ella y Kurt llegaron a casa media hora o cuarenta y cinco minutos después que yo. No hubo mucha interacción entre nosotros, los tres estábamos agotados, por lo que nos dimos las buenas noches –o buenas madrugadas– y nos fuimos a dormir. Bueno, yo no fui a dormir, fui a llorar en la soledad de mi cuarto.

Poniendo los pies descalzos en piso frío, y sin importarme que la baja temperatura cale en ellos, me levanto de la cama. A pasos lentos, voy hasta la ventana y descubro una ligera capa de nieve en el jardín delantero y los techos de las casa al otro lado de la calle. Segunda nevada del año –la primera fue hace unos días, el día de Acción de Gracias–, y los rayos del sol que se cuelan de entre las nubes ya la está derritiendo.

Ahora tengo una razón más para odiar el invierno. Esta maldita estación va a ser un recordatorio año tras año de la muerte Bianca.

Cierro la cortina de un tirón y me giro hacia la habitación. Ahí, en la pared sobre el escritorio, hay una cartelera de corcho donde se pueden apreciar una cantidad considerable de fotos; todas de mi adolescencia. Me acerco a ella y tomo una que está justo en el centro. Somos Alex, Kurt, Bianca y yo el día de mi cumpleaños número 16. Ese día, en lugar de hacer una fiesta, los cuatro nos fuimos al parque de diversiones que estaba en la ciudad esos días. Tengo recuerdos bonitos de ese día; mamá no estaba enferma, Kurt y Alex no trabajaban para Billy y Bianca no había fumado su primer porro.

Todo estaba bien.

Mi pecho se oprime y las lágrimas vuelven a desbordarse de mis ojos. Quiero regresar a ese día y repetirlo por la eternidad. Mis problemas habrán desaparecido y la vida sería mejor.

El mundo sería un lugar mejor.

Regreso la foto a su lugar y salgo de la habitación. Voy al baño para asearme y hacer mis necesidades. Cuando he terminado, salgo y me dirijo a la habitación de Kurt. Llamo a la puerta y entro cuando él grita que puedo pasar.

Mi hermano está sentado en la esquina de su cama, sin camisa, de frente a la ventana. Me mira sobre su hombro y hace un movimiento con la cabeza para que me acerque. Obedeciendo su petición, me siento a lado.

—¿Cómo te sientes?

—¿Física o emocionalmente? —pregunta de regreso.

—Ambas.

Suspira y acomoda su brazo herido, que tiene un cabestrillo y está vendado.

—Físicamente, el brazo no me duele, solo siento un poco de molestia en la herida. —Mira hacia la ventana—. Emocionalmente, estoy devastado, siento que me es difícil respirar y mi mente se niega a dejar de repetir su cara aterrada luego de que ese desgraciado le haya disparado.

No había pensado en eso. Los recuerdos de anoche los tengo bajo llave en un baúl.

—Aún no lo creo, sabes —comento—. Pienso que en cualquier momento me va a llamar o se va a aparecer en la puerta.

—Entiendo de lo que hablas.

Mi culpabilidad hace acto de aparición y dudo si hacerla pública en presencia de Kurt.

—¿Puedo ser sincera contigo? —tanteo.

—No tienes ni que preguntarlo.

—Siento que todo es mi culpa —admito—. De haber sido por mí, ella no estaría muerta.

Kurt levanta una ceja, interrogativo.

—¿Cómo que por ti?

—Si yo no la hubiese llevado esa primera vez a aquella fiesta, ella no habría consumido y no se habría vuelto una adicta. —Las palabras se me agolpan en la boca, ahora sin duda alguna de contarle mi pena a mi hermano—. O, tal vez, si la hubiese detenido a tiempo, si hubiese hablado con Martha y Darrel, las cosas serían distintas.

Kurt me abraza con el brazo bueno y me besa la coronilla.

—Ya no tiene importancia hablar del “y si”. —Descansa su barbilla en mi cabeza—. Sí, tal vez las cosas habrían ido de diferente manera, pero no fue así.

—No puedo evitar sentirme culpable.

—En todo caso, Blake, la culpa no es solo tuya, entonces. —Me suelta los hombros para ahora tomar mi barbilla en su mano y elevar mi cara—. Alex y yo también tendríamos culpa. Nosotros tampoco hicimos más por ayudarla.

Parpadeo las lágrimas y se deslizan por la comisura de mis ojos. Kurt las limpia con el pulgar.

>>Si te soy sincero, yo también me siento culpable, y sé que Alex también. Pero ya no tiene caso hacerlo. Lo hecho, hecho está. —Me suelta y se gira de nuevo hacia la ventana. Hago lo mismo y me encuentro con que está nevando—. Estoy tratando de no enfrascarme en eso, Blake, el dolor ya es suficiente sufrimiento.



#62 en Joven Adulto
#1750 en Novela romántica

En el texto hay: amigos, romance, amor

Editado: 15.02.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.