Sólo Tú.

Capítulo 41

Capítulo 41

Cameron

 

15 meses después.

Trato de ocultar el temblor de mis manos de Blake. Si nota mi actitud va a saber que estoy nervioso. Llevo semanas planificando este día, no quiero arruinar la sorpresa.

Abro la puerta de mi auto para ella y la cierro una vez está dentro.

Vamos, Cam, tu puedes hacer esto, me animo al tiempo que le doy vuelta al auto y subo del lado del conductor.

—Estás callado esta noche —comenta ella.

Sí, es que estoy  nervioso por la sorpresa que te tengo preparada, nada más.

—No es nada. —Me aclaro la garganta y enciendo el auto para luego ponernos en marcha.

Escucho un resoplido de su parte. Esta mujer no se aguanta nada.

—Sé que te pasa algo, Cam —refuta—. Tienes esta actitud callada y taciturna desde hace semanas.

Ah, no puedo ocultarle nada. En el tiempo que llevamos juntos se ha vuelto una experta en grabarse cada gesto que hago y asociarlo con lo que siento. Está demás decir que se ha vuelto una experta en eso, y no me quejo. Bueno, sí me quejo, en momentos como este me quejo.

—No es nada malo, linda. —Extiendo una mano y tomo la suya, entrelazando nuestros dedos.

Ella suspira.

—¿Es por lo que pasó con Alex y Jazmine? —pregunta tímida.

No puedo evitar el gruñido que sale de mí. El año pasado, a unos días de la graduación, Alex y Jaz terminaron su relación definitivamente y no fue una ruptura limpia. Alex confesó sus sentimientos a Jaz y ella le contestó de la peor manera que no sentía lo mismo. Creo que sus palabras exactas fueron: “Lo siento, Alex, contigo la paso bien, pero no siento lo mismo. Nunca podría sentir algo por alguien que no está a mi altura”.

Tajante y cruel, ¿cierto?

Bueno, Alex desde ese día volvió a ser el mismo mujeriego de siempre y a Jazmine eso no le cayó muy bien –karma, le dicen unos, justicia divina le dicen otros–. Alex, notando la respuesta de Jaz ante sus amoríos, constantemente está llevando chicas a su alrededor y pasándolas por las narices de Jaz, a lo que ella le responde de la misma manera o avergonzado a las pobres chicas.

El incidente de hace unas semanas fue algo parecido, pero a la inversa. Jazmine llevó a su nuevo y flamante novio a una de nuestras reuniones y Alex hizo hasta lo imposible por avergonzar al tipo, causando que mi amiga hirviera en ira tuvieron una pelea en pleno bar.

Por supuesto, ese día Blake tomó el bando de Alex y yo el de Jazmine, así que acabamos la noche discutiendo. Al día siguiente, cuando nos reunimos para aclarar las cosas, terminamos prometiendo no meternos en medio de los problemas de ese par para evitar futuras confrontaciones.

—No, mi amor, no es por eso —aseguro.

—Entonces, ¿por qué has estado actuando extraño? —inquiere.

Dios, provéeme paciencia, por favor.

—Ya lo verás —es lo que respondo y no digo nada más.

La miro de reojo y corroboro que está enfurruñada por mi respuesta. Sonrío. Su a veces infantil actitud me divierte.

—¿Qué estás tramando ahora, Cam? —suelta unos minutos después.

Río de forma ruidosa. Blake no se puede aguantar nada, si algo la intriga, indaga hasta encontrar respuestas.

—En unos minutos lo sabrás.

Gruñe y yo río aún más.

—A veces eres un dolor en el culo.

—Un dolor en el culo que amas.

—Desgraciadamente cierto —suspira de forma teatral.

—Voy a ignorar el “desgraciadamente" y me voy a concentrar en el “cierto".

Murmura una respuesta inentendible y mira por la ventana.

Si ella supiera lo que tengo preparado no estaría tan a la defensiva. O tal vez sí. No lo sé, todo con Blake es incierto.

Cuando estamos cerca del lugar al que voy a llevarla, ella se endereza en el asiento y mira a todos lados.

—Ya hemos estado en este vecindario antes —asegura y yo asiento.

—Sí, en este vecindario fue nuestra primera cita —confirmo.

—Ya lo sé, tonto —dice—. No creerás que lo olvidé, ¿verdad?

Me encojo de hombros.

—Sucedió hace más de un año.

—No tengo tan mala memoria, Sr. Allen —ironiza—. Sobre todo cuando se trata de ti.

¿Ven por qué me la aguanto? Ella tiene sus momentos cursis que me derriten.

—Me alegra saberlo. —Le sonrío.

Finalmente llego al lugar y me estaciono. Me estiro hacia el asiento trasero y saco una bufanda negra que Jordan me prestó.

—¿Para qué es eso?

—¿No es evidente? —Niega—. Para taparte los ojos.

Ignorando las quejas en forma de malas palabras que salen de ella, bajo del auto y lo rodeó para abrir la puerta de su lado.



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En el texto hay: amigos, romance, amor

Editado: 15.02.2022

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