ISABELLA
La imagen de la playa me ha dejado hipnotizada desde el primer momento que lo vi... No todas las vacaciones disfrutas del agua y del calor tan exquisito como insoportable. Las olas viene a la orilla con toda su fuerza, empujando a los que le interponen en su camino. Es tanta la intensidad que perece llevárselos unos metros mas adelante y eso ha asustado a más de uno.
Mis padres se han puesto de acuerdo con los señores Levine en viajar a Mar del Plata a pasar unos días fuera de la ciudad y se relajen de un año de muchos trabajos. Cuando nos dijeron que conoceríamos la playa, nos sorprendimos ya que solo lo hemos visto por revistas o libros de escuela. Ahora verlo con mis propios ojos es mucho mejor de lo que parece, es un lugar del que nunca quiere irte y soñar en el que cuando llegue a ser adulto viviré aquí.
Camino sola sobre la orilla del mar, recibiendo silbidos y piropos de los adolescentes de las que no le doy importancia. Sigo mi caminata sin rumbo, sintiendo miradas sobre mí... O más bien en lo que llevo puesto. Estos hormonales piensan que ver a una chica de una pieza de bikini y un jogging corto, es lo mejor que pueden observar. A mis dieciséis años, teniendo que ver a hombres que le importan a si mismo me enfurece. Doy media vuelta, sorprendiéndome que, al parecer, sean un par de amigos que me sonríen mirándome de arriba a abajo, sintiéndome incómoda.
- ¿Qué hacen molestando a mi novia?- oigo una voz conocida y frunzo el ceño para contestarle, pero el mismo no me deja- ¿Alguno de ustedes me va a contestar o les comieron las lenguas los ratones?- ellos se dan vuelta y la imagen de Oscar con su bermuda azul marino como el color que visto, me quita el aliento.
- Lo siento rubio, no sabia que era tu novia.- veo que Oscar frunce el ceño- ¿No eres chico para tener una novia como ella?- sonríe mirándome a los ojos y luego cambia su expresión al que le hizo la pregunta.
- No te diré como hago para mantenerme joven...- levanta su ceja- Ahora se pueden retirar.- se alejan no sin antes mirarme de nuevo.
Oscar se acerca hasta mí, con su mirada recorre todo mi cuerpo buscando algún rastro de lastimadura. Sus manos se posan en mis hombros, éstas se tensan ante su tacto y sus ojos aún recorren cada parte de mi cuerpo, haciendo que mi corazón empiece a latir aceleradamente. Sus ojos se unen a los míos, me sonríe tendiéndome una remera suya que se ve muy grande. A pesar de sus catorce años es más alto que yo, comprobando que será de gran estatura como lo es Cody, su padre. Lo tomo, ya que no dejan de mirar mi cuerpo y la incomodidad me está matando.
- Gracias.- le agradezco una vez que me coloco la remera sonriéndole.
- ¿Puedo acompañarte?- sus ojos están en la arena- Agostina se ha cansado de mí y dijo que iba a descansar un rato.- me mira encogiéndose de hombros y me río.
- ¿Cómo es que sos amigo de mi hermana? Creo que ya debes estar acostumbrado a que te diga eso.- le señalo con la cabeza para que me acompañe.
- Ni yo mismo lo se, será porque en la escuela me ven como un bicho raro al ser extranjero.- me mira con una sonrisa triste- Ver a un norteamericano no es común en un país como este...
- No lo creas, miran así a todo el mundo.- le contesto tomando su mano- Quiero encontrar un lugar más tranquilo y que nadie nos moleste.- asiente comenzando a correr.
Diez minutos más tarde, encontramos una zona de la misma playa que esta deshabitada con una bandera en señal que es peligroso para nadar. Recorro el lugar con la mirada hasta encontrar el asiento de guarda vidas, miro a los lados para ver que el lugar está desierto y lo empujo hacia abajo del mismo. El espacio es perfecto para sentarnos uno al lado del otro... Es una vista perfecta para admirar las peligrosas olas para luego desaparecer en un cierto punto cerca de la orilla.
- El agua no se ve tan cristalina.- Oscar rompe el silencio viendo la playa.
- Tengo entendido que ha tenido su tiempo de gloria, hasta venían personas de países limítrofes por la exquisitez del agua.- lo miro de reojo- Luego con el paso de los años, los barcos pasaban por esta zona para descargar las materias primas.- me encojo de hombros.
Es la primera vez que pasamos un momento a solas, ya que mi hermana ha estado pegada a él como una garrapata y temo que le pase lo mismo que a mí cuando estoy a su lado. Como por ejemplo ahora, mi corazón quiere traspasar el pecho, mi pulso está hasta las nubes y el calor que sale de su cuerpo parece quemar la mía.
- ¿Sabes? Hace tiempo que he querido hacer algo del que estoy soñando desde los diez años.- gira su rostro hacia mí sonriendo por lo que río sarcástica pero la cobardía me vence.
- Pues, si no lo intentas ahora, llegarás a los dieciséis y puede ser mucho peor...- me interrumpe uniendo sus labios a los míos.