Solo tu tienes mi amor ©

Capitulo 10

OSCAR

 

En estos diez días que han pasado desde que Isabella me rechazó, no he hecho más que estar en cama... Si, ese rechazo me ha dejado devastado anímicamente. En realidad lo mínimo que esperaba era que dijera que me amaba pero que sería difícil terminar su relación con Alejandro, pero me sorprendió que lo tenga él por delante de todo. Ha sido como si su mano traspasara mi pecho, obtuviera el corazón y lo pisoteara con su pie como si no le importara nada de mí. Olivia no dejaba de entrar a mi habitación preguntado como me encontraba... Por momentos esa pregunta me sacaba de casillas pero sé que si llegara a sufrir por amor, cosa que si le pasa ese hombre esperará lo peor de mí, se sentiría igual que yo y entenderá mis malas caras que le ponía respondiendo a sus preguntas.

 

Solo me levantaba temprano para controlar como funciona la empresa, de allí a casa de nuevo encontrando a Walter en la cocina mientras mi hermana mira no se que cosa en la televisión y él la observa embobado sin darse cuenta de mi presencia. Ese amigo tan seguro de sí mismo se debilita cuando se trata de mi hermana... Aún no le ha dicho sus sentimientos hacia ella y eso me ha hecho reír en medio de la depresión, dice que tiene miedo a su rechazo. En los últimos cinco días le he ayudado para la cena especial que tendríamos los tres en la casa, cosa que es mentira... No quiero saber como terminará eso, así que la cena es para dos y yo me encerraré con mi amigo más cercano, no es Walter ni Agostina, es el saco de boxeo. Me desahogo cuando pienso en Isabella, demasiado, hasta que despierta cierta parte de mi cuerpo y tengo que desquitarme con algo que no sea lo de siempre. La abstinencia no es algo que haya intentado en cierta parte de mi vida, pero por ella haré lo que sea, que sepa lo que siento es verdadero y soportaré lo que sea con tal de tenerla conmigo.

 

Hace tres días, Olivia ha estado insistiendo toda una mañana de que la acompañara a visitar a Isabella y Agostina, pero lo que menos quería en ese momento era ver a la persona que me había rechazado. Termino convenciéndome al decirme que Agostina tiene un nuevo amor y que le dijo que fuera hasta allí porque quiere que lo conozca. Presiento que ya lo he visto en más de una ocasión, es su compañero de trabajo... Recuerdo que su apellido es Farias, como también en el día del accidente me miraba receloso cuando recibía a mi gran amiga con un abrazo. El instinto de hermano sobre protector me ha ganado la pulseada, aceptando a regañadientes llevarla hasta el edificio y ver a la mujer que ha roto mi corazón.

 

Cuando llegamos, bajamos del auto y lo que inunda mis oídos es un grito de mujer pidiendo ayuda. Le dije a Olivia que se refugie en el vehículo, sin decir nada hizo lo que le pedí y traté de llegar guiándome por el sonido de su voz. Me escondí detrás de un rodado rojo polarizado, un hombre de gran estatura la estaba rodeando con un brazo mientras su mano libre tenía un revolver apuntando en la espalda de la mujer. Me debatía entre ayudarla o seguir escondido como el miedoso que soy al ver el arma, por lo que tomé aire e ir directo a interponerme entre ella y el asaltante.

 

Miro hacia la entrada del edificio, viendo a Isabella a medio vestir, solo lleva puesto una musculosa ajustada a su cuerpo y un pantalón corto mostrando sus largas piernas por lo que me quita el aliento. Tiene su arma a mano y el tipo parece asustarse cuando le apunta en el omóplato. La victima corre hacia la entrada llorando. Apenas puedo oír su voz autoritaria erizándome la piel, el hombre se da la vuelta y sus ojos parecen salirse de órbita al recorrer su escultural cuerpo... Le dice algo que la hace tensarse dándole una cachetada al mismo, frunzo el ceño al ver a su compañero que lo he visto dos veces y Agostina que está vestida casi igual que su hermana.

 

Éste lo empuja con violencia contra la pared del edificio gritando que tenga más respeto hacia un agente. Siento que alguien toca mi hombro y salto del lugar, por lo que me encuentro a Olivia a mi lado y a unos metros delante del vehículo muchas personas, en especial hombres que se hablaban entre ellos de lo buenas que están las mujeres policías. Mi respiración se acelera al oírlos, mis manos se transforman en puños y doy pasos hacia los tipos sin vergüenzas, pero mi hermana lo impide tomando mi brazo guiándome hacia nuestro vehículo. La sirena de la policía acercándose hacia aquí me deja más tranquilo de que ellos estaban a salvo. Ella me dice que vendremos otro día ya que no tendrán tiempo ni para ellos mismos, yo asiento en respuesta volviendo a casa.

 

Ahora estoy leyendo un libro de cocina que se lo he sacado de su biblioteca, buscando alguna pista de lo que le gustaría probar y aún no ha tenido tiempo de intentarlo, pero todo lo ha probado. Reviso su diario, por lo que me sorprende una nota en pensamiento de Walter. El amor no mide nada... Edad, altura, nacionalidad ni mucho menos aspecto físico. El amor llega cuando ni siquiera te das cuenta, lo tienes frente a tí pero no te animas a declararte. Sueñas en el día que te susurre al oído un te amo, pero se que para él soy una niña, soy la hermana de su mejor amigo. Oigo ruido que proviene de su baño por lo que dejo el mismo donde estaba y salgo casi corriendo de su habitación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.