Cuentan que hace mucho tiempo una familia había desaparecido sin razón aparente. Su casa que estaba en la quinta avenida fue registrada a los 2 días, los vecinos creyeron que se fueron de viaje. Pero la noche posterior a su desaparición, vieron una sombra que Pasaba por la ventana, por esta razón llamaron a la policía. Al registrar la casa se sorprendieron puesto que parecía como si nadie nunca hubiera vivido allí. Es así que durante los días que transcurrieron los vecinos comentaban que se veían y escuchaban cosas extrañas provenientes de esa casa.
En el mismo barrio y a solo dos cuadras vivía un joven de 15 años el cual sufría de asma y al igual que otros del pueblo sabía de la fama de la casa de la quinta avenida embrujada. Su curiosidad hizo que un par de veces se quedaba observándola esperando ver algo, pero ante sus ojos solo podía ver una casa en ruinas, con las paredes despintadas, una gran vegetación y el aspecto sombrío de un cementerio. La misma encerraba el misterio de aquella familia de la cual nadie jamás volvió a tener noticias.
Él conocía a la única hija de ese matrimonio hacía ya casi nueve años, la pequeña pelirroja de ojos verdes llamada Elizabeth. Solía verla jugando en el rosal junto a su madre y las miraba anonadado entre las rosas blancas que volvía a la joven ante sus ojos más hermosa de lo que ya era. Ella era un año menor que él.
Una tarde –después de casi cinco años del incidente- el chico falto al colegio, a causa de su enfermedad, pero cuando se sintió mejor se fue a observar nuevamente la casa. Cuando estaba por irse unos compañeros lo emboscaron, se burlaron de él, lo maltrataron y luego lo llevaron al interior de la casa, cerraron la puerta tras de él y se fueron burlándose.
De pronto sintió una gran desesperación, apretó los ojos fuertemente para darse valor ante lo que pudiera ver, luego respiro hondo y abrió los ojos. Al hacer esto se incorporó con gran asombro, pues no podía creer lo que ante sus ojos aparecía.
La verdad no lo podía creer, en el interior, la casa parecía estar en su mejor gloria, hasta las flores del jarrón de la mesa parecían recién cortadas. Estaba tan sorprendido como asustado, ¿Sera solo un producto de mi imaginación?, se preguntaba. Camino lentamente asegurándose de que todo fuera real, subía las escaleras cuidadosamente, por si los años la hubiesen deteriorado. Pero parecía como si recién la hubiesen construido. Según se decía antes de que la familia se mudará la casa estaba tan abandonada como se la veía después del incidente, y cuando ellos se mudaron el padre que era arquitecto la restauró. Pero ¿dónde estaban ellos ahora? Era posible que estén allí y que él no pudiera verlos, ni ninguna otra persona, o será que estaba muerto y esta alucinación es solo el anhelo que tenía de entrar a la casa.
Se dirigió a la puerta que estaba al final del pasillo, giró la perilla lentamente y entró. Ante sus ojos apareció Elizabeth, con un vestido blanco, el pelo rojizo, largo y ondulado; y esos ojos verdes que lo miraban como si siempre lo hubiera estado esperando con la rosa blanca entre sus dedos. Él no sabía si creer en lo que estaba viendo, ella lo rodeo con sus brazos y le agradeció que por fin haya venido a verla. Ahora podía descansar en paz, ella cerró sus ojos y él tuvo que sujetar. Se dejó caer, arrodillado con ella acostado, en un abrazo de muerte y el la lloraba en silencio con la cabeza reposada en su cabello.
Cuando levanto la vista, su corazón se oprimió, sintió como la vida que había en la casa desapareció. La calidez se convirtió en frio y soledad, lo que veía ahora era un cuarto gris y deteriorado por el transcurso del tiempo y lo que antes era un criatura hermosa que yacía entre sus brazos, se convirtió en un cadáver, el cual estaba cubierto con una tela blanca y entre sus manos había un diario. Después de esto camino hacia la salida, la casa ya era solo otro edificio abandonado, derruido y sin vida. Al salir de allí, ya en su casa, guardó la rosa seca que estaba dentro del diario, arranco las hojas que le Interesaban y más tarde llevó el diario a la comisaría del pueblo. Sus compañeros lo odiaron por delatar sus abusos y gracias a lo que él había hecho en este caso, las personas del pueblo dejaron de vivir con miedo.
Lo que contenía el diaria era la forma en que el padre de esa familia, mató a su mujer y la enterró en el patio, luego cubierto de sangre y sacado de sí abusó de su hija. Ella tomó la decisión de matar a su padre y prendió fuego a todo lo que había en la casa, junto con el cuerpo de su padre en el patio de atrás, luego subió a su cuarto y se quitó la vida.
Las hojas que el joven arrancó contaban el amor que ella sentía por él y como deseaba que un día pudieran conocerse y que él pasara de ese portón para estar con ella. Ese era su más grande anhelo, para así poder decirle que a pesar de no conocerlo lo amaba.
Se dice que nunca más se volvió a ver o escuchar algo paranormal en la casa. Y él llevaba cada semana un ramo de rosas blancas a su tumba, porque los huesos fueron encontrados y se les dio cristiana sepultura.