Solo Un Fantasma

Capítulo 9

Observo fijamente a Hanna quien no deja de jugar con la crema batida que hay sobre el chocolate que le pedí. 

Suspiro. Me duele verla de esta forma, pero también me frustra, hoy no fue un buen día...

Estamos sentados en la mesa hace diez minutos y ella sigue sin emitir palabra; tomo de mi americano y me recuesto sobre el espaldar del asiento.

Mi ropa sigue mojada por la lluvia, tengo frío y probablemente me enferme si no me doy una ducha rápido, pero aquí estoy, como un imbécil, esperando a que ella decida hablarme.

—¿Cuánto tiempo tengo que esperar para que hables? —digo cansado de la situación, ella sigue en silencio. —Bien.

Me levanto dispuesto a ir a pagar e irme pero al ver mi acción Hanna comienza a hablar.

—Él me dejó aquí... 

Volteo a verla y vuelvo a sentarme.

—¿Quién?

Me mira por unos segundos y vuelve a bajar la mirada.

—Joshua... —susurra, tenso mi mandíbula. —Pero dijo que volvería, que no tardaría. —se apresura a decir.

¡Ese BASTARDO! ¡¿Cómo mierda fue capaz de dejarla aquí sola?!

—Si claro, se nota que volvió. —digo haciendo una sonrisa sarcástica. —¿Por cuánto tiempo te quedaste esperándolo?

—Una hora... —susurra.

Me paso la mano por la barbilla mientras sonrío. 

Claro, a él le esperas una maldita hora pero te enojas conmigo por llegar treinta minutos tarde.

¡Mierda! ¿Por qué? ¡¿POR QUÉ?! Maldita sea. 

Me paso la mano izquierda por el cabello mientras relamo los labios y asiento. Contengo mis ganas de decirle lo que pienso, porque sé que terminaría más enojado de lo que ya me encuentro. 

—¿Por qué no te fuiste? 

—Él... él... —la veo pasar saliva. —Él no pagó la cuenta y yo dejé mi dinero en casa.

Dejo escapar una risita sarcástica mientras niego con la cabeza. 

¿Esto es acaso una broma? ¿Dónde mierda está la cámara oculta?

—Te pagaré cuando llegue a casa, lo prometo, yo–

Levanto la mano para que deje de hablar.

Mierda necesito un cigarrillo. 

Miro a Hanna, saco mi cartera para luego darme media vuelta, y caminar hacia la caja, la chica frente a mí me sonríe amable. 

—¿Cuánto es lo que se consumió la chica de esa mesa? —pregunto señalando a Hanna con mi mano.

—Oh, son 65 dólares con 70 centavos.

—¿Venden cigarrillos? —pregunto mientras le doy el dinero.

—No, disculpe. —me da el cambio. —Gracias por venir al establecimiento, vuelva pronto. 

—Hanna. —hago contacto visual con ella antes de señalar la salida con mi cabeza, vuelvo la mirada a la chica de la caja. -- Gracias. 

Salgo de la cafetería  hace tanto frío, meto mis manos en los bolsillos de mi húmeda sudadera. Mierda

Escucho la pequeña campana de la cafetería chocar con la puerta, Hanna me mira y me sonríe mientras frotaba sus brazos, ignoro eso pues no tengo nada para ofrecerle.

Caminamos en silencio hacia la parada del autobús en donde hay varias personas esperando el autobús. Un señor le ofrece su asiento a Hanna y ella se sienta en la banca de espera junto a unas señoras. Por mi lado yo me apoyo en el tubo del paradero, el señor que le ofreció el asiento a Hanna se hace junto a mí, lo veo sacar una cajetilla de cigarrillos. 

—¿Me vende uno? —pregunto señalando los cigarrillos, el señor me lo dio sin problemas.

—Te lo regalo. —dice encendiendo su cigarrillo y el mío. —Para matar el frío nada mejor que un buen cigarrillo. 

Le doy la razón cuando comienzo a fumar, el frío se disipa con cada calada que le doy al cigarrillo. 

Necesitaba esto...

Dejo escapar el aire de mis pulmones en un suspiro.

—Matthew... El cigarrillo dañará tus pulmones. —escucho decir a Hanna, la ignoro y sigo en lo mío. 

A los pocos minutos llega mi el autobús, apago el cigarrillo tirandolo al suelo y pisandolo, Hanna me mira con desaprobación mientras sube al autobús, me encojo de hombro y también subo y pago los boletos, no sin antes haberle agradecido al señor por el cigarrillo. 

El trayecto a casa es aún más silencioso, supongo que ella no quiere hablar y por mi mejor, no quiero saber nada más sobre ella y su cita, ya sé lo que tenía que saber.

Dejo a Hanna en la entrada de su casa para luego caminar a la mía, al llegar veo a mamá con todas las luces apagadas sentada en el sofá frente al televisor viendo una de sus tantas novelas asiáticas. 

—Hola cariño, pedí comida china para cenar,  llegará dentro de poco. —se gira para verme. —¿Estás bien?

Necesito.... Necesito....

Me acerco a mi madre y la abrazo tomándola por sorpresa, comienzo a sentir unos pequeños golpes en la espalda. 

—¿Qué.... Que tal si... si te das un baño, luego bajas y... cenamos? ¿Uhm? No tienes que decirme nada si no quieres. -- dice mientras acaricia mi espalda. —¿De acuerdo?

—De acuerdo. —asiento, me separo de ella. —Bajaré en un momento. 

Mamá me sonríe; subo las escaleras y voy directamente al baño, me desvisto y entro en la ducha, dejo que el agua caliente recorra mi cuerpo.

Espero no enfermar por la lluvia.

Suspiro cansado, levanto la cabeza y el agua choca con mi rostro.

—¡Cariño, ya llego la comida, baja!

Cierro la llave y salgo del baño, entro en mi habitación, abro mi armario y me pongo primero que veo. Bajo las escaleras, mamá me sonríe desde el sofá, la pequeña mesa de café está llena de comida china; me siento junto a ella, tomo una caja con arroz chino.

Vemos un capítulo completo en silencio, una que otra vez mamá hace algún comentario sobre los protagonistas... 

Más allá de la mitad del otro capítulo escucho sollozar a mi madre, la observo confundido, ¿Se supone que esto debe de hacerme llorar? Yo solo veo a un chico que se quiere suicidar y a una chica a sus espaldas quien le dice cuánto le gusta.




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