Volví a casa media hora después, tardé un poco en recuperarme, limpié mis lagrimas, arreglé mi cabello, mi maquillaje, que estaba un poco corrido, y salí del baño como si minutos atrás no hubiese pasado nada con Josh.
Me quedé en la banqueta esperando el Uber que había pedido antes de salir del baño. En mi cabeza solo pasaban las palabras de Joshua, mi cumpleaños no estaba lejos, dos semanas y cumpliría la mayoría de edad, hasta entonces debía prepararme para demostrarle a Joshua que en verdad lo amaba.
—Dos semanas, solo dos semanas para cumplir la mayoría de edad y demostrarle a Joshua mi amor. —susurré para mi misma.
El uber llegó, me subí a él y en poco tiempo llegué a casa, eran las 2:45 de la mañana. En cuanto abrí la puerta, con cuidado de no hacer ruido, me invadió una sensación de culpa y temor. Sabía que mi madre estaba dormida y que si me descubría, los castigos se extienden hasta que me casara.
Me movía como una sombra por la casa, subiendo las escaleras con pasos ligeros y conteniendo la respiración. Cada crujido del suelo de madera me hacía saltar el corazón. Finalmente llegué a mi habitación y me encerré con llave. Me senté en la cama, exhausta por todo lo que había ocurrido en la noche.
Las lágrimas vuelven a brotar mientras repasaba los eventos en mi mente, no podía dormir, las imágenes de la fiesta, las manos de Joshua enredadas en la cintura de Leila y el desafío que me había impuesto se repetían en mi mente como una película en bucle. Me sentía confundida, herida y enojada, aún así no me rendiría ante las palabras de Joshua ni ante los múltiples castigos de mamá, yo le demostraría a Joshua que lo amo, y a mamá que Josh es una buena persona, me ama y me hace feliz.
Cerré los ojos con fuerza, tratando de calmar mi mente. Sabía que tenía que dormir, que mañana sería un nuevo día y que debía enfrentar las consecuencias de mis actos. Al despertar, el sol ya se había colado por la ventana, me levanté de la cama con el cuerpo adolorido y la cabeza nublada. Me miré en el espejo, me veía cansada, con los ojos hinchados y ojeras prominentes.
Me duché, me vestí y bajé las escaleras, evitando el contacto visual con mamá, me senté a la mesa del desayuno en silencio, masticando su comida sin probar bocado. Seguía ordenando mis pensamientos, al terminar el desayuno había tomado una decisión.
—Mamá, quiero hablar contigo sobre algo importante. —comencé a hablar mirando mi plato vacío, respire profundo. —Sé que he cometido un error, no debí haberme comportado de la manera en que lo hice, Joshua y yo… Ya no estamos juntos. —mi cuerpo tembló ante la última mentira que dije. —Lo siento mucho.
—¿En verdad crees que creeré en tu disculpa? —preguntó mamá con tono severo, negué.
—Yo sé que he hecho cosas malas mamá, no te pido que me levantes los castigos, solo que me dejes demostrarte mi arrepentimiento. —la miré con determinación. —Mamá, prometo ser responsable, que no volveré a saltarme las clases. Solo dame la oportunidad de demostrarlo, solo es eso.
Mamá me miró a los ojos por unos segundos, pensando en las palabras que me diría. Finalmente, suspiró y habló.
—Está bien, Hanna. Te doy una oportunidad, pero, quiero que sepas que estaré vigilando de cerca tu comportamiento. Si me decepcionas, las consecuencias serán más graves que castigos.
Abracé a mamá con fuerza y le agradecí por la oportunidad. Sabía que aún me quedaba mucho por delante, pero estaba segura de que, el plan trazado para levantar mi castigo y mi amor por Joshua, podía superar cualquier obstáculo.
(....)
Los días siguientes los pasé fingiendo normalidad hasta que volvió a ser viernes, ahora faltaba solo una semana y tres días para que fuese mi cumpleaños.
Iba a la escuela, estudiaba, hacía las tareas del hogar, las tareas de la escuela, hablaba con normalidad, volví a conectar con Rubí y Violeta para que por fuera todo se viera perfecto.
En mi interior, sin embargo, elaboraba un plan para demostrarle a Joshua mi amor y para liberarme del control de mi madre.
Como Joshua lo había decidido, no nos volvimos a ver en la escuela, lo ví en el pasillo, pero él no estaba solo, estaba con una chica de cabello negro, su mano estaba en su cintura y ella, sonreia ampliamente mientras tocaba el brazo de Joshua. Él me vio y rápidamente se perdió entre todos los estudiantes.
—¿En verdad terminaron? —preguntó Rubí cuando vio a Joshua alejarse. —¿Estás bien?
—¿Por qué no lo estaría? —pregunté intentando fingir desinterés.
Realmente no estaba bien, me dolía, dolía mucho seguir fingiendo que no lo extrañaba, que no me importaba que siguiera sonriéndole ampliamente a todas, que no me daban celos ver a aquella chica de cabello negro tan cerca de Joshua.
—Es tú primera relación Hanna, es normal que te duela. —dijo Violeta viéndome a los ojos. —Estamos aquí para tí y lo sabes ¿verdad?
—Está bien, estoy bien.
—Aunque estés bien, no está para nada bien que se ande paseando con Sarha Riders. —dijo molesta Rubí.
—¿Sarha Riders? —pregunté confundida, ambas asintieron. —¿Quién es ella?
—Es la chica que estaba con Joshua hace un momento, está en el último año, es popular entre los chicos y con un chasquido de dedos consigue lo que quiera. —habló Violeta cerrando su casillero.
—Dicen los rumores que su padre es dueño de 2 de los 5 concesionarios más famosos de la ciudad. —esta vez habló Rubí.
Asentí con la cabeza, como si no estuviera dando importancia alguna a sus palabras, aunque realmente era todo lo contrario. Sonreí ampliamente, mientras caminábamos rumbo al aula.
—Necesito ir al baño, las alcanzo en un momento ¿si?
—Oh, si quieres vamos con–
—No. —interrumpí de forma abrupta a Violeta, me aclaré la garganta. —Las clases van a empezar en unos minutos, no quiero que las regañen por mi culpa ¿Si? Bien, las veo en unos minutos.
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Editado: 09.11.2024