En la mañana bajé a desayunar, la tensión en el aire era palpable, Jackson quien siempre era el hablador estaba en silencio al igual que mamá, papá no se veía en el panorama. El desayuno fue simple esta vez, nada de aguacates con huevos al horno, tocineta, waffles, pan recién horneado o cosas así; esta vez era un simple cereal de granola del supermercado con leche y fruta.
—Me voy mamá. —dijo Jackson besando la cabeza de mamá, recogió sus cosas y se fue dejándome esperando un beso que jamás llegó.
Papá hizo acto de presencia cuando Jackson salió, tenía ropa deportiva, besó a mamá en la frente antes de entrar en la cocina y salir con una botella de agua, revisó la hora en su reloj y luego me miró.
—Es hora de irnos.
Asentí, fui por mis cosas y salí de casa junto a papá, el camino fue silencioso, algo que me mortificaba, pero no dije nada. Llegamos al instituto, papá se despidió y me vió entrar antes de irse; caminé por los pasillos y entré directamente a mi aula, me senté, poco a poco el aula se comenzó a llenar, no prestaba atención por lo que solo me dediqué a mirar por la ventana.
—¿Dónde habías estado? —me sobresalté al sentir la mano de Violeta en mi hombro. —Te estuvimos buscando como locos.
Miré su mano sobre mi hombro, luego la miré a ella y le mostré una sonrisa apenas perceptible.
—Tenía cosas que hacer. —respondí de manera simple, quitando su mano de mi hombro, ella se quedó en silencio mirándome.
—No se que te pasa, pero esta no eres tú.
Con eso dicho se sentó, cuando llegó Rubí, Violeta solo negó con la cabeza. No entendía porqué me hacían esto, cuando era yo la que estaba sufriendo, era yo a la que estaban haciendo a un lado, a la que ignoraban, a la que no entendían, y ellas se comportaban de esa manera tan egoísta.
Las clases se desarrollaron de manera lenta y aburrida hasta que por fin llegó el receso, salí del aula y comencé a buscar a Joshua. Lo encontré por fin en la cafetería, rodeado de sus amigos y de… Ugh, Sarha Riders.
Ella jugueteaba con el cabello de Joshua, mientras él rodeaba su cintura con sus brazos, ambos reían, sentía como si miles de agujas perforaran mi corazón, el dolor era intenso, y eso hizo que mi interior ardiera en ira. Me aclaré la garganta mientras me cruzaba de brazos, a su vez mis uñas se enterraban en las palmas de mis manos, Joshua se giró a verme, me regaló una sonrisa mientras se levantaba y se acercaba a mi.
—Bebé… ¿Por qué no me enviaste un mensaje? —dijo con una pequeña sonrisa, me aparté de él, suspiró. —Vamos.
Tomó mi mano y me llevó hasta el patio, nuevamente detrás de ese árbol denso.
—¿Solo amigos? —dije sin poder ocultar mi dolor, él me miró, su mirada llena de emociones que no podía reconocer. —No–
—¡Lo siento! —dijo abrazándome con fuerza, ocultó su rostro en mi cuello. —Lo siento bebé, yo en verdad no quiero lastimarte.
Su disculpa me hizo sentir pequeña, mi corazón se encogió, las lágrimas amenazaban con salir, y en verdad no quería llorar, no otra vez, no frente a Joshua. Lo aparté de mi y con un nudo en la garganta logré hablar.
—¿Por qué…? ¿Por qué me echaste de tu casa? —logré decir sin poder evitar que mis lágrimas salieran, bajé la cabeza para evitar que viera mis lágrimas
Sentí el calor de sus manos tocando mi rostro, me hizo verlo a los ojos. Sus ojos, llenos de una tormenta de emociones que no podía descifrar, en parte porque no conozco bien a Joshua, y por otra parte porque mis lágrimas hacían que viera de manera borrosa.
Joshua descansó su frente contra la mía, besó mi nariz y soltó un gran suspiro sobre mis labios, dejándome una sensación de hormigueo y calidez sobre mis labios.
—Necesito que sepas que tú eres mi todo bebé. —dijo limpiando mis lágrimas con sus pulgares. —Tú eres mi mundo, mi sol, mi estrella, mi luna. Sin ti, mi vida sería un vacío interminable.
Sus palabras dichas mirándome a los ojos hizo que mi corazón diera un vuelco, las lágrimas querían salir, pero ya no de tristeza si no de felicidad. Escuchar la manera en la que Joshua piensa de mí, me hace sentir mucha calidez en mi pecho.
—Josh… pero… ¿Y Sarha? —pregunté en un susurro apenas audible.
Él negó repetidas veces con la cabeza mientras depositaba pequeños besos por todo mi rostro, eso me hizo sonreír.
—Ya te dije que Sarha es solo una amiga cercana. —dijo apartándose de mí. —¿Por qué no confías en mí?
—No es que no confíe en ti Josh, pero te vi abrazando su cintura. —Joshua dejó escapar una risa cuando dije eso, lo miré molesta.
—¿Estás celosa de que Sarha sea delgada y tú no?
No se que tipo de expresión hice, pero eso hizo que Joshua me abrazara y se disculpara rápidamente, lo aparté.
—¿En verdad crees qué estoy gorda? —dije sintiendo un nudo en la garganta.
—Si, estás algo gorda. —habló tocando los lados de mi cintura. —Tienes algo de grasa aquí, aquí y aquí. —Dijo tocando mi cintura, abdomen y brazos. —Y tus muslos están muy grandes, pero yo te amo así, lo sabes ¿verdad?
Asentí con la cabeza, él me amaba y yo también lo hacía, todo iba a estar bien siempre y cuando ambos nos siguieramos hablando ¿no?
—Ya va ser hora de entrar a clases, yo te escribo para vernos ¿bien?
Besó mis labios y se fue dejándome sola, fui al baño, me lave el rostro, desapareciendo cualquier rastro de lágrimas, sonreí varias veces frente al espejo hasta que vi como Leila y Sarha entraban en el baño, Sarha entró en un cubículo, Leila se acercó a mí con una sonrisa.
—Que linda ardilla. —dijo sacándose la chupeta que tenía en la boca. —No me digas ¿Limpiando la comida que se esparce por tu cara? Já, con razón estás gorda.
Inconscientemente miré mi cuerpo a través del espejo, eso hizo que Leila riera sin pena alguna, justo cuando Sarha descargó el retrete y salió, se lavó las manos justo al lado de mi, me encontraba en medio de esas brujas.
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Editado: 09.11.2024