Capítulo Cinco, 06-11-2021
Eros
El huracán ha vuelto.
La veo de reojo y la atrapo mirándome. Sus rulos rojos son tan hermosos y le dan ese aire de chica nerd que está empezando a gustarme.
La escucho hablar y su voz de cierta forma me transmite paz. Saber qué piensa de las tormentas, es importante y cuando lo define tan bien me babeo mentalmente.
El timbre interrumpe no solo la buena vista, interrumpe mi hermosa compañía.
La ayudo a bajar del árbol, es que hasta el silencio a su lado me parece genial.
—Para mí fue un verdadero placer conocerte, Atenea— le menciono metiendo las manos en los bolsillos del pantalón.
—El gusto siempre será mío, Eros— me mira y por un instante siento que está viendo mi alma, y eso asusta.
Ella camina a la derecha y yo a la izquierda. Por nuestros apellidos somos de mundos completamente distintos. Físicamente, polos opuestos se atraen, pero matemáticamente negativo y positivo son incompatibles. Atenea es ese imposible que hace posible mi existir, lo sentí, esa conexión, mientras estábamos en el árbol.
Aunque fue una loca al gritarme que no orinara el estúpido árbol. Sonrío como idiota brincando la pared del cementerio.
Desde este punto veo la línea de teléfonos públicos, hay más de siete, avanzo y cruzo la esquina entrando al callejón de la perdición, un callejón donde todo lo bueno se vuelve malo y donde las cosas con colores salen grises.
— ¿Qué más capi? — cruzo saludos con el capitán del callejón pirata, es el callejón de al lado, a veces se cruza por aquí cuando su merca se acaba y debe venir a surtir.
—Amigo Eros— saluda mostrando una hilera de dientes dañada por tanto fumar cigarrillos —Amigo Eros, que querer esta noche.
Menciona palabra por palabra, es un efecto secundario de estar en esta vida tanto tiempo.
—Dame del blanco mágico— saco dinero de mi cartera y le pago.
Me volteo viendo a Mikhaelo, por la expresión en su rostro se que grita en silencio ¡Ayuda! Sé que lleva rato en esto.
Mikhaelo es un chico pobre que todo lo que consigue es para esto, más de una vez se le ha olvidado comer y a parado en convulsión, él me invitó a esta vida y yo acepté, pero viendo mi reflejo en mi amigo, se me revuelve todo por dentro.
—Mikhaelo— sonrío agachándome a su altura, paso mi nariz por una línea del mágico blanco y subo las manos tomando el cuello de mi amigo pegando su frente con la mía — ¿No crees que ya es hora de que salgas de esta vida?
—Nunca es suficiente, amigo— una lágrima traviesa lo traiciona, pero no le impide meterse dos líneas más, temo que como siga así va a parar con una sobredosis.
Me siento a su lado y veo que de su bolsillo trasero sobresale su billetera, hago como si me callera encima de él y se la saco.
—El capi ya está muy entonado ¿no? —Le saco conversación para que vuelva a la tierra.
Los efectos de mi inhalación me consumen lentamente, caigo sobre mi espalda entrando a esa dimensión que tanto aclamo.
===...===
—Mamá— llego a su lado y beso su frente cuando ella me abraza.
—Eros— me siento protegido —Ya está lista la comida, avísale a tu padre.
Salgo corriendo del jardín donde dejo a mi madre sirviendo el jugo para la comida, subo las escaleras, alegre porque mi familia es feliz.
Felicidad que se ve muerta en una fracción de segundo, cuando escucho ruidos extraño del cuarto de limpieza del segundo piso.
Disminuyo la velocidad y veo la puerta entreabierta, medio me asomo cuando los ruidos son cada vez más fuerte.
—Señor, más duro— mi padre jala del cabello a Rosa, la empleada de la casa y la estampa contra el estante.
Mis ojos se abren de par en par cuando bajo la mirada y mi padre está desnudo junto a Rosa, metiendo su parte en las de nuestra sirvienta.
—Maldita perra, ábrete más— pongo la mano en la puerta y esta ocasiona que lo que tenga detrás caiga al suelo.
Ambas personas presentes voltean a verme, los ojos de mi padre se vuelven rojos de la furia, se aparta de la sirvienta y corre detrás de mí.
Entro a mi habitación con las lágrimas en los ojos, él estuvo con otra mujer.
—Eros ¡Ven acá!
Levanta su mano y mi mundo se oscurece. Sus gritos son truenos y sus golpes son mi huracán, golpe tras golpe, maldiciendo mi nacimiento y diciendo que no debí ver eso.
===...===
Abro los ojos respirando rápido. Mikhaelo me mira asustado y el Capi se pasa las mano por la cara
— ¿Qué demonios fue eso Eros?
— Mi huracán, eso fue— me levanto aún respirando mal. Miro al cielo y está oscuro con la nubes cargadas de agua, anunciando lluvia. —Nos vemos.
—Espera Eros no te...
Salgo corriendo, buscando que la adrenalina por correr calme los latidos desesperados de mi corazón
Cruzo el cementerio brincando sobre las tumbas, ¡otro golpe! ¡Para papá!
Esas frases se repiten en mi memoria.
Llego a mi casa y paso corriendo a mi habitación, encerrando las sombras donde van. No tengo idea si mi padre está en casa o si mi madre lo está.
Rosa siempre está, nunca sale de aquí o de la habitación de mi padre, cada que la veo no puedo evitar no sentir asco de ella.
Editado: 11.02.2022