Solo Un Latido MÁs

Capitulo Siete

Capitulo Siete, 12-11-2021

Eros

A tu lado.

Camino en silencio al lado de Mikhaelo no por miedo, más bien porque tengo pánico que tenga un ataque de ansiedad y termine haciendo un desastre el entierro de su padre que resulta es tío de Atenea Grey.

Ya pasaron seis días desde que hable con ella por primera vez en el viejo árbol del instituto, su olor a rosas aún sigue presente en mí, su suave y dulce voz aun puedo escucharla como si siguiéramos sentados en el mismo lugar observado la misma vista.

Pase estos cinco días sentando en horas libres en el mismo lugar con esperanzas de verla sin saber que su tío era el mismo padre de Mikhaelo que se debatía entre la vida y la muerte. Me siento detrás de Mikhaelo y su mamá dándole su espacio a mi amigo pero cuidando lo que hace o las reacciones que tiene, sé que no era muy unido a su padre desde que empezó la depresión por la ruptura con su antigua novia.

El cura empieza hablar cuando todos están sentados, desde este lugar observo a Atenea con lágrimas en sus ojos y aun así me sigue pareciendo la chica más hermosa de todo el lugar.

—Ahora Atenea dará unas palabras— el cura la llama para que hable, no sé lo que se siente perder a alguien como un tío pero se lo que se siente sufrir por un familiar.

La observo tomar aire con dificultad, se limpia el vestido negro que la hace lucir más blanca de lo que es, se levanta y momentos después se para delante del ataúd de su tío con Zeus unos pasos atrás, no sé exactamente qué clase de relación tienen solo sé que a donde va uno siempre el otro va a su lado.

—Amado tío, cuando era pequeña me hiciste prometer que así como Julia le canto a su padre en su funeral yo lo hiciera contigo, con esa canción que solías cantar con tu grupo de mariachis porque te encantaba su significado, solías decirme que yo era la indicada para eso porque sentías que era la hija que nunca tuviste, gracias por jugar conmigo a las muñecas y escoger para mí los vestidos que usarían, gracias por ser el juez en mis concursos de bellezas y por llenarme de chocolate a espaldas de mis padres, gracias por ser mi amigo. Hoy estoy aquí delante de ti cumpliendo mi promesa porque de ti aprendí que una promesa hecha siempre debe cumplirse de lo contrario nuestra moral no valdría ni un centavo.

Se me estruja el alma y siento como la suya se va rompiendo con cada palabra que sale de su boca, quizás ella no sepa mucho de mí pero yo llevo tiempo observando lo hermosa que es.

—Este día me dejas sola, tu cuerpo reposa en un caja de madera más sin embargo te siento a mi lado y ese es el mejor regalo que has podido obsequiarme, aquí estoy cumpliendo mi promesa ante ti— una corriente eléctrica pasa por mi columna cuando llegan los mariachis acompañar el canto de Atenea

—Si tu amor no sé, lo que voy a hacer. Sólo vivo extrañándote, y en mis horas añorándote— se me erizan los vellos de todo el cuerpo y simplemente sin verlo venir se me escapa una lagrima al sentir el sentimiento con el que ella está cantando.

Me levanto cuando Mikhaelo camina lentamente pero cada vez alejándose más hasta ya no verse por los mausoleos, lo sigo pasos atrás y lo veo tirarse al piso como niño pequeño, destrozado buscando la forma de tener dolor físico para no sentir tanto lo que su alma está sintiendo.

—Mikhaelo yo...

—No hables si no sabes lo que siento en este momento.

Guardo silencio ante su presencia, me parte por dentro ver que juntos nos hacemos daños al consumir la droga que día a día nos vuelve más adictos condenándonos a un paso más cerca de la muerte.

—Vete Eros, no es el momento— el capi llega sentándose al lado de Mikhaelo quien o levanta la mirada del piso, para ellos soy un riquito más no toman en cuenta las veces que he pasado tirado en el mismo callejón que ellos volando alto.

Me doy media vuelta buscándola con la mirada y la veo a punto de salir

Camino de prisa cuando noto que va sola, Zeus está tratando de tranquilizar a su madre, veo a todos lados para que nadie me vea acercarme a ella dado que para nadie aquí es un secreto que no soy de su agrado. Y lo que da más asco es que no tengo puta idea de porqué.

—Atenea espera— intento tomarla del brazo pero ella solo se suelta alejándose de mí.

—Déjame Eros, no quiero hablar con nadie.

—Solo quiero acompañarte.

—No lo necesito, solo déjame sola— se abraza a si misma buscando algo de calor, me quito la cacheta y corro detrás de ella para colocársela pero cuando está por llegar a su casa la veo cae al piso.

—Ateneaaa— Corro más rápido y me tiro a su lado, esta inconsciente, le tomo el pulso y no logro sentírselo, a unos pasos veo su celular que se enciende con el nombre de Zeus, como si mi vida dependiera de que esa llamada no se corte me tiro sobre el asfalto alcanzando el teléfono donde la llamada muere en mis manos

—Demonios— saco mi teléfono y es sin pila, me desespero y lo tiro contra la pared rompiéndolo.

Veo a todas parte observando la flecha que indica que muy cerca queda un lugar de paso de salud pública.

—Vamos Atenea yo te ayudare— La adrenalina del momento me corre por las venas cuando la alzo en brazos y empiezo a correr con ella para llegar lo más rápido posible, tengo miedo, en este momento el miedo es un pésimo compañero, me sudan las manos y me tiemblan las piernas a cada paso que doy.

Siento que me desmayare por el esfuerzo pero no puedo hacerlo ella necesita que la ayuden.

Veo el letrero rojo encendido que indica la entrada de emergencia.

—Ayuda por favor— empiezo a gritar y nadie me escuchar, llego a la puerta y vuelvo a gritar —Ayuda por favor.

Dos enfermeros se me vienen encima y me la quitan de los brazos subiéndola a una camilla, abren dos puertas y veo como se pierden con ella. La preocupación invade todo mi cuerpo y siento que algo malo le pasa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.