Solo Un Latido MÁs

Capitulo Once.

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El amor todo lo puede, ellos no me prohibirán ver a quien sea robado mi corazón... Nessa Carvajal  

Eros

 

La habitación 209

Me muevo incomodo cuando el dolor de las heridas empieza a sentirse fastidioso, Atenea duerme en mi pecho así que no puedo moverme mucho para no despertarla.

Me trasmite tanta paz que tenía no sé cuánto tiempo sin dormir tan bien, pese a mi malestar tengo la mejor sonrisa del mundo en mi rostro. Su calor me llena de felicidad.

La observó por largo rato y su semblante pasa de tranquilo ha asustado, empieza a temblar en mi pecho, su respiración se acelera y abre los ojos. Parece desorientada y busca de todas las formas posibles poder respira.

Me observa y abre más los ojos, señalando la puerta.

—Atenea, háblame— me desespero — ¿Qué hago?

—La... Ella... DOCTORA— alcanza a gritar en medio de señas y desespero.

— ¿Dónde está? — Me señala la puerta, corro pero cuando estoy por abrirla entra la Doctora a socorrerla.

—Eros corre a la habitación de al lado y tráeme mi maletín— Me grita la doctora por lo cual salgo lo más rápido que puedo, paso la mirada rápido por toda la habitación y observo el maletín sobre el mueble.

—Aquí está— se lo entrego observando la vía que le coloca en el cuello, me tiembla todo de verla desesperada por aire. Todo pasa en nanosegundos, su nariz empieza a sangra mientras la doctora me grita que acomode su cabeza entre mi piernas.

Reaccionó y subo a la cama haciendo lo que la doctora me pide, le pasa un medicamento por la vía y veo como limpia su nariz. No parece resultar y Atenea convulsiona en mis brazos.

— ¿Que está pasando? — le grito a la doctora en medio del desespero que poco a poco me consume.

—Le haré una cricotirotomía así que sujétala fuertemente porque está sufriendo un paro respiratorio— cierro los ojos buscando fuerzas no sé de dónde pero vuelvo en si tomando a Atenea con fuerza que mira a todos lados desesperada.

—Te explicare para que no pierdas la fuerza sujetándola a medida que lo haga ¿Estás de acuerdo Eros? — No respondo perdido en los ojos asustado de Atenea —Eros ¿estás de acuerdo?

—Si— la observo tomar los instrumentos con una velocidad que impresiona.

—La cricotirotomía es realizada habitualmente practicando una incisión vertical en la piel del cuello justo bajo la nuez de Adán, o cartílago tiroideo— le tomo la mano cuando aplica el betanide sobre el cuello de mi dama.

—Espere, la va a matar— ella niega quitando mi mano de un solo manotazo.

—Déjame salvarla, se lo que hago— me niego.

— ¿Acaso sabe rebanar jamón?

— ¿Soy doctora Eros se lo que hago?

—Responda

—Obvio que se, quien crees que soy, Dios mio de dramático— se queja y ahora toma el bisturí — A continuación se efectúa una disección digital hasta palpar la membrana cricotiroidea, en la cual se hace una incisión transversal.

—Llama a Zeus— es lo único que Atenea logra decir antes de desvanecerse, la doctora sube su camisa escuchando sus latidos y vuelve aplicarle betanide por su cuello saca el bisturí y...

— ¿Qué demonios cree que hace? — cuestiono enojado.

—Yaaa, déjame trabajar ¡Joder! — se altera la doctora. —Tengo que meterle un tubo para que me entiendas o la perderé— la veo abrir una herida en el cuello de mi dama, cierro los ojos buscando tener control porque joder esto duele y mientras más la sostengo más me quema saber que esta tan grave.

Poco a poco empieza a mover la mano y cuando menos lo espero le ingresa un tubo por el cual Atenea empieza a respirar mejor.

—Debo llevarla al quirófano— asiento bajando la camisa de Atenea, la respeto y no quiero ver nada de su cuerpo sin su consentimiento porque de verdad que ella me hace querer ser otra persona.

—Preparen un quirófano voy en caminó y llevo a la paciente Atenea Grey con una cricotirotomía abierta y posible falla cardíaca— escucho a la doctora hablar por teléfono.

—Vamos.

—Aguanta un poco— me pide la doctora sacando una inyección que sin previo aviso me coloca en el brazo.

—Está loca ¿qué es eso?— no me presta atención.

—Deja de quejarte que te pareces a mushu, eso es para tu dolor ahora vámonos.

—Te pareces a mushu— la remedo sin que se cuenta —y ella se parece a Tui.

Tomo en brazos a Atenea aguantándome el dolor de las heridas, bajo las escaleras detrás de la doctora quien me abre la puerta principal y la de su vehículo.

La doctora está drogada o algo así porque maneja peor que Mikhaelo, esta como alma que lleva el diablo pitando como loca.

—Rápido— da la orden a los camilleros que sacan del vehículo a Atenea, intento pasar mucho más allá pero no me lo permiten.

No sé cuánto tiempo paso observó el reloj, son las 3:30am camino de un lado a otro impaciente y siento que todo pasa lentamente volteo a ver la hora y apenas pasaron 60 segundos.

—AAAAAAAAAAA— Grito con rabia y dolor.

—Joven silencio que hay pacientes enfermos de gravedad— me regaña la enfermera.

Me toco la cara y un viejo recuerdo llega a mi mente en esta misma sala pero hace ocho años.

 

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