Capitulo Veintiuno
Atenea
Nuestro árbol.
La magia existe, los cuentos de hadas son reales, los nervios en mi estómago se hacen presentes y él sudor corre por mis manos cuando las froto entre sí, lo verdaderamente mágico de este momento no es él lugar, es la persona que hace del lugar un verdadero cuento de hadas.
Ver a Eros arrodillado mirándome con él anillo de noviazgo me acelera el corazón, no puedo evitar sonreír porque en este momento puedo decir que conozco el significado del primer amor, ese que te llena de expectativas y bueno momentos, ese que te llena el alma de paz y de guerra al mismo tiempo.
El primer amor, ensordecedor diría yo porque llega te llena el corazón de vida, pero luego se va dejándote con un hielo como corazón, pero, aun así no logro controlar mis sentimientos porque siento que Eros es mi primer y único amor. Yo lo siento, así que eso será realidad.
Me abraza uniendo nuestros labios a medidas que eufóricamente acepto ser su novia, una sensación nueva invade todo mi cuerpo cuando las manos de Eros se enredan en mi cabello, me observa directamente a los ojos y es una conexión mágica que me hace cosquillas en el interior.
La canoa queda pegada al pequeño puente donde Eros rápidamente la amarra dejándola algo inmóvil, sale primero y toma mi mano invitándome a sentarme en la orilla del muelle, las linternas aún pueden verse y una suave melodía nos rodea mientras yo pego mi cabeza con él pecho de Eros, él acaricia mi cabello pegando su nariz de esta mientras yo cierro los ojos disfrutando de la sensación que cubre todo mi cuerpo al tenerlo tan cerca.
—Gracias— es lo único que puedo mencionar a medida que las caricias de Eros van disminuyendo.
— ¿Gracias? Atenea Grey ¿Acaso me acabas de dar las gracias, porque? — medio me volteo uniendo nuestros labios en un beso tierno que refuerza las cosquillas en mi estómago.
—Gracias por hacerme creer que soy especial, tan especial que merezco todo esto— una traviesa lágrima rueda por mi mejilla, misma que Eros atrapa quitándola con dulzura.
—En realidad soy yo quien tiene que dar las gracias aquí mi pequeña demente — me vuelve a besar y en un susurro que logra erizarme la piel dice —Te Amo.
—Eros yo...
—Jamás vuelvas a repetir que no eres especial, Atenea Grey que te quede claro que eres la chica más especial del mundo, la más hermosa y la chica que desde hoy podre decir que es mía, ¿Acaso sabes cuantas personas me envidiaran cuando lo sepan? — Ruedo los ojos —Eres hermosa, toda la ropa que te pones te queda perfecta y aun así no le hacen justicia a tu belleza porque te lo juro amor eres preciosa.
Eros Morón, alto, delgado, ojos verdes casi transparentes, aura misteriosa, chaqueta de cuero negro, que le grita al mundo lo mal chico que es, lleva consigo una carga tan pesada que con cada paso que da se le nota que le cuesta respirar con ella encima, esa, esa era mi definición de Eros antes de este día, pero justo hoy eso cambio.
— ¿Me dejaras ayudarte? — le menciono en un susurro apenas audible que él con mucha suerte logra escuchar.
— ¿Me dirás que tienes? — responde a la defensiva.
—No me respondas una pregunta con otra y sabes que no.
—No, pues si tu respuesta es no es obvio que la mía igual.
—Cada que te hacen daño no puedo evitar sentir que puedo hacer más por ti y no lo estoy haciendo.
—Eso ya pasara ahora solo disfruta de todo esto ¿Sí?
Asiento dejando que me abrace, aceptando su calor y dejando que mis miedos desaparezcan en sus brazos.
......
Abro los ojos adaptándome a la luz, me estiro con una enorme sonrisa en la cara y con esa sensación de felicidad me levanto de la cama, me aseo y salgo vestida para ir al instituto.
—Buenos días padres preciosos — Mi padre me saluda sonriente y mi madre solo me ignora. Toma su taza de café y pasa por mi lado como si no existiera — ¿Por cuánto tiempo más durara esto padre, ya no lo soporto?
—Debes tener paciencia cariño, aun no asimila que ya creciste— me siento y devoro todo mi plato súper rápido notando que faltan dos...
—Atenea mueve el trasero que llegamos tarde— aparece Zeus en mi campo de visión justo como lo predije —Bendición tío y chao.
Salgo casi corriendo con los gritos de Zeus, subo y para cuando quiero terminar de cerrar la puerta Zeus ya va en la esquina.
—Stop, ¿Por qué tanta prisa ratoncito? — voltea los ojos ignorándome por completo, le doy un golpe en el brazo que le desestabiliza la mano.
— ¿Qué te pasa? — Abro los ojos exageradamente por lo que él solo se ríe como retrasado.
—Ya se— grito de pronto. Zeus para en el semáforo y voltea a verme como si no le importara —Te llego Andrés de sorpresa— arruga el entrecejo esperando que le diga quién es Andrés por lo que solo me rio y bajo cuando llega al instituto.
A lo lejos veo a mi chico con su chaqueta de cuero negro tan características, a su lado un Mikhaelo con cara de querer matar al sujeto que esta llamando toda la atención en medio del patio.
—Saldré en la revista más famosa del mundo bajo la nominación de sexiest bad boy of the year—Llego al lado de Eros dejando que pase su brazo por sobre mis hombros susurrando en mi oído lo hermosa que estoy hoy —varias personas aseguran que ese lugar ya es mio.
Ruedo los ojos con lo que Hermes dice en medio del patio, de verdad que a veces se pasa de ridículo. Cierro los ojos tratando de buscar paz mental porque la voz de Hermes me taladra.
—Atenea Grey y Zeus Grey— Abro los ojos cuando lo escucho mencionar mi nombre —Los chicos más misteriosos de todos, ¿acaso no es un delito tener un amorío entre primos?
Los murmullos de las personas no se hacen esperar, la rabia incrementa en mí en niveles alarmantes.
—Parece curioso pero no es un delito, en cambio ser inmensamente idiota es algo con lo que tus padres te condenaron— Me alejo de Eros dándole la cara —Por esa razón no voy a tener un intercambio de ideas contigo. es decir, no quiero perder mi tiempo con quien tiene poca inteligencia.
Editado: 11.02.2022