Solo Un Latido MÁs

Capitulo Veinticinco.

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Eros Morón

Me termino de vestir decentemente y salgo contestando la llamada de Mikhaelo dado que necesito ponerlo al día.

—No pasan ni tres días y no sabes cuánto te extraño Wendy preciosa— Ruedo los ojos escuchando las tonterías de mi amigo.

—Como joder Peter Pan— se ríe mientras me cuenta que Capi ya entro en rehabilitación gracias a su primo Bruno, por su parte sé que Mikhaelo y yo nos costara más dejar ese mundo porque no es algo a lo que estamos obligados lo hacemos porque eso nos hace sentir que por un minuto alguien o algo nos quiere.

—Pumba sigue jodiendo aquí— Me rio llegando a la cafetería donde con señas pido mi desayuno, escucho de fondo la voz de mi chica y eso me alegra mucho el día.

—Ya Peter deja de ser tan cabron y ponla al teléfono que la extraño— Me dan mi desayuno que consta de dos waffles con fresas, los tomo retirándome a una mesa apartada para poder terminar mi llamada.

—Eros— la voz de Atenea inunda mis oídos llenándome el pecho de felicidad sintiendo como se me acelera el corazón, muerdo el primer waffles.

—Pequeña demente— la escucho reír.

— ¿Cómo estás?— trago grueso cuando su voz cambia aun tono triste.

— ¿Que sucede? — no me responde y por muy poco tiempo que llevemos de novios se de sobra cuando le pasa algo —Maniática no te quedes en silencio y dime ¿qué sucede?

—Te extraño, eso es todo— suspira y es ese suspiro el que me afirma que algo tiene, pero con lo orgullosa que es no me lo dirá.

Termina la llamada mandándome besos, pero la siento tan distante como si algo la estuviera presionando, termino mi desayuno con ese sin sabor que me deja el que Atenea no me digas las cosas que suceden.

Toco la puerta del laboratorio asignado y entro tomando la bata de médico que me entregan al entrar, digo de medico porque a veces me gusta pensar que eso soy, pero es solo una bata de laboratorio, Amahia está concentrada en la pizarra con unas fórmulas que no logra tener sentido si no le saca el enlace.

—C13H18O2— Voltea observándome con una sonrisa que demuestra lo agradecida que esta.

—Eso faltaba, si le añadimos el enlace a esta fórmula que sería el ibuprofeno tendríamos que un sedante anti dolores es más efectivo para los dolores musculares— salta en su lugar —Es perfecto.

Llego a su lado comentándole la enfermedad por la cual estoy aquí, pasamos más de seis horas en el laboratorio estudiando la muestra sanguínea que nos confirma que no se le puede obtener una cura directa dado que el componen principal de esta misma no congenia con ningún antídoto antes visto.

—Tengo una idea— me levanto tomando una muestra sanguínea al azar de un paciente X —Que sucede si creamos un virus para desactivar este virus y que luego de cierto tiempo dicho virus se destruya— los ojos se le iluminan al notar mi locura.

—Me duele todo mi hermoso cuerpo Eros así que vamos a descansar y mañana te presento con las dos personas que serán las primeras en probar nuestro tratamiento.

— ¿Pero Amahia esto? — No me deja terminar y solo sale del laboratorio dejándome solo.

Nadie logra entender que la llamada con Atenea me dejo lastimado porque presiento que su enfermedad está avanzando y en cualquier momento o peor aún la siguiente llamada será donde me avisen que la he perdido y eso no me lo puedo permitir.

—Si nadie me va ayudar yo solo conseguiré eso— Salgo a la cafetería con intenciones de pedir mi cena para luego volver al laboratorio.

Dos voces se hacen presentes cuando estoy cerca y a decir verdad suenan muy bien, a medida que me acerco puedo observar una cantidad como de 20 personas rodeando una mesa del centro, me acerco a la señora que atiende que está perdida en la voz, muevo la mano delante de ella y nada.

—Disculpe— no reacciona así que un viejo truco de Mikhaelo se me viene a la mente, veo la puerta de servicio abierta y paso llegando al lado de la señora, estiro la mano con la adrenalina al mil. Tomo un plato del estante y me sirvo dos hamburguesas extra queso, le agrego más salsa y tomo una coca cola.

Me quedo de espaldas a ella y devoro mi cena, no pensé que tenía tanta hambre. La comida que siento en mi boca es tan deliciosa que me la saboreo chupándome los dedos a medida que la salsa queda en estos. La música termina y con ella mi cena queda toda en mi estómago. Volteo y le dejo un par de billetes a la señora como propina por su buen servicio.

—Usted es un amor— le pellizco el brazo y la veo brincar volteando a todos lados, salgo con una sonrisa en la boca la cual desaparece tornándose en una apenada cuando veo que las dos personas del centro son Marcos y Alaska.

—Aun con ropa puedo decirte que tienes un lindo culo machote— me sonrojo y salgo corriendo del lugar.

Entro al laboratorio donde veo a una señora que luce como de unos 70 años, está limpiando una sangre del piso que Amahia dejo caer y esta tan concentrada que no nota mi presencia.

En este lugar nadie me nota, pero sin ropa todo mundo me mira qué demonios.

—Buenas noches— levanta la mirada y el trapeador de sus manos se le cae al piso, me observa como si no creyera que estoy en ese lugar tal como me miro la enfermera del primer día y como me mira medio instituto. — ¿Ya termino?




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