Solo Un Latido MÁs

Capitulo Veintisiete

Eros Moron

Eros Moron

Dos semanas sin descansar, dos jodidas semanas si poder comer bien sin poder respirar con toda la tensión en mi hombros. Siento que cada minuto que pasa mi amor por ella crece así como el de ella por mí disminuye.

—Atenea debe estar pensando que no la quiero o qué demonios porque no la llame no le explique ni la busque para decirle que Alaska no es nada mio.

—Si lo es— observo a Amahia entrar al laboratorio.

— ¿Que dices?

—Es tu paciente ¿no? Además recuerdas la cura que me ayudaste cuando llegaste, se la he administrado en diferentes puntos del cuerpo a Marcos porque quiso ser el primero en sacrificarse por su hermana sin que esta lo sepa y observa tú estos resultados.

La observo y tomo el examen bajando la vista poco a poco, SDF ha disminuido en niveles alarmantes solo tiene un 2% del virus en su cuerpo y el virus que le agregamos al cuerpo está muerto también.

—Esto no puede ser— ella sonríe y se tira a mis brazos dándome una abrazo cálido tal como lo haría una madre orgullosa de su hijo.

— ¿Interrumpo?

—Para nada pasa— Amahia lo invita a pasar y lo hace sentarse en una silla donde le coloca la banda para que su vena quede expuesta —El mérito es tuyo Eros así que adelante la última dosis te corresponde.

—Jack Frost que honor me haces— él sonríe como hace tiempo nadie me sonreía.

—De hecho te admiro sabes, Eros o Mikhaelo me devolviste la esperanza y con eso la ilusión de vivir, así que gracias.

Asiento y preparo la última dosis que lo dejara libre del virus que hasta la actualidad no tenía cura, Amahia activa la computadora lectora y le coloca las agujas que medirán el nivel del virus.

Preparo la inyectadora y con el orgullo en mis venas aplico la última dosis que lo pone a temblar mientras aprieta los dientes soportando el dolor.

Los picos en la pantalla suben y bajan, el pitido es horrible y una idea pasa por mi mente, Amahia no sabe que parte del virus que está curando a Marcos tiene parte de mis células, es mi sangre y por ende mi sangre en este momento calmara su dolor y será más fácil sacar el virus de su cuerpo.

Me separo por un momento dejando a Amahia ocupada viendo la pantalla, tomo una inyectadora y me saco sangre lo más rápido que puedo, le quito el suero que lo nutre, para cuando Amahia quiere protestar ya mi sangre va por sus venas, los picos empiezan a normalizarse y poco a poco su dolor va cediendo volviéndole el color a su rostro y esas ganas de vivir en sus ojos.

Amahia está impactada, no puede decir palabra alguna ambos volteamos a ver la pantalla que muestra sangre 100% limpia en su totalidad.

Brinco en mi lugar celebrando lo que acabo de lograr.

— ¿Me explicas?

—Hace cinco semanas cambie tu formula, accidentalmente me rompí el dedo con un tubo de ensayo con parte de la sangre con virus de SDF y mi sangre fue tan fuerte que mato el virus, así que estudie por noches mi sangre y tu formula y parte de tu formula tiene mi sangre lo que hace que los síntomas disminuyan y el virus muera.

—No lo puedo creer, eres un genio carajo tío— le sale más acentuado el español que a la propia Alaska que lo imita tan bien.

—Ahora, llévame a una cama por favor— asiento tomando a Marcos con ayuda de Amahia dejándolo en la camilla para que repose los efectos del virus.

—Si orinas sangre no te preocupes son residuos del virus que están saliendo de ti pero si orinas con sangre por más de cinco días si ven a verme de inmediato.

—Ahora dentro de poco deben de llegar los resultados de la sangre de Atenea, quiero ver si mi sangre también puede aportar para curarla.

—Eros, no quiero que te desanimes si lo que reflejan los exámenes no es lo que tu deseas ok

Asiento dándole la razón, termino de revisar cada parte del cuerpo de Marcos asegurándome que no tenga hematomas, que serían el primer signo de coágulos de sangre del virus dado que de una u otra forma buscara la forma de salir del cuerpo.

—Buenos días Doctora Sloan aquí tiene los estudios que pidió— se me erizan los vellos del cuerpo y me enderezo dejando que Amahia abra el sobre por mí.

Amahia da pasos atrás tocando la pared, la veo ponerse pálida y con esto deslizarse por la pared. Le arrebato el resultado de las manos y me quedo sin aire.

— ¿Qué demonios voy hacer ahora? — Mis piernas seden y mis rodillas impactan contra el suelo sintiendo el sabor del fracaso.

 




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