Solo Un Latido MÁs

Capitulo Treinta

 

Eros Moron

Eros Moron

Mi corazón se acelera, mi alma ruega que no sea lo que pienso, tengo las manos sudorosas y los ojos empapados de lágrimas.

—Quítate— empujo a Zeus a un lado, todo pasa tan rápido que solo soy consciente de la puerta que cae al piso dejándome ver lo que tanto miedo me daba.

—Ateneaaa— Mi grito la hace subir la mirada confusa mientras Zeus intenta pasar pero lo hago a un lado metiéndome en la tina de Atenea sin saber qué hacer, sintiendo el corazón en la garganta.

Esta desorientada, su mirada duele como recibir un disparo

Corro en su dirección metiéndome a la con ella, su sangre mancha mi ropa pero verla es lo que me destroza, se ve demacrada y débil y todo es mi jodida culpa.

—Aquí estoy maniática, aquí estoy jamás te dejaría sola— mi voz sale como un susurro atorado por el llanto que me permito ante su estado.

—Prometiste luchar y te fuiste dejándome— niego varias veces abrazándola llevando mi cabeza contra mi pecho

—Zeus tráeme algo con lo que pueda para la hemorragia— Zeus corre como loco buscando el botiquín que me pasa, los nervios no me dejan pensar bien pero con la poca cordura que tengo destapo el alcohol poniéndolo en contacto con la piel de Atenea. Con un poco de agilidad quito el seguro de la tina para el desagüé.

Ella grita rabiosa al sentir el contacto del alcohol en sus heridas, los latidos de mi corazón los siento en mis odios mientras por mi mente me la imagino muerta y ese pensamiento me hace abrazarla más fuerte, quiero protegerla que sepa que no está sola que estoy aquí y que la amo con toda mi alama, que perderla seria perderme a mí mismo y no estoy dispuesto a eso.

—No me alcanzara la vida para pedirte perdón, por no buscarte y explicarte por quedarme en ese lugar pero era necesario— Atenea no tiene idea de las noches en velas que pase penando en como curar su enfermedad, los días completos sin comer y el estrés que me producía no tener una cura posible.

Le beso la frente como muestra de que sigo besando sus pensamientos y sus logros, ¡Joder! Como duele verla en ese estado.

La hago a un lado colocándome detrás de ella, pego su cabeza de mi pecho dejando que ahora el agua de la tina nos moje a los dos.

—Zeus busca mi teléfono y abre la carpeta que dice formulas, en la lista que dice Atenea ve a la farmacia y consígueme todo lo que dice la lista, no preguntes ve lo más rápido que puedas lo he logrado a medias pero casi lo tengo es peor de lo que pensé.

— ¿Que estás diciendo? — cuestiona Zeus, pero no es el lugar debo tranquilizar a Atenea primero.

—No me discutas Zeus y ve dile a Mikhaelo que te ayude a conseguir los polvo él sabe dónde.

No tengo otra forma más que abrazar a mi chica, abrazarla hasta que entienda que debe seguir aferrada a la vida. Su voz empieza a sentirse con una daga en mi pecho cuando escucho la canción se sale de sus cuerdas bocales dándome la estocada final que me pone a temblar.

So cold alone

Could you be my blanket?

Surround my bones

When my heart feels naked

No strength, too weak

I could use some saving

And your love, so strong

—Algún día mi enfermedad me va a matar así que déjame morir ahora, mi única felicidad eras tú y mi padre, mi madre ya ni me determina Eros déjame morir— Pensar que su canción era la estocada final es estúpido cuando lo que acaba de decir me deja al borde de ña muerte a mí también.

—No te dejare morir, porque yo te amo Atenea Grey te amo

No sé qué decir o qué demonios hacer así que solo le digo miles de veces que la amo con toda mi ridícula y patética vida, sus lágrimas sigue saliendo tornando el ambiente frio y doloroso de ver

— Ahora más que nunca estaré contigo porque te amo como jamás he amado a alguien, no te rindas, no justo ahora.

— Dame un motivo— su voz sale como una súplica que me calcina los sentidos.

—Te daré todos los motivos que quieras, hermosa solo lucha saldrás de esta porque las personas como tú que brillan con luz propia sale de esto y de más hasta con el alma rota.

Su silencio al ahogar sus lágrimas me lástima porque sé que no tengo remedio.

—Atenea entraste a mi corazón cuando más podrido estaba. Me demostraste que podía volver a amar aun sabiendo cual era mi pasado y mira que así me aceptaste, con el corazón en mil pedazos... Desde ahí, créeme que entendí que en tus brazos era el lugar donde pertenecía, las drogas me ayudan a volar alto y dejar de sentir pero no se comparan al efecto que causas tú en mí, tú me amas y jamás en la tierra existirá alguien que te amé como te amo yo a ti.

Me levanto ayudándola a levantarse conmigo, cierro el agua observando a mi chica en un estado que deprime y asusta, la dejo contra la pared quitando su camisa y su pantalón de pijama rodando los ojos ante sus bragas de pokemon.

Se pone roja, suena su nariz y acto seguido sus ojos me miran como jamás nadie me ha mirado y es que una mirada dice más que mil palabras y sus ojos y los míos se están diciendo cuanto se aman.

—Eres perfecta por favor nunca lo olvides— le coloca el paño y la ayudo bajándole las bragas por debajo del paño, intenta dar un paso pero sus piernas están débiles así que la alza en brazos metiéndola a la cama.

—Atenea es hora de que sepas la verdad— no me puedo callar esto, no puedo guardar silencio.

—Tengo frio amor— No puedo causarle tal daño pero tampoco puedo dejar que siga pasando.

Retiro las sabanas, me despejo de mi ropa quedándome en bóxer y metiéndome a su lado, la abrazo dándole de mi calor, sus labios le tiemblan mientras sus piernas se entrecruzan con las mías. Atenea se aferra a mi pecho como si yo fuera un espejismo.




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