Solo Un Latido MÁs

Capitulo Treinta y uno

 

Eros Moron

Eros Moron

Abrazar a la persona que amas es uno de los sentimientos más hermoso del mundo, sentir que la tienes contigo y que le perteneces tanto como ella a ti es sin duda el premio más grandioso del mundo.

La mano de Atenea se mueve por mi abdomen de arriba abajo erizándome la piel, su mejilla se frota contra mi pecho acelerando mi corazón.

—Atenea, para por favor— sube su mirada la cual se ve diferente.

—Eros no se hacer esto pero te deseo ¿Acaso tú no me?

La observo con ternura, y beso sus labios, su beso me aclama y su piel me incita a tocarla.

—Créeme que si te deseo— la vuelvo a besar dejando que su espalda repose en la cama subiendo encima de ella. —Pero es que deseo hacerte cosas que no alcanzas a imaginar.

—Eres un pervertido Eros— sonrió subiendo y bajando las cejas

—Si soy un pervertido, pero, un pervertido que te ama y el cual será tú futuro esposo.

Atenea sube un poco apoyándose en sus brazos, me mira y mi sonrisa sale tan natural que provoco la suya.

— ¿Qué acabas de decir Eros Morón?

—Atenea Grey, ¿Quieres darme el enorme honor de convertirme en tu esposo?

Por qué eso es, es un enorme honor convertirme en su esposo, amante, confidente y amigo.

—Sí, claro que si— se ríe besándome una y otra vez riendo en medio de besos sabor a vida y a un enorme futuro juntos.

— ¿Qué demonios veo? — Mikhaelo entra creando un drama que pone tanto a Atenea como a mí nerviosos porque esto puede parecer confuso, confusión que desaparece cuando mi chica se pone a reír.

— ¿Dónde están las cosas que pedí?

—Animal que le haces a mi prima— Ruedo encima de Atenea tirándome al piso cuando Zeus se le tira a ella para alcanzarme, Atenea lo abraza con las piernas y todos nos quedamos muy quietos cuando mi mirada no para de ver los perfectos pechos que le adornan el pecho a ella.

—Viste que si eres un pervertido— ella se tapa sonriendo mientras yo salgo de mi embelesamiento.

—Te dije que sí lo era pero que también soy

—mi futuro esposo.

Tanto Zeus como Mikhaelo se quedan pasmados en su lugar, encuentro mis pantalones pero ni hablar no me los pondré con lo frio y húmedo que están, saco la cajita que contiene el anillo, me acerco a la mujer más hermosa del mundo tomándole la mano.

—Pareces un tamal mi amor— ella rueda los ojos

—Tú pareces un prostituto—niego colocándole el anillo

— ¿Se acostaron o no? — y es que Mikhaelo sin decir estupideces no es Mikhaelo.

—Obvio no, el solo me saco de la tina idiota— Atenea le tira una almohada —ahora salgan mientras me visto y tu Eros toma una bata de baño del closet.

Es así como paso el ridículo de mi vida cuando el padre de Atenea me mira vestido con una bata rosada.

—No es lo que cree— salgo corriendo escaleras abajo mientras las voces de Mikhaelo y Zeus apuestan porque el padre de Atenea va a matarme, subo y bajo de los sofás mientras el señor maniático me sigue con una escoba ¿De dónde demonios saco una escoba?

Atenea se hace presente con un pijama y sigue a su padre quien me sigue a mí mientras los dos idiotas siguen apostando.

—Detente en este momento sabandija— me grita.

—No soy una sabandija que le pasa, soy su nuero

—Vamos lagartija detente.

—Me dijo sabandija o lagartija decida pero de los dos soy el futuro esposo de su hija.

Se detiene logrando que Atenea choque con su espalda y yo por menso lo miro y sigo corriendo al punto de golpearme con la pared.

— ¿Qué dijiste?

—Señor su hija me gusta, mi única intención es quererla y amarla— insisto los idiotas de arriba están más idiotas que yo.

—No me salgas ahora con que, con qué cara te atreves a decir que te gusta mi hija tienes agallas— Atenea parte a reírse cuando su padre sigue la canción y mientras Zeus se aguanta el estomaga para no llorar de tanto reír.

—Con su permiso lo entiendo perfectamente, no quiero que malinterprete lo siento solo vine hasta aquí para poderle decir su hija me gusta mi única intención es quererla y amarla.

—Ya lagartija calla y ven a darme un abrazo— me paro con la mirada más indignada del mundo, no soy dramático pero.

—Me llamo lagartija, no soy lagartija— muevo las manos de manera exagerada.

—Ya amor no seas dramático.

—No soy dramático Atenea Grey, yo no soy dramático— ella rueda los ojos, sus primos bajan y la cara de Mikhaelo sigue roja como tomate de tanto reír.

—Ya que están todos podemos hablar, es una de las razones por las que estoy aquí— mi cambio de expresión y de humor hace que todos los presenten se pongan serios de inmediato.

— ¿Eros que sucede?

—Pasemos a la sala— nos propone el padre de Atenea.

Me amarro bien la bata rosa de Atenea que me queda súper ridícula casi a las rodillas, Atenea es más baja que yo peor no pensé que tanto así. Estoy nervioso porque esto no es fácil de decir.

— ¿Primero que nada quien te compra las gotas para los ojos Atenea?

Tanto su padre como su primo Zeus se quedan en silencio viéndose uno al otro, la situación es agobiante porque estoy hablando de la salud de ella y me desespera saber todo esto y tenerlo atorado en la garganta.

—Mi madre— responde mi futura esposa sin dudar.

—No es fácil lo que diré así que ven aquí amor— le extiendo la mano para que se siente a mi lado subiendo sus piernas sobre las mías.

— ¿Qué pasa demonios?

—Atenea me fui lejos de ti porque debía encontrar una cura para tu enfermedad fue la meta que me propuse para que no sufrieras más— sus ojos se cristalizan y eso es un factor encontra porque me cuesta más hablar. —Me fui a Italia donde conocí a la chica de la foto, por alguna extraña razón nadie me permite decir mi apellido es algo que debo investigar pero no pasó nada jamás sería capaz de engañarte porque te amo con mi vida.




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