Eros Morón.
Los miedos los voy dejando atrás, las inseguridades también y el hecho de que ya sea mi esposa me regala la mejor de las sensaciones. Subimos a su habitación donde su padre nos ha dejado quedarnos mientras ella vuelve a su tratamiento en la clínica.
Ella pasa dejándome pasar detrás de ella, me guía al centro de la habitación enamorándome con la vista que me regala de su vestido, cierra la puerta con seguro y jamás en mi vida estuve tan ansioso por besarla.
Regresa parándose delante de mí, me guiña un ojo y es que con todas las ganas del mundo puedo gritar que soy inmensamente feliz porque la tengo y porque soy feliz con ella en mi vida.
—Hoy besaré tu mente, besando primero tus pensamientos y tu forma de ser— empiezo dándole pequeños besos por toda su carita preciosa — Ahora besaré tus labios para que sepas que besaré cada parte de tu cuerpo, besaré tu representación como mujer que son tus curvas, tu sonrisa y tu hermosura.
Le doy la vuelta abrazándola por detrás a medida que toco lentamente su vientre.
—En esta parte sagrada le darás vida a nuestros descendientes.
—Te amo Eros.
Nos fundimos en un beso que me hace mover las manos a la parte donde están las trenzas de su vestido, metiendo las manos por dentro de él quitándoselo lentamente.
Puedo sentir en el roce de mi piel con la suya como su piel se eriza, como su respiración se acelera y como su corazón late tan rápido como si fuera a explotar.
Termino de desvestir a la mujer que lleva mi apellido y es nunca me ha gustado decir que algo es mío porque suena machista pero ¡Joder! Que bien suena decir que Atenea es mía y solo mía.
Ella hace lo mismo conmigo tomándose su tiempo para quitarme la ropa, en medio de besos la llevo a la cama dejando su hermoso cuerpo expuesto para mí.
Las primeras gotas de lluvia anuncia una tormenta, la cual no está aquí para arruinar nada más bien está aquí anunciando el principio de nuestro amor eterno el cual sobrevivirá más allá de toda la adversidad, en estas cuatro paredes entro en mi pequeña maniática la cual cierra sus ojos presos del dolor por ser su primera vez.
Lentamente retomo el movimiento logrando que se adapte a mi tamaño, su rostro cambia de verse adolorido a uno lleno de placer cosa que me pone la respiración al mil.
El mejor sonido del mundo es su voz, pero su voz gimiendo mi nombre es una jodida bendición.
Pensar en un ser que sea como ella físicamente y como yo por dentro me vuelve loco, porque sería una versión mejorada de nosotros y nuestro amor es decir un Dios Griego en todo su esplendor.
Las paredes de Atenea se contraen apretándome anunciando su orgasmo que se une al mío cuando ambos acabamos, me tiro a un lado de ella dejando que suba en mi pecho donde la abrazo para que sepa que estoy aquí para protegerla siempre.
—Te Amo pequeña maniática.
La veo cerrar los ojos y con ese acto los míos se cierran por igual.
5 Semanas después de la boda.
—Atenea mi amor bueno días— le doy un beso en la boca a mi esposa quien esta acostada en su camilla, la habitación 209 parece más nuestro hogar que otra cosa.
—Buenos días, esposo mío— me siento a su lado pasándole el desayuno que prepare con tanto amor para ella, mientras devora su desayuno reviso su expediente para ver la evolución del tratamiento.
—Buenos días, tortolitos— entra Mikhaelo acompañado de Alaska.
— ¿Es que me perdí de algo? — menciona Atenea con la boca llena al verlos de la mano.
—Querida Pumba no fastidies tan temprano quieres, ya suficiente karma tengo con la copo de nieve aquí presente.
—Idiota— lo golpea mi hermana.
Mikhaelo se acerca para saludar a su prima dejando que mi hermana me salude a mí.
— ¿A qué demonios hueles Mikhaelo? — Atenea lo rechaza cuando se le acerca corriendo al baño cuando las arcadas no las puede controlar. Desde nuestro lugar podemos escuchar como vacía su estómago, así que corro a su lugar tomando su cabello.
—Vete no quiero que me veas así— sonrió con ternura.
—En las buenas y en las malas fue lo que prometimos. — la ayudo a levantarse y lavarse los dientes volviendo a la habitación donde las dos personas presentes no saben qué decir.
—Pumba yo... Mikhaelo se le intenta acercar y otra vez las arcadas la mandan al baño, vuelvo con ella repitiendo el procedimiento obligando a Peter a salir de la habitación donde Atenea me obliga a mí a colocar de mi perfume que si tolera.
—Buenos días, alegría, la tierra y Neptuno les dice jódanse— entra Zeus con un humor repentino extraño
Pasa directo al lado de su prima dándole una cajita, Atenea la abre con tanta ilusión devorando su contenido que no es más que su debilidad, torta de Nutella.
Lo devora tan rápido que no toma pausas como si llevara meses ansiado comer eso, cuando se le termina mira a todos lados y vuelve a correr al baño vomitando todo.
—Zeus llama a la doctora debemos repetir estudios— su primo vuela de la habitación.
—Amor— Atenea se queda con la cara contra el retrete sin responder —Maniática loca dime algo— de pronto se empieza a reír como loca y cuando empiezo a reír con ella de la nada se pone a llorar
Editado: 11.02.2022