Contar ovejas no funcionó.
Jeongin se volvió sobre su espalda con un suspiro. Él escuchó la respiración de Wonyoung, tratando de dejar que lo amodorrara hasta dormirse.
Eso no funcionó, tampoco.
Su novia podría estar durmiendo a su lado, pero la persona que ocupaba su mente estaba abajo, emborrachándose; Hyunjin, su mejor amigo. Suspirando de nuevo, Jeongin se sentó y enterró sus dedos en su pelo. Retuvo el aliento y forzó su audición. La casa estaba completamente silenciosa.
Habían pasado horas; a lo mejor Hyunjin había finalmente ido a acostarse. Y a lo mejor todavía estaba bebiendo frente a la chimenea. Apretando la mandíbula, Jeongin miró hacia la puerta. Él no debería. No debería ir abajo. Eso no cambiaría nada. No había nada que él pudiera hacer por Hyunjin.
Después de todo, él era la razón por la que Hyunjin estaba bebiendo.
… “¿No ves lo cruel que es esto? ¿No te importa? Lo estás quebrando.”…
La voz del primo de Hyunjin resonó en su mente, una y otra y otra vez, cada palabra como un puñetazo en el plexo solar.
Jeongin cerró los ojos, tratando de bloquearlo. Él no tenía intención de revelarle a Chan que sabía acerca de los sentimientos de Hyunjin por él. No se suponía que lo supiera nadie. No se suponía que Hyunjin debiera saber que Jeongin ya lo sabía.
Ahora, Jeongin no podría dejar de preocuparse. Chan había prometido no decirle nada a Hyunjin, pero Jeongin no estaba seguro de poder confiar en el tipo, se lo veía bastante enojado más temprano esa noche.
… “Él no es tu padre. Él no es tu hermano mayor. Él no es un monje. Él es un hombre saludable en su mejor momento. Si lo amas tanto como afirmas, dejarás de ser una pequeña mierda egoísta y lo dejarás ir.”…
Chan tenía razón, por supuesto: Jeongin era heterosexual, tenía una novia que amaba y no podía darle a Hyunjin lo que quería. Lo correcto sería decirle a Hyunjin, que él sabía sobre los sentimientos suyos hacia él, y que cualquier cosa entre ellos era imposible.
Hubiera sido más amable permitir a Hyunjin dejarlo y encontrar a alguien más para amar. Excepto que Hyunjin no podía dejarlo. Incluso pensar en ello hacía que su estómago se retorciera en un nudo doloroso y una oleada de pánico le atravesara todo su cuerpo. Dios, esto estaba tan jodido. Jeongin le había dicho a Chan la verdad: realmente se alegraba de no ser gay. Si él era así de necesitado y dependiente, cuando no quería a Hyunjin de ese modo, Jeongin no podía imaginar la pegajosa ruina que habría sido, si él realmente quisiera a Hyunjin de esa manera. Era lo suficientemente malo ya.
Por el amor de Dios. Él era una estrella del fútbol en ascenso y millonario. No se suponía que se sintiera de esa manera aún. Ya no era un adolescente. Ya no estaba paralítico. No se suponía que todavía sintiera como que Hyunjin fuera su ancla.
Él tenía dieciséis años cuando se dañó la columna vertebral durante algún partido amistoso sin importancia, aquí en los Estados Unidos. El club lo había colocado en el centro de rehabilitación donde Hyunjin estaba haciendo su residencia, y Hyunjin había sido asignado como su fisioterapeuta. Durante diecisiete largos meses, Hyunjin había sido su mundo; él había sostenido la mano de Jeongin mientras trataba de mover sus extremidades, limpiado el sudor de la frente de Jeongin, lo había animado y elogiado cada pequeño logro suyo. Todo el mundo había pensado que la carrera de Jeongin había terminado antes de que incluso hubiera comenzado adecuadamente, los médicos no eran optimistas sobre sus posibilidades de caminar de nuevo, mucho menos de regresar al fútbol, pero Hyunjin le hizo creer que podía hacerlo.
Y así lo hizo.
El día en que dio sus primeros pasos sin caerse, Hyunjin lo abrazó con fuerza y le susurró, con voz llena de orgullo: “Éste es mi niño.” Y Jeongin no quiso soltarlo jamás. Hyunjin era suyo. No sabía lo que habría hecho sin él. Él aún no lo hacía, de hecho.
Él podría tener veinte años ahora, él podría ser capaz de caminar de nuevo, él podría ser un jugador estrella en un club Inglés de los mejores, pero nada había cambiado sobre la forma en que se sentía por Hyunjin. Se sentía verdaderamente en paz, solo cuando Hyunjin estaba con él. Si pasaba unos pocos días sin ver a Hyunjin, comenzaba a sentirse fuera de balance y malhumorado, lo que era enfermizo en tantos niveles que Jeongin no podía incluso admitírselo a los psicólogos del club.
Pensarían que estaba loco, y tendrían razón. Infiernos, él pensó que estaba loco por autoinvitarse cuando Hyunjin decidió pasar sus vacaciones con su familia en los Estados Unidos. Afortunadamente, o desafortunadamente, coincidió con que Jeongin se estaba todavía recuperando de una pequeña lesión en el tobillo, o no habría sido capaz de dejar Inglaterra durante el apogeo de la temporada de fútbol.
No había querido traer a su novia consigo, pero no pudo decirle a Wonyoung por qué exactamente no quería que viniera. Ella no sabía acerca de los sentimientos de Hyunjin; ella no sabía que su presencia sería dolorosa para Hyunjin. Jeongin se pellizcó el puente de la nariz. Joder, ¿por qué todo tiene que ser tan complicado? Si tan sólo Yoongino hubiera desarrollado algo por él… Excepto… Excepto que a él tipo que… a él no le molestaba.
La embarazosa, vergonzosa verdad hizo que las mejillas de Jeongin se calentaran. Sabía que era terriblemente egoísta. Él no podía estar complacido de que Hyunjin tuviera sentimientos no correspondidos por él ,y no lo estaba. Hyunjin era la persona más agradable que conocía. No había nadie en el mundo que mereciera más la felicidad que Hyunjin. Pero Jeongin no podía negar que a una parte suya le gustaba que Hyunjin no estuviera enamorado de alguien más.
Si fuera honesto consigo mismo, antes de que hubiera descubierto que Hyunjin tenía sentimientos por él, había estado asustado de que Hyunjin se enamoraría de algún idiota que no lo mereciera y que ese idiota se llevaría a Hyunjin lejos de él.