Solo un poco retorcido ❃ Hyunin

♡ : CAPÍTULO I

La señora Kang iba a matarlo.

Jeongin miró su reloj e hizo una mueca. Ya era la una de la mañana; él había prometido a la señora Kang que no iba a volver a casa después de la medianoche.

Preparándose, abrió la puerta tan silenciosamente como pudo. Dayeon era de sueño ligero.

Jeongin cerró la puerta, estremeciéndose cuando crujió. Maldita sea.

—¿Sr. Yang?—, Dijo la señora Kang, frotándose los ojos y sentándose en el sofá.

Jeongin miró a las gemelas, pero ellas no parecían haber despertado. Se acercó a su niñera. No le tomó mucho tiempo: el apartamento era pequeño.

La señora Kang estaba frunciendo el ceño profundamente, una mirada triste en su rostro.

—Lo siento—, dijo Jeongin antes de que ella pudiera decir nada. —Estoy realmente, realmente arrepentido. No pasara nuevamente, lo juro. No podía volver antes. Fue una noche tranquila, y no he conseguido muchas propinas. Yo no tenía suficiente dinero para pagarle por esta semana, así que terminé quedándome hasta que lo hice.

Los labios de la señora Kang fruncidos. Ella suspiró.

—Sr. Yang, Jeongin. Entiendo su situación, es la única razón por la que sigo aquí, pero debes entender la mía, también. Tengo una familia, también, pero me paso hasta quince horas al día aquí, cuidando de dos enérgicas niñas de cuatro años. No me paga lo suficiente para eso.

—Voy a encontrar otro trabajo— dijo Jeongin rápidamente, tratando de sofocar el pánico creciente en su pecho. ‘Voy a encontrar un mejor trabajo y le pagaré más’—Ella suspiró de nuevo, sacudiendo la cabeza. —Eso es lo que dijo el mes pasado, Jeongin.— Miró a las niñas. —Admiro su dedicación, pero no puede seguir así. Solo tiene veinte años. Se merece algo mejor. Ellas se merecen algo mejor, también. ¿Por qué no les encuentra una buena familia?

—No.— dijo, su voz dura. —Ellas ya tienen una familia. Me tienen mí.

—Apenas le ven. Preguntan por usted todo el tiempo. Ellas le extrañan.

Jeongin miró hacia ellas. Dayeon y Nayeon dormían enroscadas una hacia la otra, sus mejillas regordetas casi se tocaban.

Se le formó un nudo en la garganta.

—Las extraño, también.— Él miró a la señora Kang. ‘Por favor. Encontraré una solución. Realmente no volverá a suceder.’ Pescando su billetera del bolsillo trasero, le dio a ella todo el dinero que tenía. —Aquí, tome esto.

Ella negó con la cabeza, pero aceptó el dinero.

—Piense en lo que le dije, Jeongin.— dijo antes de tomar su bolso y salir.

Jeongin cerró la puerta y volvió a la cama. Se arrodilló junto a la cama, apoyó la barbilla en el colchón, y se quedó viendo a las gemelas.

La luz tenue hizo que su pelo negro azabache brillara de una manera hermosa. Parecían pequeños angelitos.

Jeongin cerró sus ojos. Dios, estaba tan cansado, pero dormir era la última cosa en su mente. No necesitó abrir la heladera para saber que se quedaron sin comestibles: sabía cuánto tiempo les llevó agotarse. Ellos no tendrían nada qué comer el día después de mañana.

La desesperación arañó su garganta. Luego vino el resentimiento y la ira.

Jeongin se los quitó de encima. Estar enojado con sus padres por tener numerosas deudas, morir y dejarlos sin un centavo era inútil. Él no podía permitirse el lujo de perder el tiempo. Necesitaba dinero. Ahora.

¿Pero cómo? Él ya tenía dos empleos.

—¿Jeongin?

Jeongin abrió los ojos. Una de las niñas ya no dormía. Una oleada de pánico lo recorrió cuando se dio cuenta de que ya no podía distinguirlas. ¿Era Dayeon o Nayeon?

—¿Bebé?— Graznó a través del nudo en su garganta.

La niña se sentó lentamente, con cuidado de no despertar a su hermana, y Jeongin exhaló. Era Dayeon: ella era más madura y considerada que Nayeon, quien era frecuentemente una pelota de energía sin dirección.

Dayeon se acercó a él, y Jeongin la levantó en sus brazos.

—Hey, princesa—, susurró, besándola en la sien y respirando su dulce aroma.

—Estás en casa—, dijo Dayeon, envolviendo sus pequeñas manos alrededor de su cuello. —Te extrañé.

—Yo también—, Jeongin murmuró, acariciando su espalda. Lo siento. —¿Te divertiste mientras yo estaba fuera?

Dayeon asintió.

—Jugamos mucho, pero el Halcón no nos dejó salir fuera.

—No llames a la señora Kang así.— A pesar de que tuvo que reprimir una sonrisa. —¿Algo más?

—Un hombre grande vino después del desayuno. Él tenía una carta para ti, pero el Halcón no nos dejó que la tocáramos.

—Una carta, ¿eh?— Jeongin se puso de pie, sosteniendo a Dayeon junto a su pecho, y caminó hacia su escritorio. —Vamos a ver.

Agarró el sobre y volvió a la lámpara en la mesa de luz. Él entrecerró los ojos ante él y su estómago cayó cuando vio de quién era.

—¿Qué es?— Preguntó Dayeon.

Jeongin abrió el sobre, sacó el pedazo de papel en el interior y comenzó a leer.

—… calificaciones inaceptables… en caso de no lograr mejorar…la beca será revocada a menos que el estudiante logre…

El papel se le cayó de los dedos al suelo y él no se dio cuenta.

—¿Jeongin? ¿Algo malo pasó?

Miró abajo a los ampliamente abiertos ojos avellana de Dayeon y forzó una sonrisa.

—No, calabaza. Todo está bien.— Enterró la cara en su pelo y cerró los ojos.

Cuando llovía, lo hacía a cántaros.

 



#2106 en Fanfic
#13676 en Novela romántica

En el texto hay: hyunjin, straykids, jeongin

Editado: 01.06.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.