Las luces de los helicópteros parpadean de un lado a otro; los guardianes caminan una y otra vez por el pasillo y yo espero a que vengan por mi para ir a mi muerte. Busco con mi mente una salida pero no se me ocurre ninguna. Me quedó viendo los muebles que alguna vez fueron míos, por última vez, susurro un adiós. Quién diría como llegué hasta aquí. Nadie lo podía predecir. Creí que era una canción común y corriente, que sólo escribía música. No podría estar más equivocada. Lo peor de todo es que no moriré yo sola, sino que él también lo hará. No hizo nada más que ayudarme con la melodía ¿Acaso es algún crimen hacer música? Tal vez para nuestro país sí.