Aun así el pobre Rubén seguía muy aburrido comiendo un pedazo de pastel cuando una mostrenca chica de cabellos multicolores tropieza con la mesa, derramando así toda su bebida en la camisa de nuestro querido amigo.
__ ¡Perdón!, Dios, ¡que desastre! –Dijo la chica-
Pero no se equivocaba porque al intentar limpiar la bebida de la camisa con una servilleta de tela, ella mancho su vestido con el pastel.
__ Mi hermana me matará –se quejó sentándose al lado de Rubén, mientras se quitaba los restos del pastel-
__ Lo siento –se disculpó Rubén pasándole otra servilleta-
__ No te preocupes, ha sido mi culpa –le comento restándole importancia al asunto- me llamo Ema –extendió su mano hacia nuestro amigo-
__ Rubén.
Este es el punto de la historia en el cual tendría que decir que hubo una corriente entre sus manos que produjo una chispa, la cual creo un sentimiento que jamás habían sentido, pero… Lamento decirte que no fue así, pasaron los minutos y no volvieron a intercambiar la palabra, lo que dio lugar a esos incomodos silencios, de los cuales nadie sabe escapar.