Solo una oportunidad

28

"¿REGRESÓ?"

El tiempo no perdona ya paso más de una semana desde que Steven se marchó a Italia, siento que perdí a mi mejor amigo y por ello mi mente todas las noches juega conmigo hasta dormir, me lamento no haber disfrutado más tiempo con él, ya no sabía cuándo lo volvería a ver. Lo extraño demasiado, Erica viene de visita cada día para tratar de animarme, pero nada. Solo quiero que regrese él. En tan poco tiempo lo llegue a querer demasiado, es como un hermano para mí. Es como el hermano que no es Miguel

Decidí limpiar un poco para distraerme y estando tan metida en mis pensamientos escuché como sonó mi celular.

Llamada telefónica

-¿Sí?- dije al descolgar

-familiar de la señora Elizabeth Vera

- si habla su hija ¿Ocurrió algo? ¿Por qué me llama?

-podría venir al hospital central, su madre fue encontrada casi sin vida en uno de los callejones de la ciudad y necesitamos una firma para su atención.... ¿hola?

Ya no pude escuchar nada más, no podía creerlo mi madre está casi muerta en el hospital.

-voy inmediatamente, gracias.

Sin más llame a mi hermano y mi padre que por cosas rara estaban juntos.

-Miguel.

-para que llamas mujer, estoy ocupado.

-es mamá.

-¿Que tiene mamá?

-sufrió un accidente está en el hospital central necesitan una firma y yo aún no soy mayor de edad.

-trata de tranquilizarte, voy con papá para el hospital, ahí te vemos.

Fin de la llamada.

Me cambié de ropa, ya que la que tenía estaba toda sucia y salí de la casa un tanto nerviosa y me topé con Matías.

Tanto tiempo sin verte y ya estás aquí.

—¿Estás bien? Elisa ¿Que tienes?— me pregunto evidentemente preocupado

—sí creo..., ¿puedes llevarme al hospital central?— no pensaba lo que hacía.

—si claro vamos

Sin más entramos en el auto. En el auto el me miraba y miraba de reojo, pero lo hacía.

—¿Qué pasó?

—mi mamá, es mi mamá, la encontraron casi sin vida en un callejón—. No sentía ni dolor, ni pena, no sentía nada y eso me preocupaba.

Matías ya no dijo nada y se concentró en manejar y agradecía por ello.

Cuando llegué pregunté por ella.

—señorita, me llamaron de aquí, la señora Elizabeth Vera ¿Dónde está?

—si la señora se encuentra en UCI, venga conmigo por favor.

Matías me acompaño en todo momento y la enferma no le quitaba el ojo y eso me molestó.

"Celos" susurro mi conciencia, solo negué no era momento de estar celosa, y me hicieron ponerme una bata de hospital para poder verla.

Cuando la vi, mi corazón se rompió en mil pedazos, mi madre una mujer muy hermosa a comparación mía, estaba mal, su rostro estaba irreconocible, estaba congelada en ese momento.

—madre por favor lucha— sostuve con delicadeza su mano, estaba fría, sentí un apretón en mi mano

levanté mi vista y solo vi cuando ella abrió los ojos y los volvió a cerrar en cuestión se segundos una de las máquinas emitió un sonido extraño.

—señorita, tiene que retirarse— me decía una enfermera, solo sentí como Matías me abrazaba para sacarme de esa habitación y él estaba tratando de consolarme o algo así, no reaccionaba estaba en shock.

Después de eso solo sentí como mi hermano lleno de lágrimas me sacaba de ese lugar para ver a papá, y por primera vez en años mi hermano me volvía a abrazar y sentía que había pasado muchísimo tiempo.

No era necesario preguntar qué había pasado. Mi corazón lo sabía, mi madre falleció, dejo este mundo y por alguna extraña razón no llore, no emitía palabras ya que de alguna manera yo sabía que ella donde estuviera igual haría de las suyas.

Los oficiales nos dijeron que intentaron robarle y que ella opuso resistencia, eso me pareció raro ya que ella siempre decía que si nos robaban nos dejarnos quitar todo. Que la vida es más preciada que unos artículos, que se pueden recuperar.

Mi padre organizó el funeral y de mi familia el único que se acercó para darme el pésame fue un primo al cual no veía en años, a mi abuela intenté abrazarla, pero se negó rotundamente alegando que seguramente yo la mate, no permanecí en esa habitación y cuando llegó el día del entierro todos lloraron, pero yo no podía, no llore y eso enfureció más a mi familia y me tildaron de egoísta.

A los 3 días mi abuela vino a casa y en completo silencio guardo todas las cosas de mi madre, las guardaba cuidadosamente, como si fueran burbujas que al solo rozar se reventarían y cuando estuvo a punto de llevarse un collar que le regaló papá por su aniversario yo se lo quité y mi abuela no opuso resistencia al salir solo me miró y negó con la cabeza. Ahora sí perdía a toda mi familia, ya no había vínculo ni nada, días después todo se volvió peor, a mi hermano no lo veía ni al despertar y al anochecer solo sabía que estaba con su novia, en cuanto a papá, él estaba trabajando o eso me decía.

Ya paso varias semanas del fallecimiento de mi madre. La casa no era lo mismo, no había quien me gritara por hacer la limpieza o por hacer el desayuno, no había a quien cocinarle salvo a mí, yo quedé como dueña y señora de la enorme casa, el silencio era lo más doloroso.

Matías no me dejó en ningún momento, lo cual estoy muy agradecida con él.

—nena, debo ir a ver unas cosas de mi papá, vengo por ti para ir a una cafetería, necesitas distraerte— Matías siempre preocupado.

—no, no es necesario, descuida estaré bien, ve con cuidado.

Aproveché que estaba sola y fui a la florería y ya estoy rumbo al cementerio con rosas blancas, sus favoritas. Una vez me contó que en su boda todas las flores fueron blancas, que incluso papá le regalaba ramos de rosas blancas, adoraba las flores blancas, siempre le daban paz, antes de que muriera Karina mi casa estaba siempre con rosas blancas o rojas, era hermoso despertar y ver que en cada rincón había rosas de todo color.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.