Solo una oportunidad

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“SONRISAS Y TRISTEZAS”

Ya pasaron 3 días desde el secuestro de Steven, fue tan rápido 3 días. Sigo esperando llamadas o algo así, eso suelen hacer en los secuestros, pero nada. La policía no me informa nada y me dicen que ya vendrán las noticias y esto es desesperante, necesito saber de él. Matías cada día me trata de animar, pero no es igual. Si bien es agradable pasar tiempo con él, necesito saber de Steven, necesito saber de mi mejor amigo. Además, que siento que Matías algo me esconde, pero no lo agobio con mis dudas él es muy amable conmigo y confió en que en algún momento el me lo dirá, o eso espero.

Me duele mucho pensar que puedo perder a Steven, él es mi mejor amigo. Él es mi verdadero hermano.

–cariño ¿quieres ir por un helado? Han abierto una nueva heladería y me han dicho que están riquísimos– la mamá de Steven interrumpió mis pensamientos y me hice muy amiga de la señora, descubrimos que tenemos muchas cosas en común entre ellas la lectura por eso en su casa había muchos estantes con libros. Y ella le había inculcado la lectura a Matías.

–estoy bien, gracias, más tarde si gusta podemos ir– asintió me sonrió y se fue de la habitación.

De mi tía no sé nada, solo que está en graves problemas. Matías no me dijo nada por más que le pregunté. Algo se trae entre manos.

Y estoy aquí esperando que alguien me llame y me diga estoy bien.

Decidí descansar un poco, pero unos golpes en la puerta me despertaron. Gritos se escuchaban

Luego solo siento como me sacan de la cama y me llevan a quién sabe dónde.

No hice nada ni me defendí de alguna manera sentía que lo merecía. Pusieron un trapo en mi boca y no supe donde acabamos.

Luego de despertar me di cuenta que habíamos terminado en un depósito o algo así, me golpearon y me desmayé.

Al despertar solo vi unas cuantas sillas maltratadas, una cama y una manta.

–por fin despiertas, come– dijo el extraño mientras me daba un plato de comida. Intente cubrirme con la mata, pero hacía mucho frio.

–no tengo hambre– le dije valiente

–mira niña yo no voy a hacerte nada, solo me pagan para que te vigile, si escapas yo muero y tú también así que hagamos un trato.

Su confesión me dejó anonadada, hasta donde yo sé no son así.

–¿Qué trato? – lo mire desconfiada

–aliméntate, has caso en todo lo que te diga y no escapes, si bien me pagan para que evites escaparte, no lo hago porque quiera, mi madre está muy enferma y necesito el dinero, es lo único que tengo, si quieres cuando te vengan a salvar yo puedo atestiguar, pero come y no escapes– me dijo seriamente.

–¿y si escapamos? – le volví a preguntar

–no, sería peor, solo haz lo que te digo y todo estará bien– intento darme una sonrisa, pero más fue una mueca.

–Bien.

Así pasaron las horas entre charlas con Charly así se llama, solo tiene a su madre y solo por ese motivo no pienso escapar, al menos él tiene el amor de su madre, de una madre que yo tuve y la perdí.

El cansancio era grande y decidí dormir, pero unos ruidos me levantaron.

–¿Charly? –pronuncie, pero nadie me respondió. Se escucharon casa vez más gritos y muchas cosas rompiéndose.

Lo que sucedió después me dejó anonadada.

Charly entró golpeado y ensangrentado. Luego ingreso un señor con Steven.

–¡Steven! – grité entre lágrimas. Por fin lo veía, por fin está aquí y sé que esta con vida. El hombre aventó a mi mejor amigo al suelo.

–se quedan aquí, ya viene la patrona– grito el hombre y se marchó.

–¿Qué pasó Charly? – me acerque a él y su rostro estaba muy golpeado.

–descubrieron que hablaba contigo, del trato y me golpearon– respondió adolorido.

–lo siento, no pensé que pasaría esto y sabes ¿quién es la patrona? v

–no, no sé quién es la patrona

A los minutos Steven despertó

–Steven ¿estás bien?, me acerque a él y lo abrace con mucho cuidado

–Eli, mi niña ¿qué haces aquí? ¿te hicieron algo? Oh mi niña–Susurro entre lágrimas.

–no lo sé Steven, te extrañe mucho mi hermanito

–yo también pequeña yo también– emitió una queja y ya no seguí preguntando.

No hablábamos más, los golpes en su rostro le impedían por el dolor.

Lo abracé con mucho cuidado y empecé a susurrar su canción favorita.

Hallé una flor,

un día en el camino.

Que apareció marchita y deshojada,

ya casi pálida, ahogada en un suspiro.

Me la llevé a mi jardín para cuidarla.

Aquella flor de pétalos dormidos,

a la que cuido hoy con toda el alma.

Recuperó el color que había perdido,

porque encontró un cuidador que la regará.

Le fui poniendo un poquito de amor,

la fui abrigando en mi alma,

y en el invierno le daba calor,

para que no se dañara.

De aquella flor hoy el dueño soy yo,

y he prometido cuidarla.

Para que nadie le robe el color,

para que nunca se vaya.

De aquella flor surgieron tantas cosas,

nació el amor que un día se había perdido,

y con la luz del sol se fue la sombra,

y con la sombra la distancia y el olvido.

Le fui poniendo un poquito de amor,

la fui abrigando en mi alma,

y en el invierno le daba calor,

para que no se dañara.

De aquella flor hoy el dueño soy yo,

y he prometido cuidarla.

Para que siempre este cerca de mí,

para que nunca se vaya.

Para que nunca se vaya

Para que nunca se vaya

le fui brindado cariño un poquito de amor.




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