Sólo Una vez más. [s de Soltera #2]

Capítulo 19.

Las luces se encienden, dejándome ciega por un momento mientras que sólo puedo escuchar los pasos cada vez más y más cerca. Aún sin ver, siento cómo toman con brusquedad la cadena que mantiene amarradas mis manos, luego de un breve silencio, la voz familiar de Jeff dice:

-Llévala arriba. Necesito la clave urgente.

Una vez que mis ojos se acostumbran a la luz, lo observo sin oponer resistencia, ¿qué más da? Uno de sus guarda espaldas comienza a desatarme, Daniell intenta forcejear en esos mismos instantes.

-¡Espera! Llévame a mí también.

-¿Y de qué podrías servirme?- le pregunta con un deje molesto.

-Tal vez yo sí sepa cuál es la clave.

-Y tal vez te mate aquí mismo por interrumpirme- le dice Jeff.

-¿Acaso no la ves? Ella no está en condiciones de hacer nada. Se mira enferma ¡Está enferma!

Jeff me da un rápido vistazo, como si eso lo convenciera rápidamente, cambia de opinión diciendo:

-Llévenlos arriba, del resto me encargo después.

Una vez que ambos somos desatados, comenzamos a salir del sótano, no presto atención a lo que Ethan y los demás están gritando, no tengo cabeza en estos momentos para detenerme a despedirme.

Subimos las escaleras, cruzamos la cocina, afuera todavía se ve oscuro, lo que me hace pensar que es de madrugada. Hay un fuerte olor a tabaco por toda la sala de estar. Una vez que la cruzamos, Jeff entra a lo que imagino, es su despacho.

Camina sin voltear a vernos, se sienta en su enorme silla detrás de su caro escritorio, no se voltea sino que enciende un puro y comienza a fumar, luego de unos largos minutos alguien toca la puerta dos veces, Jeff le dice inmediatamente que lo pase.

Un hombre pequeño y desarreglado, como si lo acabaran de levantar a la fuerza entra junto a uno de los guardias cargando un pequeño maletín. Se dirige directamente hacia mí, no dice nada mientras comienza a revisar mis signos vitales, siente mi pulso, revisa mis pupilas con una pequeña lámpara, luego me pide que abra la boca y mete una paleta de madera.

Una vez que ha terminado, guarda todo en su maletín, Jeff se da la vuelta en su silla y dice:

-¿Y bien?

-Yo diría que es más un agotamiento, por lo que sé ha estado desaparecida más de dos meses y por su condición actual se nota que no estuvo en las mejores condiciones, se ve que ha bajado mucho de peso. Le recomiendo que se alimente mejor y comience a tomar algunas vitaminas y suplementos para prevenir una anemia más profunda de la que ya tiene.

-¿Eso es todo?- vuelve a preguntar Jeff.

-Dime algo- dice el doctor dirigiéndose a mi- ¿Cómo te has sentido estos últimos dos meses que estuviste desaparecida?

-... Supongo que muy cansada- le respondo sin ánimos.

-¿Qué más has sentido? Aparte del evidente estrés.

-Insomnio. Náuseas. Cansancio muy fuerte...

-Entiendo. Me gustaría hacerte un hemograma y otros exámenes que puedan decirnos si-

-Si puede mantenerse en pie es suficiente- lo corta Jeff.

-Pero, podría ser riesgoso si-

-Gracias por su visita. Yo lo llamo si algo más pasa- dice Jeff, uno de los guardias abre la puerta y casi empuja al doctor para que salga por completo de la habitación.
Jeff se pone de pie, camina hasta donde estoy sentada, Daniell está en una esquina donde uno de los guardias lo mantiene sujetado. Jeff coloca el maletín que sacamos de la banca suiza frente a mí.

-Ábrelo.

-... No conozco la contraseña.

-Ábrelo. No voy a repetirlo una tercera vez.

-NO TENGO LA CONTRASEÑA- digo demasiado fuerte.

-Si lograste abrir la bóveda, puedes abrir esto.

-No tengo idea de cual pueda ser la contraseña. Lo de la bóveda fue pura suerte.
Lo escucho respirar profundo, una, dos hasta tres veces.

-No soy de los que tienen mucha paciencia y lo sabes.

-Tal vez yo pueda- dice Daniell al mismo tiempo que da un paso adelante.

-No intentes pasarte de listo- le dice Jeff. Daniell se acerca y toma el maletín, comienza a jugar con el seguro, introduce varias claves durante unos diez minutos. Veo que Jeff comienza a desesperarse, justo cuando abre la boca y levanta la mano con su arma ya cargada, el maletín se abre frente a nuestros ojos.

-Dame eso- le dice a Daniell al arrancárselo de las manos.

Camina hasta su escritorio, se sienta en su silla y abre bien el maletín. Lo observo cómo comienza a sacar muchos sobres de ahí, aparentemente nada es lo que él esperaba. Ha fruncido mucho el ceño, se está enojando mucho. Se le nota cuando comienza a leer una carta.

-A tu madre le encantaba jugar mucho a las escondidas- le dice a Daniell- Era muy buena ocultando cosas.

-No entiendo de qué me hablas- le contesta.

-Eso es lo de menos- dice, luego se pone de pie y camina hasta pararse frente a mí y dice:

-Ya puedes entregarme el microchip con toda mi información.

Yo lo miro con el ceño fruncido, como si no entendiera.

-¿Acaso pensaste que no iba a darme cuenta?- me dice sonriendo sínicamente- Entrégamelo ahora que estoy considerando tu vida.

Inmediatamente mi mano viaja hacia el bolsillo de mi saco, lo reviso dos veces más, siento algo de pánico al no encontrar la única prueba que tengo a mi favor, o más bien que tenía a mi favor.




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