Solstice: Antes de él.

6-. Clientes especiales

“El cielo estaba contaminado, y la estrella no tuvo más remedio que adaptar su brillo.”

Raphael Sinclair

Camino de regreso a casa con paso apresurado, frustrado por no haber dado con el paradero de Smith. Después del entrenamiento, tenía la intención de hablar con él, hacerle algunas preguntas, pero parece haber desaparecido. Preguntarle a la recepcionista estaba fuera de discusión; aún podía sentir la mirada de Noah en mi espalda, incluso después de una semana. Sigue vigilándome, asegurándose de que no abra la boca.

Terminé huyendo de él. Lo que implicó un par de escondites y varias rutas improvisadas mientras intentaba encontrar a Smith.

La tercera planta estaba desierta. Hace tiempo que dejaron de usar esas aulas por la baja en la matrícula. En la segunda, algunos alumnos aún permanecían en el salón, probablemente en busca de consejos del instructor. Y en la primera… apenas quedábamos unos cuantos. Smith insiste en que la planta baja se use lo menos posible. Solo unas pocas habitaciones siguen habilitadas, incluida la mía.

Entonces, pensé en el sótano.

Un área restringida por el mismo Smith. Ni siquiera a mí me permite bajar a menos que se trate del Espectáculo Especial que se prepara cada tres meses. Supongo que guarda documentos importantes, matrículas, registros financieros… algo relacionado con la administración. Pero cada vez que lo menciono, su actitud cambia. Se pone a la defensiva, casi como si temiera que alguien descubriera lo que hay ahí.

¿Es realmente un problema administrativo?

Suspiro, apoyándome contra la pared. Momentos como este me hacen lamentar no haber asistido a la escuela.

¿Qué tan difícil puede ser dirigir un lugar como este?

Pienso en Smith y en las veces que lo he visto llegar con ojeras, agotado. Se esfuerza. Lo sé.

—Estabas aquí.

La voz me hace incorporarme de golpe.

Noah.

Se acerca con la expresión tensa, algo herida.

—Habías prometido no volver a esconderte.

Le sonrío con amargura y niego con la cabeza.

—¿Por qué estás aquí? ¿No estás sobrepasando tus límites?

—Sabía que, después de lo de Dylan, te acobardarías —responde, su rostro se endurece, su ceño se frunce. Casi parece un animal rabioso.

El Servicio Especial. Lo había olvidado.

—¿Qué esperas? —insiste Noah—. Smith ya está en el punto. No comenzará sin ti, y sabes cómo se ponen los clientes.

—¿En serio? Me excedí con la práctica hoy… ¿Crees que pueda pedir un permiso de inasistencia?

Lo digo con calma, pero en el fondo estoy agotado. Cansado de todo.

Noah se detiene de golpe. Y antes de que pueda reaccionar...

¡Plaf!

La bofetada resuena en el pasillo.

El ardor se extiende por mi mejilla.

—¿Qué clase de bromas son esas en un momento como este?

Su voz es una advertencia. Su mirada, una sentencia.

No me soporta. En lo absoluto.

—¿Qué hotel es esta vez? —pregunto poniéndome de pie.

—Sabes que no podemos saberlo.

—¿Qué diferencia haría? Solo los alfas pueden entrar con la seguridad de salir vivos más de una vez.

Noah suspira y para de caminar, voltea a mirarme: —Si tienes algún problema con ello, puedes decírselo a Smith.

Y con eso me calla la boca. El cielo se vuelve oscuro, justo en el momento en que llegamos a la academia en un recorrido lento. Pese a que Noah estaba ansioso de llegar, caminó lentamente, en silencio.

Dentro el ambiente es incluso peor. Puedo notar el rostro de resignación de alguno de mis compañeros. Lo noto al instante, hay gente nueva.

—¿Dijeron que iban a traer a nuevos bailarines?

—Sí. Es la forma en la que el Sr. Smith evitará los problemas de la academia más adelante. Los bastardos pagan más mientras más material tengan para jugar —explica Noah, mientras cruza sus piernas. No le quito la mirada de encima— Hey, Rapha —vuelve mi atención— No olvides lo que tienes que hacer —su voz parece ansiosa.

—Siempre lo hago bien.

—Memorízatelo —Su rostro se vuelve serio, sus ojos oscuros me miran con desdén. Es un pequeño mapa con números de 0 al 12— Más vale que vayas por mi primero.

—¿Eso es justo para los demás?

—No. Pero es lo que quiero —se voltea y su cabello rubio se pasea entre sus hombros en ese instante. Camina como una diva, moviendo sus caderas.

Observo el mapa con detenimiento tachando la imagen que se estaba formando en mi mente, el número 4 está marcado en rojo. Es el número de Noah. Todas las habitaciones parecen estar situadas en un mismo piso, por suerte. No será difícil.

Bajamos al sótano. La cantidad de omegas esta noche es mayor de lo habitual, lo que significa que la ración de pastillas también aumenta. Cada uno lleva un número marcado en el pecho, del uno al doce, como una grotesca clasificación. Visten trajes ajustados, casi transparentes, que juega con el pudor de los practicantes.

Se forman en fila. Se reparten dosis individuales: un vaso de agua y dos comprimidos. No hay resistencia. La droga hará efecto en minutos.

El sotano es un lugar mucho más grande. Lugar donde todo el contenido se prepara.Un camión entra en el área de carga. El grupo sube sin incidentes. Durante el trayecto, comienzan las reacciones esperadas: respiración agitada, tensión muscular, incremento en la temperatura corporal.

Las feromonas se dispersan. Distintas clases de feromonas, provocado por la pastilla Z un afrodisiaco. Es algo así como una droga, dirigida especialmente para betas que quieren experimentar el periodo de celo de nuestra especie. Al ser ingerida por un no-beta, este afrodisiaco también logra adelantar el periodo de calor, en tan solo unos minutos.



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En el texto hay: embarazo, omegaverse bl

Editado: 22.02.2025

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