Solsticio de Luna

Parte Segunda

20 años antes…

El aburrimiento consumía a Selene.

Lentamente recorrió con la mirada a las muchas personas que se encontraban reunidas en el patio de su casa, con motivo del festejo de su cumpleaños número cuatro. Algo muy extraño si le preguntaban, porque todos hablaban entre sí de sus proyectos y riquezas; nadie parecía recordar que ella estaba allí.

Su madre había entrado a la casa un rato antes seguida muy de cerca por un extraño que ella no conocía, quién en su opinión aún debía estar aprendiendo a caminar porque no paraba de rozar a su madre a cada paso. Su padre tenía una acalorada conversación con otros cinco hombres junto a la mesa del banquete y su niñera hacia planes con el chofer para reunirse a jugar esa noche cuando todos durmieran… Lo que quiera que la gente grande jugara.

Aburrida al extremo y cansada de ser ignorada, Selene vagó por el gran patio, con la esperanza de encontrar algo con lo que entretenerse. Solo un momento después se encontró junto al límite del bosque, un área prohibida según su padre, y pudo ver una mariposa posada en un árbol de la primera línea. La más grande y colorida mariposa que alguna vez hubiera visto.

Cuando se acercó, el hermoso insecto alzó vuelo, revoloteando un momento antes de desaparecer entre la vegetación.

Pero eso no iba a frenarla.

Intrigada, comenzó a esquivar ramas, piedras y raíces intentando no perderle el ritmo; durante metros y metros solo siguió a la mariposa. Al alcanzar el área donde los arboles terminaban, su objetivo siguió volando. Y la niña detrás de ella.

Entonces frenó y se quedó volando en un mismo lugar, casi como si esperara algo.

Selene estiró su mano hacia ella, y lentamente para no asustarla, intentó atravesar los pocos pasos que las separaban… Y se encontró más allá del borde del acantilado, cayendo.

El agua la envolvió, pero no sabía nadar. Por más que lo intentaba no podía llegar a la superficie. Abriendo los ojos, se asustó al ver la cola de un gran pez pasar frente a ella… Solo segundos antes de que un niño, que no aparentaba ser más de un par de años mayor, apareciera en su línea de visión y estirara sus manos en dirección a ella.

Selene las tomó y el niño la sacó a la superficie. Nadando fácilmente, la llevó a una gran roca y la ayudó a subir; pero antes de que pudiera decir algo, la dejó allí y desapareció.




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