Solsticio de Luna

Parte Sexta

18 años antes…

Dos años.

Dos muy largos años habían pasado desde el día que Zale decidiera escapar y conocer la superficie. Tiempo que llevaba sin poder ver a la extraña niña que tanto había captado su atención.

Ingenuamente creyó poder escapar de la guardia real y volver con ella, decirle algo... Pero solo había logrado alejarse unos cientos de metros antes que los tritones de la guardia real lo atraparan.

Después de ese día, en incontables ocasiones había intentado escapar para verla otra vez, sin tener éxito. De alguna forma, ellos siempre lo interceptaban. La única vez que había logrado llegar a la superficie, ella no estaba a la vista.

Y entonces llegó el castigo.

Su padre había estado furioso, tanto que incluso había amenazado con quitarle a Kir si volvía a hacer algo semejante; pero sorprendiéndose incluso a sí mismo, ni siquiera eso había conseguido amedrentar a Zale.

Muy por el contrario, había terminado gritándole a su padre y amenazando con dejar el agua para irse a tierra firma.

Una tontería realmente, porque jamás podría hacerlo mientras tuviera cola.

Su castigo por todo eso, había sido épico.

Zale no podría salir del palacio Coral por todo un año. Incluso en el interior, un guardia lo acompañaba en todo momento.

Al principio el niño en él no entendía la razón tras el enojo de su padre y el castigo, llevándolo a encerrarse en su dormitorio y llorar abrazado a Kir.

Él solo quería ver a la extraña niña de dos colas.

Después de unos días así, fue Cormac, el mismo guardia que habían asignado para custodiarlo durante su castigo, quien intervino para hacerlo sentir mejor.

El tritón respetaba su postura.

No solo había escuchado su opinión y su historia, sino que cada noche antes de dormir, le contaba historias sobre hombres, criaturas que vivían en tierra firme y poseían dos colas, justo como la niña que él había visto.

Con el tiempo, su intriga hacía la niña había crecido, al punto que en determinado momento, Zale había terminado en la biblioteca del palacio buscando todas las historias que podía encontrar.

Pero hubo una que llamo su atención sobre las demás... Una que hablaba sobre una sirena que había podido dejar atrás su cola para conseguir un par igual a los hombres.

Esa historia lo había llenado de esperanzas de que él también sería capaz de hacer algo para acercarse a su sirena de dos colas.




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