Solsticio de Luna

Parte Doceava

1 mes antes…

Zale observó el pergamino de alga frente a él.

A medida que leía, toda las piezas de su vida comenzaban a caer en su lugar.

Tras pasar los últimos dieciocho años leyendo y releyendo cada rollo de la biblioteca que hiciera cualquier tipo de mención a los hombres, sabía de memoria todas las historias conocidas de las extrañas criaturas de dos colas. Sin embargo, varios meses atrás, le había llegado el rumor sobre rollos prohibidos, escondidos en alguna parte del castillo por orden de su padre. Solo unos pocos conocían la existencia de los rollos, pero ninguno de ellos podía decirle con seguridad el contenido de los mismos.

Las teorías e hipótesis eran varias y diversas; todas coincidiendo en una cosa: Los hombres.

Desde entonces, cada noche recorría una a una las habitaciones, salas y pasillos del palacio Coral en su búsqueda. Finalmente, un pequeño incidente causado por las travesuras de Kir, lo habían dirigido a una sección oculta de la biblioteca... Y a los misteriosos rollos.

Con los pergaminos en su poder, la realidad de su vida comenzó a tambalearse, cobrando sentido y volviéndose confusa a la vez.

Durante años había visto a su padre, Larak, volverse más y más desconfiado de quienes lo rodeaban; sin explicación. Súbditos y familia, eran controlados y vigilados constantemente, siendo Zale el peor de todos. Ahora, las palabras frente a él explicaban una aparente razón detrás de su paranoia... Y la relación casi nula que tenían actualmente.

Cada uno de los rollos hablaba de lo que el autor llamaba la gran caída: El derrocamiento del rey Larak, a manos de quien se convertiría en el mejor gobernante de la historia de la Atlántida.

Uno a uno, detallaban los hechos que comenzarían a sucederse, iniciando, con el nacimiento de uno de sus hijos. Un pequeño tritón que contrariamente al resto de su familia, poseería cabellos de fuego y ojos de sol.

Siendo el príncipe menor, Zale solo podía suponer que su padre no había creído en estas predicciones antes de su llegada al mundo.

Ya acercándose al final del contenido, era cuando se volvía algo confuso, afirmando que él mismo, sería responsable indirecto del acontecimiento final que daría lugar a la pérdida del poder y cambio de gobernante.

Aún así, Zale no estaba de acuerdo.

El autor de los rollos podría haber escrito sobre él trayendo al reino lo que provocaría la gran caída, pero eso no sucedería. Lo que su padre no lograba entender era que Zale no tenía intención alguna de intentar obtener el trono... O ayudar a alguien a conseguirlo.




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