Soltera divorciada

CASA

No pude dormir casi nada, pero aún así me levanté temprano, me bañé, arreglé mi cabello y mi vestido era aún más bonito que el de hace dos días. Me puse unos tacones gigantes. Al mal tiempo buena cara. 

Fui al trabajo llegando temprano y comencé a leer y a hacer correcciones del trabajo de anoche. 

—Buenos días, amada Ana. — Adam llegó muy feliz. 

—Buenos días, Adam. — Respondí con una sonrisa.

—Estas de buen humor, ¿Pasó algo y no me enteré? — Preguntó mirando al rededor. 

—No, pero si soy positiva cosas positivas vendrán. — Seguí leyendo todo el trabajo que hice ayer. 

—¡Esa es la actitud!— Después de unos segundos prosiguió. — Que bonito vestido. — Adam fue a su escritorio y cuando por fin lo miré él tenía una rosa. 

No le presté atención y seguí en lo mío. 

Cuando el tiempo pasó y terminé mi propuesta, justo antes de llamar al dueño del restaurante él me llamó a mi. 

—¿Sí? Habla Ana Torres. — No pude moverme después de escuchar las palabras que dijo. Había aceptado el trato, quinientos cupones para que la gente conociera la nueva tecnología que instalaremos, aceptando el riesgo. — Muchas gracias. — Colgué y me levanté de inmediato de mi silla. —¡Aceptó! ¡Aceptó! — Grité. — ¡Cerré el trato! 

Todos voltearon a verme y corrí a abrazar a Adam. 

— Sabía que lo lograrías. — Adam me sonreía mientras todos se acercaban a nuestros escritorios 

—¡Cerré el trato, Adam! 

—Bien hecho, Ana. — Berna estaba feliz. 

—Esto es para tí. — Adam me alejó un poco y me extendió la rosa. 

— Gracias. — Me sorprendí y la tomé.

Hace mucho que no recibía una rosa, era un sentimiento muy bonito.

—Te traje también esto. — Sacó una caja de chocolates. 

—Esto ya es incómodo. — Admití mientras tomaba la caja. 

—Es sólo para felicitarte. — Todos hablaban entre si, Luisa estaba molesta. 

—Ya se dió el aviso oficial. — Tabata los interrumpió a todos. — El dueño del restaurante acaba de llamar a la jefa, firmarán el contrato. Ana. — Me llamó y me sonrió de lado. — Sí que tienes suerte. 

Nadie podía quitar mi sonrisa, no podía esperar a contárselo a Carmen. 

—¿Te pusiste lencería sexi? — Me preguntó Adam al oído. 

—¿De qué hablas? — Pregunté molesta. 

—Esta noche cenas con el Director. — Me sonrió de lado. 

—Es cierto. — Dije sin aliento, me había olvidado de ese premio. Sonreí, había matado dos pájaros de un tiro. 

El día transcurrió lento, estaba impaciente por la cena, Adam me invitó a comer y acepté, hablamos sobre lo fácil que era el trabajo, hablamos mal sobre Luisa y evité el tema de la cena con Alejandro. 

Miraba cada pocos segundos el reloj, pero era discreta, no quería que nadie se diera cuenta que estaba emocionada por estar con Alejandro. Sabía que si me arreglaba me iba a dar muy buena suerte. 

Cuando era la hora de salida, fui rápido a retocarme al baño, de regreso me topé con una mujer que se presentó como la encargada de la cena, me explicó que consistía en dos etapas, la primera era la cena, esa sería pública, ella tomaría fotos y nos dirigiría para conversar, para que ella pudiera sacar una noticia para su revista. La segunda parte sería una conversación con el director pero esta ya sería privada. 

Subimos al piso del departamento, entramos, había una puerta más, tocamos y el mismo Alejandro nos abrió. 

—Buenas noches. — Nos saludó con una sonrisa comercial. 

—Hola, ¿Llegamos temprano? — Preguntó María, la reportera. 

—Claro que no, pasen por favor. — Se hizo a un lado, entramos. Cuando María entró y le daba la espalda a Alejandro, él me miraba con odio tratando de intimidarme.

—Bien, pues ella es una pasante del área de marketing, su nombre es Ana Torres. — La reportera me señaló. 

—Creo que sí te he visto en la empresa. — Sonreí ampliamente, el estúpido fingía demencia. 

—Creí que usted se encargaba de contratar a todo el personal, hasta el de limpieza. — La reportera lo evidenció. Nos quedamos en silencio unos minutos y yo oculte una risa. — ¡Lastima! mi primera pregunta era por qué la contrató. 

—Eso era antes, ahora otras personas me ayudan. — Contestó con calma. — Pero pasen, por favor.

Alejandro lucía amable y encantador, demasiado falso para las personas que lo conocían bien.

—Les tomaré una foto, ¿Podrían darse la mano?— La reportera pidió y Alejandro lo pensó un segundo, después extendió su mano y yo la tomé. 

Me había dado cuenta que en todo este tiempo no lo había tocado. 

Después de tomar la foto nos dirigió a su comedor, era grande, había un frutero de centro, más como adorno porque estaba arreglado estéticamente. Ya estába servido, Alejandro abrió la silla y yo me senté. 

— Gracias. — Dije. — No sabía que usted era tan caballeroso. — Dije con algo de sarcasmo. 

—No es nada, cerraste el trato que a todo mi equipo le había tomado un año, es lo menos que te mereces. — No quitaba su sonrisa hipócrita.

—¿De verdad usted preparó toda la comida? — Dije con un tono dulce, pero sarcástico. Miré mi plato, la carne estába quemada, como siempre.

—Es una de las tantas habilidades que tengo. — Seguía presumiendo. 

—¿Puedo tomarle una foto a la mesa? — Preguntó la reportera. 

—Adelante. — Asintió Alejandro. En seguida la reportera tomó varias fotos. — Usted se parece a una ex novia. — Se refería a la reportera. — La mujer le tomaba mil fotos a la comida antes de que pudiera comerla. — Él comenzó a reír, María y yo lo miramos sin entender el chiste, él sintió la incomodidad del momento y se aclaró la garganta.

—Los hombres no aprecian nada. — Dije en tono casual. — Por ejemplo, cuando yo estuve casada. — Miré a la reportera y después a Alejandro. Él parecía fastidiado. 

—¿Eres casada, Ana? —Preguntó María. 

—Soy divorciada. — Le respondí.— Pues cuando yo era casada, yo cocinaba y adornaba el plato. — Proceguí contando la historia. — En el plato ponía un corazón o una letra. Tenía mensajes ocultos, eran secretos que quería compartir con él. — María me ponía mucha atención y parecía anotar algo en una pequeña libreta. — Tomaba fotos de mi plato y especialmente del suyo para que cuando él se diera cuenta… — Recordé melancólicamente cómo me esmeraba en aquellos platillos. — Yo pudiera mostrarle las demás fotos y él pudiera descubrir el mensaje oculto. — Sonreí melancólica. 



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En el texto hay: comedia, romance, venganzayamor

Editado: 26.12.2020

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