—Debes pasar estos contratos, Ana. — Tabata me dió unos papeles y yo asentí, Berna llegó corriendo.
—¡Chicas! ¿Ya vieron esto? — Berna nos mostró su teléfono con el meme de Alejandro.
Tabata se puso roja, parecía estar muy apenada.
—¿Quién te lo envío? — Tabata no dejaba de verlo, yo me reí.
—No lo sé, es un correo raro.
—Ana... ponte a trabajar. Por favor. — Tabata seguía sorprendida y habló en secreto con Berna.
Me puse a trabajar en silencio, conténta, motivada, feliz. Todo iba muy bien. Mi teléfono sonó mostrando un mensaje de Alejandro.
"Debemos hablar."
Sonreí y le contesté de inmediato.
"Estoy ocupada."
En seguida me respondió.
"Es una maldita orden."
Lo ignoré y seguí feliz en mi trabajo.
Ya estaba apunto de terminar el segundo contrato cuando recibí una llamada de Alejandro, la contesté.
—Buenos días. — Respondí en tono dulce.
—Fuiste tú. — Me acusó.
—No sé de qué hablas, pero estoy ocupada. — Le colgué y continúe en mi trabajo, volvió a marcar y contesté de mala gana.— ¿Qué quieres?
— ¡Voy a demandarte!
—Esas fotos son de mi propiedad y además tú eres una figura pública, no me molestes, hacer memes no es ilegal. — Colgué y seguí en lo mío. Sonó mi teléfono otra vez pero le desviaba la llamada. El teléfono de mi escritorio sonó. —¿Sí? Habla Ana Torres, buenos días.
—Hablemos, te estoy esperando en la azotea. — Alejandro de nuevo, sonreí.
—Lo siento, estoy trabajando. Debo pasar unos contratos importantes pero si me desocupo pronto le regresaré la llamada, que tenga un lindo día. — Colgué con el sabor de la victoria. Gané esta batalla.
Adam llegó tarde y Tabata de inmediato contactó con nosotros porque Elizabeth nos llamaba. ¿Ella sabrá que fui yo? ¡Demonios! En ningún momento pensé en ella, si ella de entera o sospecha que fui yo perderé su valiosa amistad. Alejandro no tenía nada que ver entre ella y yo.
Pero mi preocupación fue en vano porque Elizabeth solo nos llamó para concluir la plática de ayer, nos dijo que nos recompensará anónimamente para que nadie de la empresa se de cuenta, Adam estaba contento pero yo me negué. Realmente no quería nada, no había sido nada lo que Adam y yo hicimos. Elizabeth parecía complacida, me felicitó por ser una empleada ejemplar.
Yo salí feliz, el día marchaba de maravilla. Adam se quedó unos minutos más para discutir su recompensa, pero realmente no era algo que me interesara.
Regresé a mi escritorio, realmente no había nada bueno qué hacer, los de la empresa se habían encargado de hacer más memes con las fotos, los estaba viendo y riéndome a carcajadas.
Adam regresó y me habló de que le pidió un auto a la empresa, me sorprendí mucho pero dijo que era un préstamo. El transporte era agotador y siempre llegábamos tarde a todas partes, sólo era para cosas de la empresa y una o dos veces a la semana para cosas personales.
Comenzó a decirme que ahí iríamos al cine, a comer y a todas nuestras citas. Yo sólo me reía de las tonterías que decía.
—Adam. — Tabata se acercó a nosotros. — La propuesta de tu lavandería es brillante.— Adam volteó a verme y yo sonreí. — Debes crearme una campaña para mañana y tú. — Me señaló. — Prepárate porque deben ir a sacar fotos del lugar para el sitio.
Adam parecía satisfecho.
—¿Me ayudarás con la campaña? Quizá la descripción para el sitio, no hay nadie mejor que conozca todo lo bueno de ese lugar. — Me pidió.
—Haré la campaña, no te preocupes. — Me senté a poner en marcha todo, Adam tomó su silla y se pasó a mi escritorio.
—Somos compañeros, lo haremos juntos. — Comenzamos el trabajo, fue algo laborioso pero me reí mucho con las tonterías que decíamos. — Le pondré que mi hermano es guapo y que huele bien.
—Pon que tu familia huele a jabón. — Dijo muy serio y yo no podía aguantar la risa.
Adam me llevó a mi casa ya tarde, nos quedamos en la empresa hasta terminar la propuesta. Me llevó en el nuevo auto que le dió la empresa. De saberlo yo hubiera pedido el despido de Alejandro.
Al menos se valía intentarlo.
Le conté a Carmen lo de los memes y ella no podía creerlo, nos reímos mucho y después me reveló que Fernanda fue a buscarme. Le dije que no importaba, que le había pedido que se alejara de mi.
Fernanda estaba buscando un lugar donde quedarse, mi madre se había enterado de que me había robado la manutención y la había corrido de la casa. Me sorprendí mucho pero ni siquiera la llamé, no podía ceder.
Al día siguiente pasé por una florería, debía comprar tulipanes. Compré los más hermosos que encontré, caminé decidida a la empresa y escondí las flores.
Esperé unos minutos en el piso 8 para que Alejandro bajara y cuando se abrió el elevador en el piso, entré detrás de él rogando que no viera las flores.
No me vió hasta que se cerraron las puertas. Había cuatro personas dentro, eran tres hombres y una mujer. Alejandro me ignoró.
—Señor, yo no entiendo lo que pasó ayer. — Las cuatro personas aguantaron las risas. — Pero el pasado es parte de todos y no tiene porqué avergonzarse. Así que le compré algo para que se sienta mejor.
Alcé el ramo de tulipanes, él las vio, los ojos le saltaban de la sorpresa, retrocedió, empujó mi mano y todos los tulipanes cayeron al piso.
—¿Estás loca? ¡Soy alérgico! — Me gritó cubriéndose la nariz y las cuatro personas lo miraron mal.
—Perdón, Perdón. — Rogué, me disculpé y comencé a recoger las flores con rapidez.
—Señor, ella no lo sabía. No debía ser tan cruel. — Los hombres comenzaron a recoger las flores y fue más rápido. El elevador se abrió en el segundo piso.
—Lo siento, yo no lo sabía, ¡Soy una tonta. — Salí corriendo con mi ramo deshecho, esperé unos minutos más y subí a mi piso. Adam había llegado temprano.
—Buenos días. — Me saludó al verme a lo lejos. Caminé rápido hacia él.