Mientras comida mis tratando de olvidar el mal trago de mi historia, el teléfono de Adam sonó y contestó de inmediato.
—¿Sí? — La cara de Adam se tornó a preocupación. — Ok. — Colgó de inmediato y llamó a un mesero para la cuenta.
—¿Qué pasó? — Pregunté preocupada.
—Nada, tú regresa al trabajo. — Adam se puso de pie y le dió una tarjeta al mesero.
—¿A dónde vas? — Me levanté.
—Luego te digo. Ahora toma un taxi y ve al trabajo. — Adam firmó el ticket, le regresaron la tarjeta y salió corriendo.
Me levanté de inmediato y corrí detrás de él.
—Voy contigo. — Llegué hasta él tomándolo del brazo.
—Es un problema personal. — Me informó.
—Yo te ayudo… — Él me miró unos segundos y después suspiró en modo de rendición.
Fuimos al auto y Adam manejó hasta un edificio no muy lejos.
—Aquí vivo.— Me informó mientras subíamos las escaleras.
—Wow, es elegante. — Era un edificio bonito, estaba cuidado.
—A veces. — Adam se burló pero no fue una burla natural, estaba forzandose a ser agradable.
Adam vivía en el primer piso, nos acercamos con temor a su departamento, aunque no entendía por qué.
—¿Qué pasa? — Pregunté animándolo a que abriera la puerta, lo hizo y al entrar encontramos un departamento desordenado, con cosas tiradas, desechas, los focos estaban rotos y las sillas también. La pantalla de la televisión estaba rota, así como un espejo y una ventana. — ¿Te robaron? — Pregunté asustada. — Hay que llamar a la policía. — Saqué mi teléfono.
—No, nadie robó nada. — Adam dijo con tristeza. — Mi padre lo hizo. — Suspiró con pesar.
—¿Tu papá? — Dije confundida, entramos y Adam se paró en medio de su departamento mirando todo.
—Ya te dije que no estába de acuerdo con que me independizara. — Adam se agachó y alzó un libro que estába en el piso, parecía estar entero, otros estaban tirados con las hojas arrancadas, parecía destrozado, desilucionado.
—Bien... — interrumpí el silencio. — Entonces... — Suspiré. — Hay que iniciar. — Caminé hacia otra habitación, el departamento era muy grande y la cocina también estaba hecha un desastre, habían vaciado el refrigerador y toda la comida estaba en el suelo. —¿Dónde está tu escoba? — Pregunté confundida, no había mucha luz en la cocina, rompieron los focos.
—No es necesario, lo haré luego. — Adam sonrió falsamente y fue detrás de mi a la cocina, la miró y se puso aún más triste.
—Necesitamos un descanso del trabajo, hay que limpiar esto ¡Vamos! — Caminé sobre la comida del piso para alcanzar un yogurt. Lo agarré, me acerqué al lavabo y lo enjuagué de toda la comida del piso. Lo sequé con mi blusa y lo abrí.
—No es necesario que me ayudes. — Se negaba a mi ayuda.
—Puedo ayudarte a redecorar, que bueno que rompieron el espejo porque el marco es espantoso. — Adam se rió.
Después de unos minutos lo convencí de dejarme ayudarlo. Nos apresuramos, iniciamos con el piso de la cocina, recogimos todos los alimentos y los tiramos en bolsas de basura gigantes, tuve que cambiarme de ropa porque podría mancharme de toda la comida. Así que Adam sugirió ponernos las pijamas que compró, así seríamos un equipo uniformado. Acepté y recogimos todo lo del piso de la cocina. Me puse unos guantes y limpié el piso sólo para que pudiéramos pasar sin resbalarnos. Seguimos con el refrigerador, lo limpiamos. Después Adam limpiaba los muebles y la estufa mientras yo lavaba los platos y vasos que logramos rescatar, junto con las ollas y sartenes.
Acomodamos los trastos y finalmente limpiamos el piso perfectamente.
Así pasamos de habitación en habitación, ¡Habían roto hasta su cama!, Todos los televisores de la casa y por suerte no rompieron el inodoro.
Dejamos para el final la estancia, pero lo hicimos. Fuimos a la tienda a comprar focos para cambiarlos y además algo de comida para cenar, agua y algunas cosas más para que la alacena y el refri no estuvieran vacíos.
Llegamos e inmediatamente Adam tomó un bote, lo volteó y trató de alcanzar el foco roto, pero tenía que ponerse de puntitas y se tambaleaba mucho, así que fui a su lado y abracé sus piernas para darle estabilidad.
—¿Qué haces?— Preguntó confundido.
—Ayudandote, si te caes y te rompes la cabeza me culparán a mi, ahora hay huellas mías por toda la casa. — Adam rió y se apresuró a cambiar el foco.
—Fue más fácil con tu ayuda, gracias. — Adam bajó y me miró unos segundos.
—No te preocupes, para eso estamos los compañeros, además somos amantes ¿No? — Sonreí y fui al interruptor a encender la Luz. Cuando me di la vuelta Adam me tomó por sorpresa y me abrazó, era un abrazo extraño, se sentía acogedor, era sincero. — No entiendo el por qué hicieron esto. — Miré las bolsas de basura.
Adam me soltó y las miró también.
—La relación con mis padres no es la más sana, no crecí en un hogar amoroso. — Admitió. — Mi padre es un Hitler y mi madre nos educó a mi hermana y a mi a obedecerlo. Ahora que me fui de su casa y no tiene forma de controlarme, destruye mis cosas para que regrese con ellos.
—Entiendo, pensé que tu hermana te había robado. — Adam me miró extrañado. — ¿Sabías que una vez, mi hermana Fernanda se metió en una deuda tan grande con unos prestamistas que fue a mi departamento, nos robó a mi esposo y a mi y después mi padre, para que no la descubriera hizo casi lo mismo que aquí? Rompió vidrios,rompió la chapa, etc.
—Al menos tu padre haría lo mismo por ti. — Respondió. — Si no supieras cómo resolver tus problemas, irías con él y él te apoyaría en todo, como a tus hermanos. — Adam parecía triste. — Quisiera que así fuera mi padre.
— Parece que quieres irte a vivir con mi familia. — Dije con desagrado.
—¿Y no puedo? — Siguió la corriente de mi broma.
—¡Claro que no! Te querrán más a ti y ahora sí me votarían de la familia. — Me quejé.
—Tienes razón. No puedo hacerte esto. — Asíntió. Lo pensó por unos minutos y después suspiró.— Te llevaré a tu casa, ya es muy noche.