Adam me dijo que tenía problemas en casa de sus padres, así que no lo había visto en la tarde, regresé a casa sola y le conté a Carmen, le hablé de mis sentimientos y de mis decisiones, le conté sobre la plática que tuve con Alejandro.
— Ya era hora. — No dijo nada más, parecía satisfecha con lo que le decía.
¿Qué significa eso? ¿Me apoya? ¿Hice lo correcto?
Miré el mensaje de Alejandro toda la noche ¿Era posible que causara esos sentimientos en mi?
Le mandé un mensaje a Adam.
"¿Estás bien?"
Pero no hubo respuesta.
Decidí dormir antes de sentirme más culpable.
Los días se hicieron extraños. Cuando llegaba a mi escritorio ya tenía un café ahí con alguna frase escrita como:
"Me encantas"
"Te quiero"
"Piensa en mi"
El primer día pensé que era Adam pero él miró extrañado que yo tomara café recién llegando a la oficina, casi siempre me espero algunas horas.
A la hora de la comida, al regreso. El mensajero, extrañamente, después de todos estos meses en la empresa sin ningún paquete para mí, recibía cajas con postres o dulces.
Recibía mensajes de buenos días de Alejandro y de buenas noches también, Adam actuaba normal, realmente no se había dado cuenta de nada y eso era un alivio, no quería que pensara que lo había traicionado o que había estándo engañándolo.
Cuando no estábamos en el trabajo intentaba hablar con él sincerarme pero decía que tenía problemas y que en cuanto pudiera contarme lo haría.
Así pasaban los días, Adam actuaba completamente normal pero no iba a dormir a su departamento, me pregunto si puedo ayudarlo con sus problemas.
La carga de trabajo se había hecho pesada, debía hablar con Tabata pero todos tenían mucho qué hacer, así que no podíamos estar quietos, menos ella.
—¿Ya recibió la lista de los evaluadores? — La seguía por la oficina mientras ella caminaba fuera de ella acomodando la información que había en sus manos, ella debía de entregar unos papeles en recepción para que estos fueran enviados.
—Acaban de confirmarlo, pero ahora debemos repasar por última vez esto, no debe haber ningún error. — Parecía preocupada. — Tengo esto desde que en la reunión se sugirió el evento.
—Está bien, eso es un peso menos. — Volví a estar nerviosa, hacer un evento y ser la encargada era mucha presión.
—No te intimides. — Tabata se giró en lo que esperábamos el ascensor. —Aunque sea tu primer evento de esta clase no tengas miedo.
—Em… sí, sí, no se preocupe. — Me reí nerviosa.
—Hay personas con más experiencia y pueden intimidarte un poco pero si ven que dudamos será el fin. Yo también pasé por eso y lo único que debes hacer es estar confiada en lo que haces. — Me sonrió para confortarme.
—Esta bien, si me paso de confianza me avisa. — Me reí y Tabata también.
—Ana, ten confianza. — Me animó. — Porque si permites que otros vean tu inseguridad y tus nervios, es como si les mostraras tus cartas a todos y perderás el juego. — Asentí entendiendo sus palabras. — Si una mujer está sola… — Agregó un poco melancólica. — Debe aprender a volverse fuerte. — Le sonreí, no podía estar más de acuerdo con ella. — Cuando todo sea un éxito, yo invito la comida.
El ascensor se abrió, dentro estaba Alejandro, Héctor y otro empleado. Héctor sonrió, Alejandro parecía concentrado en unos papeles.
—Buenas tardes. — Saludé para entrar, Tabata estaba a mi lado.
—Ana, indícame cuáles deben de ser. — Tabata me compartía la lista de claves de los productos.
—Son los que están en verde, los amarillos son los que se eliminaron. — respondí indicándole los productos con mi dedo índice derecho.
Sentí un roce en mi mano izquierda, fue muy inesperado ya que la mantenía inmóvil a mi costado, giré mi cabeza para ver qué era lo que me estaba tocando y vi la mano de Alejandro.
Quise alejar mi mano pero él tomó uno de mis dedos, traté de safarme pero seguí hablando con Tabata sobre la diferencia en los bolsos que habíamos elegido, debía actuar normal.
Seguí luchando contra la mano de Alejandro, hasta que lo miré incómoda, Tabata me contestaba pero ella seguía muy metida en los informes y Alejandro sólo sonreía disfrutando el momento, Héctor miraba nuestras manos sonriendo igualmente, traté de mover mi mano para soltarme pero Alejandro la tomó por completo, seguí luchando para que me soltara, Tabata podría voltear o el otro sujeto que ni conocía y descubrirnos ¡Alejandro estaba loco!
Seguí moviendo mi mano para que me soltara hasta que gracias a mi rápido movimiento me solté pero por la fuerza golpeé a Tabata dándole una nalgada, ella giró de inmediato, estaba asustada, Alejandro y yo señalamos a Héctor.
Héctor negó con la cabeza de inmediato, estaba preocupado pero no podía decir nada.
—Perdón, fue un accidente, fue sin querer. — Héctor se forzó a disculparse. — Fue con la carpeta, se iba a caer y...
—Ten más cuidado, muchacho. — Lo amenazó. — Si se repite, no sólo conmigo, si no con alguna colega... te lincharé. — Héctor asintió, el elevador se abrió en planta baja y todos salimos, Alejandro ocultaba una sonrisa.
Me molestaba que hiciera esas cosas en la oficina, estos días ha estado sonriéndome cada vez que me ve, no importa si está con algún empleado.
Entregamos los papeles en recepción y subimos al ascensor para regresar a la oficina. Berna estaba ahí, se sorprendió al vernos y no sé bajó, el elevador se vacío y nosotras subimos.
—La empresa está en crisis. — Parecía realmente preocupado.
—Sólo necesitamos inversionistas y con este evento podremos conseguirlos. — Tabata nos tranquilizó.
—No quiero que la empresa se cierre, me gusta estar aquí. — Berna estaba haciendo un berrinche.
—¿Por qué está en crisis? — Me animé a preguntar y las puertas se abrieron, Berna bajó pero se giró hacia nosotras.