Soltera divorciada

BOLSAS

Al día siguiente Adam no fue a trabajar, le envié un mensaje y sólo me contestó que estaba un poco ocupado pero que no me preocupara. 

Faltaba un día para hacer el en vivo, estaba todo en bodega y estábamos afinando los detalles, Tabata me ayudó mucho y Berna me daba algunos consejos, Luisa ni se me acercó, parecía estar muy molesta. 

Ya que Adam no estaba en la empresa, hablé con mis hermanos, fueron honestos y me dijeron que le pidieron el trabajo a Alejandro, pero que habían sido contratados sin favoritismo. Los miré como si fueran idiotas, obviamente fue por favoritismo. 

Carmen me pidió llegar temprano a casa, íbamos a celebrar que vamos a mudarnos a un departamento. Es más pequeño que el que teníamos pero tiene dos habitaciones. Carmen me dijo que su novio le había ayudado a limpiar y a pasar algunas cosas porque yo había estado ocupada con el evento. 

Salí temprano y fui a casa, Adam estaba ahí, parecía estar todo bien, me dió ánimos con el día de mañana y me dijo que él me ayudaría en todo momento, que sería mi asistente. Le explicamos a Carmen todo sobre el trabajo y Adam pidió si le podíamos guardar sus muebles ya que nosotras no tendríamos comedor, sala, refrigerador y en lo que lo compramos podíamos cuidar los suyos.

Adam regresaría a casa de su padre, al parecer su madre decidió dejarlo y él está vuelto loco. Cómo su padre ya no tenía nada que hacer, se la pasaba metiéndose en su vida y en la hermana de Adam pero después de la tempestad podría irse a vivir solo de nuevo, claramente no tendría dónde guardar los muebles. 

No estuve segura si era verdad o sólo quería ayudarnos con los muebles pero Carmen aceptó. 

Cuando Adam se fue hablé con ella, ella sabía que era un truco para darnos sus muebles pero que aunque lo fuera, Adam había sido muy bueno con nosotras y no podríamos decirle no a nada. 

Comenzamos a empacar nuestra poca ropa que teníamos ahí y Carmen le habló a su novio para pedirle que le ayudara con la mudanza de los muebles, su novio aceptó y entonces nos relajamos.

Planeábamos tener una noche de chicas pero me forzó a dormir temprano, mañana sería un día pesado y debía descansar.

La puerta sonó y con pesar fui a abrir.

Cuando abrí la puerta no había nadie, saqué mi cabeza para buscar en el pasillo pero entonces alguien me tapó la boca, yo inmediatamente le clavé mi codo en el estómago a quien fuera que sea. Cuando giré a ver al hombre que se encontraba encorvado quedándose de dolor, me di cuenta que era Alejandro. 

— ¡Perdón, no sabía que eras tú! — Me disculpé tratando de sobar su estómago, Alejandro no me decía nada, seguía quejándose. — Perdón. — Alejandro no me respondía. —¿Estás bien? — Se incorporó tratando de tomar aire. 

— ¿¡En dónde aprendiste eso!? — Me gritó molesto. 

—Eso te pasa por sorprenderme, deja de asustarme. — Golpeé su pecho. 

— Pensé que sería romántico. — Parecía apenado y me reí. 

—No andes pensando, te lo mereces. — Lo miré mal, entonces él sonrió con malicia y me abrazó. 

— Te extrañé. — Lo abracé de vuelta. — Desde hace unos días siento que puedo respirar porque estás conmigo, de nuevo estás a mi lado.

— Yo no puedo respirar, no puedo estar tranquila. — Se alejó un poco para poder mirarme a los ojos, parecía extrañado.

—¿Por qué? 

—¿Es cierto que no tienes fondos para la empresa? Pensé que eras millonario. — Fui directa. —¿En serio puedes quebrar? — Intenté que no se notara mi preocupación pero fue inútil.

—¡Agh! — Me soltó con desagrado. — ¿Debías decir eso? Vengo a verte para darte un beso y abrazarte pero tú te preocupas por la empresa. 

—No me respondiste. — Presioné.

—No te preocupes, no estoy del todo en quiebra. — Volvió a abrazarme. 

—¿Que no me preocupe? — Me reí con ironía. — ¡Claro que me preocupa! ¡Me preocupa que no me paguen!

Alejandro comenzó a reír y yo sonreí. 

—Debería estar enojado, sigues en casa de otro hombre. — Se alejó de mí.

—Ya me voy, esta es mi última noche aquí. — Lo miré mal. 

—¿No me estás mintiendo de nuevo?  — Preguntó sorprendido. Me reí y negué.

—No me mal entiendas, no me voy por ti. — Le dejé en claro. — Yo puedo vivir en donde yo quiera.

—Eso no importa. — Alejandro sonrió abiertamente. — Con tal de que no estés aquí me siento perfecto, ¡Me hace muy feliz! El mal de amores ha desaparecido por completo. — Suspiró con alivio.

Su teléfono sonó, parecía un mensaje. Él lo vió.

—¿Debes irte? — Pregunté desanimada. 

—Sí, pero nos vemos mañana. — Me abrazó de nuevo. — Descansa. — Susurró en mi oído haciendo que me estremeciera. — Te amo. 

No dije nada, sólo me soltó, me dió un beso rápido y se dió la vuelta para bajar las escaleras. 

—Alejandro. — Lo llamé y él giró de inmediato. — ¿Estás bien? — Él me sonrió. 

—¿Con quién crees que hablas? — Metió sus manos a los bolsillos del pantalón. — Soy Alejandro Sosa, el director de una gran empresa. — Presumió y lo miré mal, él suspiró, sacó sus manos de las bolsas. — Estaré bien siempre que estés conmigo. 

Se dió la vuelta y siguió bajando las escaleras. 

Cuando lo perdí de vista entré, Carmen me miraba feliz. 

—Parecen niños. — Se burló. 

Pude dormir perfectamente, ya nada me preocupaba más que el evento de mañana. 

 

 

 

 

 

Todo estaba saliendo bien, todos sabían exactamente cuál era su trabajo. Era sencillo lo que haríamos, teníamos cada producto de lujo que vendemos por la afiliación a una empresa y teníamos el clon del producto y el pirata. 

Mi trabajo fue dirigir todo, debía revisar cada cosa como las gargantillas, las carteras, la ropa, los zapatos y los bolsos. 

Todos debíamos usar guantes, todo debía estar impecable para exhibición. Ningún error estaba permitido. 



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En el texto hay: comedia, romance, venganzayamor

Editado: 26.12.2020

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