Soltera divorciada

HOY

Cuando entré a la habitación mi corazón se aceleró, ví a Elizabeth como nunca la hubiera imaginado, estaba pálida, en una bata de hospital con la mirada perdida.

—¿Cómo te sientes? — Había perdido el respeto por ella, aunque le hablé con tacto.

Ella alzó la vista.

—No quería que me vieras así, pero quería verte y hablar contigo. Siéntate. — La secretaria estába ahí, ella salió y cerró la puerta. 

Yo me senté en una silla que había al lado de su camilla.

—¿De qué quieres hablar? — Fuí al grano.

— ¿Sabes en qué peligro se encuentra Alejandro? — Fue directa, mi corazón se aceleró. — Alejandro puede perder la empresa y quedarse sin nada. — Me confirmó lo que nadie me quería decir, el tema que todos evitaban.

—¿A qué te refieres? — Me costaba trabajo respirar, ella rió con ironía.

—No actúes como si no lo supieras. — Bufó. — Ni actúes como la inocente, ¡Me decepcionas! — Parecía un poco alterada. 

—Pero…

—¡Alejandro lo perderá todo! Simplemente por tu culpa. — Me señaló con desprecio. — ¡Entiéndelo! Tú no tienes el poder para ayudarlo. — Me recordó. — ¡Aléjate ahora! No actúes como si te fueras a ir, ¡Y LÁRGATE YA! — Estaba totalmente alterada. —¡VETE! ¡VETE DE NUESTRAS VIDAS! ¡VETE! — Elizabeth se arrancó la vía ultravenosa y después trató de aventarme cualquier cosa que tuviera a su alcance, como su teléfono o las mismas máquinas que estaban a su alrededor.

—Te puedes lastimar, tranquila. — No supe qué hacer, solo me quedé ahí sentada aceptando todos sus gritos e intentos de herirme, le arruiné la vida que construyó.

—¡LÁRGATE! ¡VETE! — Seguía gritando y llorando.

La puerta de la habitación se abrió, Adam entró, me miró confundido pero fue directo a abrazar a Elizabeth. Yo miré asustada la escena, ver a Elizabeth así me tenía muy impactada, Elizabeth siempre fue muy calmada, amable y alegre ¿Quién era ella? 

— Elizabeth, ya, ya. — Adam la abrazaba meciéndola para que se calmara pero ella seguía llorando desgarradoramente, después de unos segundos se aferró a Adam. 

—¡Adam! ¡Adam! — Lloraba. —¡¿Qué voy a hacer?! ¿¡Y si Alejandro me abandona!? — Seguía llorando tratando de calmarse, se me hizo un nudo en la garganta. — ¿Por qué? — Elizabeth lloraba y yo no podía ni moverme. — ¿Por qué a mí? ¿¡Qué voy a hacer si él también me deja?! — Adam no la soltaba y seguía arrullandola. — ¡Me quiero morir! ¡No quiero vivir! 

La secretaria de Elizabeth me tocó el hombro y me pidió salir, yo esperé afuera, quería hablar con Adam.

La cabeza me dolía pero no podía pensar, sólo recordaba lo que Adam me dijo en el parque, "debes hablarlo". Eso haría. 

Salí corriendo, tomé un taxi y regresé a la oficina lo más rápido que pude. Faltaba una hora para que la jornada laboral se terminara.

Debía hablarlo con Alejandro y así él y yo tomaremos una decisión, sin más rodeos, son más mal entendidos o cosas falsas que me atormentan al dormir. 

Fui al departamento de Alejandro ya que él no contestaba su teléfono pero nadie abrió. Después de pensarlo un poco más fui a su oficina, entré al piso, no estaba Héctor, quizá esté con Fernanda.

Abrí la puerta sin tocar, la puerta se abría lentamente, era la maldita puerta que no podía azotarse.

—¿Estás diciéndome que no te importa si pierdes todo lo que tienes? ¿Todo por lo que has luchado? — Dejé de abrir la puerta al escuchar eso, asomé un ojo, un señor de alrededor de 60 años parecía estar burlándose de Alejandro, el cual tenía una postura muy sumisa, estaba apenado. —¿¡En serio no te importa nada de esto!?— Gritó.— ¡Contestame!

— No, no me importa. — Alejandro se enderezó poniéndose a la defensiva. El señor parecía sorprendido. — Sí. — Alejandro asintió. — Quizá me vaya a la quiebra si retira todas sus inversiones. — Admitió. — Tal vez no pueda recuperarme nunca. — Continúo. — Pero no puedo cambiar mi vida, mi matrimonio por su dinero. — Finalizó en un tono neutro, el señor estaba anonadado.

Sin lugar a dudas, el señor era el padre de Adam, él miraba a Alejandro tratando de pensar, Alejandro se dió la vuelta dándole la espalda, la conversación había terminado. Eso me dió un poco de valor aunque un poco de miedo, Alejandro perdería todo, todo.

El hombre parecía desesperado, finalmente después de unos segundos el señor se puso de rodillas. 

—Alejandro. — El señor miraba el piso. — Por favor, Alejandro. — Alejandro se dió la vuelta y miró horrorizado al padre de Adam.

—¡Señor, póngase de pie, por favor! — Alejandro parecía no poder creer está escena.

— ¡Salvala! ¡Por favor! — El señor juntó sus manos en el pecho y comenzó a llorar, hubo un largo silencio mientras el señor seguía llorando. — Tú eres la única persona que puede salvarla, Alejandro. ¡Por favor! ¡Te lo ruego! — Siguió en el piso lamentándose, llorando y rogando.

—Señor Ferrer, póngase de pie. — Alejandro se puso en cunclillas a su lado.

—Yo tuve la culpa la primera vez. — Explicó llorando. — Yo no acepté su elección, por eso ella huyó y él murió. ¡Yo tuve la culpa! — Alejandro negó pero el señor seguía llorando. — Tú la salvaste ese día en el puente, la ayudaste a comer y reponerse de la pérdida. Pero si la dejas ella puede querer morir otra vez, así que por favor, ¡Salvala, como hace tres años! — Suplicó.

— Señor… — Se aclaró la voz.

—¡Te daré todo lo que tengo! — El señor lo interrumpió desesperado. — Te lo daré todo si me juras que la salvarás. ¡Por favor, hazlo! ¡Te lo suplico! — Lloraba sin consuelo. 

Alejandro lo miró lleno de culpa.

— De pie, señor. — Alejandro se levantó, respiró profundamente.

—¡Alejandro! — El señor se aferró a su pierna. —¿Puedes ayudar a alguien que no tiene nada más que dinero? ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Ayúdame! ¡Sólo una vez más! 

Alejandro dió un paso para alejarse del agarre del padre de Adam, haciendo que éste cayera por completo al suelo por soltar su pierna, pero el señor seguía llorando, estaba totalmente destruido.



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En el texto hay: comedia, romance, venganzayamor

Editado: 26.12.2020

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