Soltera divorciada

MUERTA

Había preparado la comida favorita de Alejandro, sintiendo la emoción que sentía cada día hace alrededor de siete años cuando esperaba que él llegara del trabajo. 

Me sentía apurada ya que él llegará pronto, Héctor me ayudó con mucho gusto, me dejó entrar al departamento de Alejandro y además se había ido a una cita con mi Hermana para dejarnos completamente solos.

Alejandro se había tardado una hora y media más en regresar a su departamento y eso que trabajaba en el piso de abajo, ¡No podía creer que tardara tanto! 

Acomodé la mesa y lavé las ollas que había utilizado. Estar en el comedor me traía algunos recuerdos, como cuando gané el concurso y tuve que cenar con él.

Escuché que la puerta se abrió y cerré la llave del fregadero, llevé unos cubiertos a la mesa y abrí el refrigerador para sacar una cerveza. 

— Oye, no quiero cenar. No estoy de humor, tendrás que comer solo otra vez. — Alejandro fue al sofá y se aventó para acostarse.

— Lávate las manos y siéntate, no voy a comer sola. — Siempre hacía lo mismo, cuando algo iba mal, no comía. 

—¡Ya te dije que no ten…! — Cerró la boca y se puso de pie de inmediato tratando de enfocar su vista hacia donde provenía mi voz. — ¿Ana?

— Tu asistente tiene una cita con mi hermana ¿Podrías explicarme eso? — Me quité el delantal y lo puse sobre la barra de la cocina, después me senté a la mesa. 

— Ana. — Alejandro sonrió y corrió hasta el comedor, miró la mesa detenidamente. — Cocinaste mucho, ¿Por qué siempre haces de más? 

Ambos miramos la comida.

— Perdón. — Hice una mueca. — Haré menos la próxima vez. — Prometí sonriendo. — Lo que quede puedes regalarselo a Héctor o…

—Lo recalentaré hasta que se termine. — Me interrumpió. 

— Entonces, hay que comer. — Señalé su plato, Alejandro se sentó a mi lado. —¿Ya te lavaste las manos? — Lo miré mal, él se levantó corriendo hacia el lavabo. 

No tardó mucho tiempo, parecía emocionado y ansioso.

—Listo. — Regresó con las manos escurriendo, tomó una servilleta de la mesa y se secó.

—Te he dicho que siempre hay una toalla al lado del fregadero. — Le pellizqué una pierna levemente sólo para advertirle. — ¡No debes hacerlo con la servilleta! — Alejandro asintió. 

— Perdón. — Trato de sonreír simpáticamente para que dejara de regañarlo. 

—Está bien, mejor ya come. — Él tomó su cuchara, tomó un poco de comida y se lo llevó a la boca lentamente, él me miraba detenidamente, como hundido en sus pensamientos. — ¿Por qué no comes? — Alejandro asintió y comenzó a comer más a prisa. 

—Te vas a ahogar. — Advertí de mala gana. — ¿No puedes sólo comer normal? — Le di un golpe en el hombro. 

— Estoy nervioso. — Habló con la boca llena. 

—Ni que fuera nuestra primera cita, sólo actúa normal. — Bufé y yo comí de mi plato. 

Alejandro comenzó a comer normal y yo miré su pómulo derecho, se le había inflamado y ya tenía un moretón, él me miró, al darse cuenta de que miraba su pómulo cubrió esa parte con la palma de su mano.

— Me quedé dormido mientras trabajaba y como estaba cabeceando me pegué en el escritorio. — Dió la excusa más tonta que he podido escuchar. — De seguro ya se me inflamó pero, no es nada. Ni siquiera me duele. — Sonreía y reía para restarle importancia.

—Debes cuidarte más, no te quedes dormido nunca. — Sonreí y seguí comiendo. Después tomé la cerveza pero recordé que no tenía un destapador así que me puse de pie para tomar uno. — Toma. — Cuando destapé la cerveza se la puse a un lado de su plato.

—Siempre me lees la mente, realmente quería un trago. — Alejandro tomó contento la cerveza. 

—¿En serio? ¿Por qué? ¿Te fue mal? — Me senté y seguí comiendo. 

— No. — Negó de inmediato. — Sólo que hace mucho que no bebo. — Se rió. — Falta una para ti. — Alejandro se puso de pie yendo al refrigerador.

—Yo no quiero beber. — Aún así sacó cuatro. 

—¡Vamos! No me gusta beber solo. — Se sentó y con el destapador que yo llevé a la mesa destapó una para mí. 

Miré la cerveza en la mesa por unos instantes.

— Está bien. — Suspiré rindiéndome. — Sólo por ser la última vez. — Sonreí amargamente y la bebí. 

—¿La última? — Parecía confundido, Alejandro siguió comiendo.

— Quiero dejar de beber, ya sabes que siempre me pongo muy mal. — Sonreí y seguí comiendo. — Después de esta noche no volveré a beber.

Alejandro parecia haberme creído.

—¿Iremos a la boda de Jorge y Edith? — Cambió de tema, me insinuaba que iríamos juntos. 

— Sí, supongo. — Sonreí.

—¿Quién diría que después de tantos años terminarían juntos? — Suspiró.

—¿Supiste que ella está embarazada? — Alejandro se sorprendió. 

—¿En serio? ¡Wow! 

—Sólo así pudo atraparlo. — Reímos.

—Eso es mentira, Jorge siempre estuvo secretamente enamorado de ella, Edith nunca se dió cuenta y sólo hasta la graduación ella lo volteó a ver. — Acusó.

—¿De que hablas? — Pregunté como si él fuera tonto, ambos seguíamos comiendo pero discutíamos. — Edith estuvo secretamente enamorada de él desde siempre pero él solo la molestaba. — La defendí. 

— ¿Y por qué no se lo dijo antes? — Parecía molesto, bebió de su cerveza. 

—¿Y por qué tendría que haber sido ella la que lo dijera primero? — Alejandro detuvo la comida que se llevaba a la boca. — ¿Por qué él no se lo dijo antes?

Discutimos hasta que terminamos de comer, Alejandro defendía firmemente que ella debía de haber dado el primer paso desde mucho antes y no haber hecho esperar a su amigo.

Yo defendía que era más romántico que un hombre se declarara y enamorara a la mujer. 

—Entiende que no hablamos de cualquier persona, hablamos de mi y mis amigos. — Aclaró. — ¿Tú crees que tú y yo hubiéramos terminado juntos si tú no me hubieras insistido tanto? — Preguntó obvio yendo a la sala y yo corrí detrás de él con dos cervezas en las manos al igual que él. 

Alejandro se sentó en el sofá más grande.



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En el texto hay: comedia, romance, venganzayamor

Editado: 26.12.2020

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