Soltera divorciada

¡ÁNIMO!

No puedo dormir, no puedo tranquila, necesito saber algo de él, aunque sea si está durmiendo y comiendo bien. 

He estado trabajando en la lavandería, no tengo trabajo y no he podido salir a buscar uno, mandé mi CV a todos los sitios de trabajo que pude pero no hay respuesta. 

Todas las noches cuando por el gran cansancio caigo dormida unas cuantas horas, sueño con Alejandro, lo extraño y sé que fui una tonta al regresar a su vida y crearle todos estos problemas, sólo pido que él esté bien. 

Mi madre me pidió que fuera a buscar trabajo, ya que no quiere que me quedé toda la vida en la lavandería. Llené unas solicitudes de empleo e imprimí mi CV unas cuantas veces para ir de empresa a empresa o de negocio a negocio como antes para buscar algún trabajo, fueron dos días muy cansados, los pies me dolían y todavía no encontraba nada. Al tercer día, con los ánimos de Carmen fui a la calle a buscar un nuevo trabajo, "pensaré positivamente y cosas buenas pasarán". Me repetí una y otra vez.

Cuando salí de una entrevista de trabajo para cajera en un restaurante de comida italiana, me encontré de frente con la antigua oficina de Alejandro, cuando estábamos casados aquí él venía a "trabajar" desarrollando nuevas aplicaciones. Sólo había venido una vez, intenté traerle el almuerzo pero me ignoró por completo, estaba tan adentrado que juré nunca venir de nuevo. Me acerqué para darle un vistazo y ver cómo había cambiado. 

Sólo era un pequeño cuarto de no más de cuatro por seis metros, había un baño y una ventana gigante de la cual me asomé, me sorprendí al ver las mismas computadoras que hace años, eran exactamente las mismas. ¿Alejandro habrá vendido todo este equipo y lo seguirán utilizando?

Mi pregunta fue respondida por el mismo Alejandro que apareció en mi campo de visión moviendo cosas en la computadora y después echado un vistazo a las seis restantes, parecía estar jugando. Estaba vestido con una sudadera sucia, unas sandalias y un pantalón deportivo que le quedaba muy grande, Alejandro parecía no haber dormido bien, su cabello estaba muy desordenado, además había pilas y pilas de sopa instantánea, latas de café y coca cola. 

¿Qué rayos estaba haciendo? 

Saqué mi teléfono y le mandé un mensaje. 

"Por favor, contestame. ¿Por qué has desaparecido?"

El teléfono que tenía sobre una de las mesas sonó, él lo revisó de inmediato, sonrió y dejó el teléfono para seguir en las computadoras. 

— ¡Que bonito! — Grité llena de furia, Alejandro dió un salto y giró hacia la ventana de dónde yo estaba asomada. — ¡¿Por qué ignoras mis mensajes?!

Me dirigí furiosa hacia la puerta, Alejandro corrió de igual forma para intentar cerrarla pero yo fui más rápida. 

— ¿Qué haces aquí? — Miró al piso y comenzó a acomodarse la ropa, peinó un poco su cabello con los dedos y con la manga se limpió los restos de comida de su boca. 

Dió un paso a la izquierda y yo igual, él quería irse y yo no lo dejaría. Corrió rápidamente intentando salir de la oficina pero lo sostuve del gorro de la sudadera haciendo que cayera al piso, cerré la puerta para que no pudiera escapar.

— Levántate. — Le ordené de mala gana, él lo hizo y yo lo agarré de su cabello jalandolo para atraer su cabeza hacía mí. 

—¡Auch! — Se quejó de lo fuerte que lo estaba jalando. 

—¡Alejandro Sosa! ¡Hoy te mataré! — Amenacé con rabia. —¡¿Cómo te atreves a no contestar mis llamadas?! — Le di una patada en la espinilla para que entendiera lo que me había hecho sentir.

—¡Aghhh! — Se tiró al piso sobando su espinilla, se quejaba de dolor.

—¿¡Cómo te atreves a dejarme en visto!? — Le di un golpe con mi bolsa. — Él se cubrió la cara rápidamente. — ¿¡Y CÓMO SE TE OCURRE RENUNCIAR!? — Le di otro golpe con mi bolsa mientras gritaba.

— ¡Lo siento, lo siento… así debía de ser! — Se justificó desde el piso. 

—¿Así debía de ser? — Me reí de su estupidez. — ¿Un ejecutivo se convierte en un vago de un día para otro y sólo porque así debía de ser? — Lo tomé de su oreja y la jalé para que se levantará. 

Comenzó a quejarse y lamentarse pero se paró y lo solté, él de inmediato sobó su oreja, yo eché en un vistazo alrededor y miré el bote de basura. 

—¿Qué es esto? — Me dirigí a la basura y saqué la placa que él había tenido en su escritorio de director en la empresa Zelo.

— Deja eso ahí. — Pidió amablemente finalizando en un puchero, esto significaba que de verdad se había rendido en regresar a la empresa. 

—¿Te volviste loco? — Estaba entrando a la histeria, no podía entender cómo para él era tan fácil de renunciar a todo. — ¿Por qué rayos renunciaste? ¿Por orgullo? ¿Al ver que ellos te echarían decidiste irte tú primero? ¿Y qué haces aquí? ¿Hundirte en la miseria? ¡Sólo estás jugando! — Señalé las computadoras.

— No estoy jugando. — Me respondió mirándome a los ojos, mi cara sólo reflejaba furia. — Creí que podría empezar de nuevo, estoy intentando trabajar pero no logro nada, ningún avance. — Admitió. 

—¿Volver a empezar? ¿Quién te crees? No eres un jovencito. — Le recordé. 

—Dame tiempo. — Me rogó. — Sé que puedo crear algo más, buscaré inversionistas, crearé otra empresa, tendré trabajo estable e ingresos. Podemos estar juntos y salir adelante. — Sus ojos eran tiernos y suplicantes, él esperaba una respuesta mía.

Pero sus palabras resonaron en mi cabeza, me sentí como hace años, Alejandro no se cansaba de decir esas mismas palabras una y otra vez. 

—No. — Negué son los ojos llenos de lágrimas. — Esto se acabó. — Me limpié los ojos con mis manos. — No puedo verte así dos veces. Quería ver que estuvieras bien, pero no quiero que me busques ya. 

Me di la vuelta me dirigí a la salida, Alejandro me detuvo poniéndose frente a mi, me tomó el rostro con ambas manos y limpió mis lágrimas. 

—¿La próxima vez que vengas puedes traerme un gran trozo de carne? Casi no puedo cocinar nada porque no salgo de aquí. 



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En el texto hay: comedia, romance, venganzayamor

Editado: 26.12.2020

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