Ayer, luego de esperar algunos días, pude saciar las ganas que tenía de tu cuerpo; y no, no hablo de tener sexo... Me refiero a esa avidez de arropar tu cuerpo con mis manos.
En mi rostro se reflejaba con total descaro un gesto de goce y jovialidad... Por otro lado, en tu semblante se denotaba el placer, me sentí como un niño con juguete nuevo, incitado a permanercer allí, y sin esperar que tuvieses que marchar, mientras seguía descentrado por el desliz de mis manos por todo tu cuerpo, me atreví a besarte y te sentí desnuda, aun cuando tenías algo de ropa puesta, en ese momento entendí que me pertenecías... Y que yo, era tuyo sin duda.
Y sí, te había sentido antes, te había tocado antes, incluso habíamos tenido sexo antes... Pero anoche, sin vacilaciones te hice el amor sin bajar tu falda.