Sombra de Cristal

EL ACCIDENTE

La lluvia caía sobre la ciudad como un tambor constante, golpeando el asfalto y los techos metálicos. Alex Marín corría entre las sombras, la chaqueta pegada al cuerpo, los ojos atentos a cada reflejo de luz que se colaba entre los edificios. No era la primera vez que recorría los callejones por la noche, pero algo dentro de él sabía que esa noche sería diferente.
No entendía por qué… solo sentía una presión extraña en el pecho, como si algo lo estuviera guiando.

Llegó al laboratorio abandonado que le había dado curiosidad durante semanas. Nadie debería estar allí, pero su instinto le gritaba que algo no estaba bien.
Empujó la puerta metálica y un olor a electricidad y químicos viejos lo golpeó. La luz fluorescente parpadeaba, revelando equipos desordenados y cristales dispersos por el suelo. Algunos brillaban con un resplandor tenue, casi como si respondieran a su presencia.

—Vamos… solo un vistazo rápido —murmuró.

En un extremo de la sala, un extraño dispositivo emitía un zumbido bajo, como si respirara. Alex se acercó, fascinado y asustado al mismo tiempo. Antes de poder pensar, el cristal central del aparato explotó en un destello cegador. Sintió cómo el mundo se doblaba a su alrededor, sombras y luces danzando en formas imposibles. Cayó de rodillas, la piel recorriéndole un hormigueo intenso, como si el aire mismo estuviera vivo.

Por un instante, creyó escuchar algo… un susurro ahogado entre el ruido:

Por fin…

Cuando recuperó la visión, la sala estaba en silencio. Todo parecía normal, excepto por un detalle: las sombras ya no se comportaban como antes.
Se alargaban y acortaban con voluntad propia, moviéndose alrededor de él como si fueran conscientes. Alex alzó la mano y, para su horror y fascinación, una sombra respondió, enrollándose alrededor de su brazo como un guante oscuro.

—¿Qué… qué me está pasando? —susurró, con la respiración agitada.

Un golpe en la pared lo hizo girar. La sombra reaccionó instintivamente, formando un escudo que absorbió el impacto.
Alex comprendió, en ese instante, que había cambiado para siempre.
No era solo un accidente; algo dentro de él se había despertado, algo que había estado esperando.

El zumbido volvió, más fuerte, resonando en su pecho.
Una parte de él quería huir, correr y olvidar lo que acababa de suceder.
Pero otra parte —la más profunda— estaba fascinada.

—Esto… esto es solo el principio —dijo, con voz firme.

Y justo cuando se inclinó hacia el dispositivo, un destello final lo envolvió.
La sala quedó sumida en una oscuridad absoluta, excepto por las sombras que parecían susurrarle:

Sombra de Cristal… despierta.

Alex estaba rodeado de sombras que se movían a su voluntad, sin saber aún que aquella noche no había descubierto un poder… sino una herencia.




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