Alex respiraba con dificultad, apoyado en la pared del callejón. La lluvia lo empapaba, y sus sombras aún se arremolinaban a su alrededor, tensas y nerviosas. Había sobrevivido al primer ataque, pero algo le decía que esto era solo el inicio.
Desde las alturas, un destello iluminó el callejón: una figura encapuchada se movía con precisión, concentrando la luz de la ciudad en rayos que podían deshacer cualquier sombra. Alex sintió cómo su poder se debilitaba ante cada destello. Su reflejo en los charcos era un recordatorio, la luz podía matarlo, pero también enseñarle su límite.
—¿Quién eres? —gritó, mientras se incorporaba y lanzaba un látigo de sombras que chocó con la luz como agua contra roca.
—Alguien que sabe lo que despertaste —respondió la voz metálica desde la azotea—. Y que no dejará que pierdas el control.
Alex comprendió algo vital: no era solo un enemigo cualquiera. Esta persona conocía su poder, sus sombras, incluso su manera de reaccionar. Sus ataques parecían anticipar cada movimiento, como si algo o alguien le hubiera enseñado a cazarlo.
Con un salto, Alex creó un muro de sombras, oscureciendo todo el callejón. Cada sombra se movía a su voluntad, pero todavía sentía la incertidumbre. Recordó la advertencia de aquella voz en el accidente, “Sombra de Cristal… despierta”.
¿Era una advertencia o una amenaza?
El enemigo descendió, disparando ráfagas de luz concentrada. Alex reaccionó instintivamente, usando las sombras como látigos y escudos, absorbiendo parte de la energía. Por primera vez, sintió que podía jugar con la luz y la sombra, sentir su interacción y usarla a su favor.
—Interesante… —dijo la voz desde arriba—. No eres solo fuerza bruta. Tienes instinto. Pero tu inexperiencia será tu perdición.
Alex respiró hondo, concentrando cada fibra de su cuerpo. Sabía que debía arriesgarlo todo. Saltó hacia un contenedor y, desde allí, lanzó un ataque masivo, un látigo de sombra que absorbía la luz y se extendía hacia la figura encapuchada.
La explosión de energía iluminó el callejón, levantando charcos y rompiendo botellas a su paso. Por un instante, Alex vio un destello de algo en la mirada del enemigo, curiosidad, reconocimiento… y peligro.
Un pensamiento cruzó la mente de Alex mientras su corazón latía a mil por hora:
No es casualidad que esto me haya pasado… alguien me ha estado esperando. Y Luminar no es el único que me observa.
El capítulo termina con Alex en el suelo, exhausto, mientras las sombras se arremolinan alrededor de él. En la distancia, la figura desaparece entre los reflejos de luz de la ciudad, dejando un rastro de misterio y tensión:
“¿Quién es este cazador de sombras? ¿Qué sabe sobre Alex? ¿Y qué relación tiene con Luminar?”
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Editado: 21.10.2025