Sombra y Luz

Capítulo 1

1er Año

Un Encuentro Predestinado

Magnus había llegado al Campus. Era un chico muy agradable y gentil, pero con un carácter fuerte, decidido, siempre luchando por aquello que él consideraba correcto: la justicia.

Entre sus tantas cualidades destacaban las físicas: Alto, delgado, brazos y piernas largas, cabello castaño oscuro, ojos cafés, algo de ñeque y como no, enormes pies. Aunque era observado por los que serían sus nuevos compañeros de facultad (entró a Derecho), él prefería ser discreto, de bajo perfil, pasar desapercibido, para evitar sentirse incómodo y ser blanco de malas ondas por parte de los malintencionados.

Aunque sin duda la gran virtud de Magnus era que poseía una luz interior, una especie de poder único, y su espíritu estaba empapado de dicha luz. No había espíritu maligno ni sombra maligna que menguara la impresionante fuerza luminosa de su alma, algo totalmente extraño en estos días.

Nadie sabe a la perfección como es que obtuvo aquel misterioso poder. Se dice que lo heredó de su madre, una mujer de férreo carácter, pero que tenía un corazón de oro por su increíble sentido de empatía hacia los demás. Su padre, en cambio, era un ser de oscuridad, egoísta y mezquino, pero aquellos caracteres no se transmitieron a su, en ese entonces, único hijo. De cualquier forma, dicha herencia oscura no estaba ni en el ADN ni en la sangre de Magnus, lo que hacía del joven un ser único en su clase.

 

— ¡Tienes suerte novato! Los tórtolos te van a matonear. —Decía uno de los superiores.

En efecto, ocurrió que al inicio de la actividad se hizo un particular sorteo entre los de segundo año para matonear a un grupo determinado de novatos del primer año y Magnus, que ya de por sí era vistoso por ser el más alto del grupo, llamó la atención de estos dos chicos: El varón, típico chico sonriente con afición a las tiras cómicas, de connotada presencia, inteligente y noble, de cabellos negros, tez morena, flaco y de estatura un poco más baja que el propio Magnus. La dama, una chica con el típico aire de niña buena, que parecía ser buena amiga, buena consejera, buena compañera, buena onda, en fin, buena en todo, además de tener hermosos rasgos físicos, tez blanca, una larga y lisa cabellera de color café oscuro, ojos negros, flaca, de cintura estilizada y de estatura más baja que su novio y que el propio Magnus.

 

— ¡No es justo! —Decía otro de los novatos—. Ella es la chica más hermosa de la Facultad, es el sueño de cualquier hombre tenerla como polola, pero está al lado de ese ñoño leguleyo que lee cómics, ¡No es justo!

— ¡Oye, te escuché! ¡No soy ningún ñoño! —Exclamó medio enojado el chico.

— ¡Tranquilo cariño, no les hagas caso! —Le decía con ternura la chica.

 

Al instante, casi seis superiores se lanzaron contra este, y le dieron una golpiza de esas que duelen hasta el alma, obligándolo a volver para ser matoneado por otro grupo de superiores. Magnus vio lo que pasó y le entró miedo, pero siguió adelante, valiente como él mismo.

 

— Ahora sigues tú. —Le dijo la chica al joven esbozando una particular sonrisa.

El joven se hincó de rodillas para recibir el balde de pipí de gato con la cabeza agachada. Ella se dispuso a lanzar el contenido encima de Magnus, pero en ese instante... se detuvo. Sin querer, sentía que algo le instaba a no hacer el matoneo, cosa que llamó la atención de su pareja.

 

— Corazón, ¿Qué pasa? ¿Por qué no lanzas el balde? —Preguntó él.

— No, nada. Ahora mismo lo lanzo. —Dijo ella.

Quiso intentar la bella joven matonear a Magnus, pero de nuevo algo la detuvo. No entendía por qué no podía lanzar el contenido del balde a la cabeza del joven novato. Trato de exigirse a sí misma para llevar a cabo la proeza, pero en ese instante, observó al joven y vio un enorme resplandor de luz encima de él, protegiendo su cuerpo. Eso la asustó de sobremanera.

 

— Corazón, ¿Qué esperas? —Volvió a preguntar su novio algo preocupado.

En eso la joven bajó el balde y lo dejó al lado de Magnus. Este último alzó la cabeza para ver qué pasaba y vio a la chica atemorizada, con la cara pálida, como si hubiera visto a un fantasma.

 

— No puedo hacer esto... —Dijo de pronto la joven.

— ¿Por qué corazón? —Preguntó su novio.

— Es que este chico...tiene algo muy fuerte, no sé, como un resplandor. —Decía ella.

— Oye no estarás enamorándote de él, ¿o sí? —Preguntó con sarcasmo su pareja.

En eso la joven le manda flor de golpe en el brazo, para sorpresa del propio Magnus.

 

— ¡Tonto! ¿Cómo se te ocurre preguntar eso? ¡Claro que no, yo te quiero a ti! —Exclamó furiosa la joven.

— ¡Oigan! Si tienen algún problema, puedo matonearme a mí mismo. —Decía Magnus con relajo.

— ¿Estás loco? ¡No puedes matonearte tú mismo, va contra la tradición! —Exclamó el chico.




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