Sombra y Luz

Capítulo 10

3er Año

Sombría Traición, el Ocaso de la Luz y el Amanecer de la Oscuridad

 

Un nuevo ciclo comienza en la Facultad de Derecho. Es el tercer año de carrera, y como no, Magnus sigue adelante con su gran objetivo de ser un abogado.

Han pasado varios meses desde el fin del año anterior. Por supuesto que el panorama general y el ambiente interno habían cambiado para entonces. El Portador de Luz es considerado hoy en día como un héroe estudiantil para sus compañeros tras la gran batalla que él y sus amigos protagonizaron contra el malévolo Silfer y sus desgraciados lacayos, quienes hoy muerden el polvo de la derrota y sufren de mala manera la humillación y el desprecio de todos los leguleyos.

A pesar de aquello, Magnus se lo tomaba con calma y disfrutaba en su justa medida del momento de fama que sus compañeros le daban, pues él seguía con su política del bajo perfil y de concentrarse solo en sus estudios. Por supuesto que lo acompañaban sus grandes amigos. Por un lado, los tórtolos, o sea, Julius y Josy, sus mejores amigos; Sena, quien hoy día es su actual pareja, pues declararon su amor hace tiempo y oficialmente ya son pololos (cosa que a los tórtolos les da mucho gusto saber, por cierto); y finalmente, Flora, la hermana menor de Sena y cuñada de este, quien disfrutaba juntándose con sus amigos y era considerada una musa soñada por los leguleyos por su inconfundible belleza física, emocional y por su gran amabilidad con las personas. Ellos conformaban el gran grupo denominado como los 5 de la Luz, héroes y defensores de la Facultad de Derecho.

Ya iniciado el nuevo año, Magnus y sus amigos se habían reunido nuevamente, con el fin de empezar con los estudios, y quizás con alguna nueva aventura que pudiera surgir y que requiriese de la presencia de estos en situaciones muy excepcionales.

Al llegar a la Facultad, el recibimiento a Magnus fue monumental, casi como una estrella de cine, entre vítores, aplausos, gritos y barras: — "¡Olé, Olé, Olé, Olé, Magnus, Magnus!". Para el joven era una sorpresa inusual, lo mismo que sus amigos, quienes se sentían algo...nerviosos por el enorme recibimiento.

 

— ¡Vaya! No me esperaba esta recepción tan cálida. —Decía sorprendido Magnus.

— ¡Pues que esperabas viejo! ¡Eres el héroe de la Facultad! —Exclamaba Julius.

— ¡Sí, debes estar contento por eso! ¿No querías que la gente te llamara por tu nombre? —Decía Josy.

— ¡Pues sí, pero solo por ustedes, no por toda la Facultad! —Afirmaba Magnus.

— Eres muy modesto Magnus, eso es algo muy bueno en ti. —Decía risueña Flora.

— Eso es obvio amigos. —Dijo Sena mientras abrazaba tiernamente a Magnus—. Mi pololo es todo un profesional, y además es el chico más lindo, tierno y cariñoso que conozco.

— ¡Sena! —Exclamó asombrada Josy.

— Es cierto, había olvidado que Sena y el viejo ahora son pololos. —Afirmaba alegre Julius.

— Ya era hora de que al fin se confesaran el amor que sentían el uno por el otro. —Decía Josy.

— ¡Qué chistosos! Todo porque ustedes dos ya estaban juntos cuando los conocí. —Afirmó Magnus con sarcasmo.

— Oye no te lo tomes tan a pecho viejo, tú sabes que Josy y yo te apoyamos en esto, ¿o no? —Decía Julius.

— Sí, eso es verdad, buen punto. —Afirmó Magnus.

— ¡Lo bueno de todo... es que por fin tengo un cuñado muy simpático con el cual conversar cuando este sola! —Decía sonriente Flora.

— ¡Flora, ni loca te lo voy a prestar, es mío! —Exclamó celosa Sena.

— ¡Oye, yo no soy de nadie! —Dijo fastidiado Magnus.

Al final, solo risas y carcajadas entre los cinco chicos. A pesar de la fama que rodeaba a Magnus, él seguía siendo el mismo de siempre, compartiendo con ellos todas las cosas que pasaban en la Facultad. Ya nadie se acordaba de que alguna vez un malévolo estudiante lo tildó de fracasado cuando llegó el primer año a estudiar en la Facultad, pues ahora el fracasado era aquél que lo desafió muchas veces, y que hoy era despreciado por sus compañeros. Ese alguien era Silfer.

El ahora olvidado estudiante se encontraba solo, en la cafetería, sin nadie quien lo acompañara, pues los compañeros que circulaban alrededor lo miraban con malos ojos, manifestando su desprecio hacia él. Para el joven eso no era novedad, de hecho, ni siquiera manifestaba algún sentimiento de culpabilidad, sino que todo lo contrario, era normal y hasta natural en él no preocuparse del qué dirán, pues su orgullo y soberbia eran tan grandes que seguía creyendo que algún día vencería a Magnus, cosa que le hacía creer en un sueño prácticamente imposible.

Mientras se servía su café, con cara de absoluto amargado, aparecieron sus antiguos lacayos, Marcus y Sans, quienes venían enfurecidos, al parecer, por un mal rato que habían pasado. Lo vieron y se sentaron con él, contando lo que les pasó.

 

— ¿Puedes creerlo Silfer? Desde que perdimos la batalla contra esos perdedores de la Luz, ya no nos dejan siquiera entrar a la biblioteca para estudiar, y para colmo, nos faltan el respeto con pifias y con insultos, y todo porque ese fracasado y sus tontos amigos ahora son "superestrellas". —Afirmó enojado Marcus.




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