Sombra y Luz

Capítulo 13

Transcurrieron algunos días en el Campus, en medio de una aparente y extraña calma entre todos los estudiantes de las distintas Facultades, entre esas la de Derecho, a pesar del terrible acontecimiento que había sucedido en tan poco tiempo. Signos de desconfianza reinaban entre los estudiantes de dicha escuela, todos culpándose unos contra otros de lo ocurrido con aquellos tres compañeros que perdieron la vida bajo extrañas circunstancias, sin sospechar que toda esta parafernalia no era más que el resultado de un macabro plan elaborado por el maligno Portador de Sombra, Silfer, y sus aliados, para destruir a su peor enemigo, el Portador de Luz, Magnus, y sus amigos, hoy también cuestionados por las muertes de aquellos tres estudiantes.

Y mientras la oscuridad comenzaba a obnubilar por completo a todos en la Facultad de Derecho, Magnus y sus amigos estaban en los pastos del Parque de la Laguna, almorzando tranquilamente, disfrutando de una tarde agradable, con bebestibles y sanguches (sandwiches), preparados por Flora y Josy. A ninguno de ellos se le pasaba por la mente que algo nefasto iba a ocurrir, simplemente estaban distraídos en la tranquilidad de aquellos días de gloria, aparentemente pacíficos.

 

— ¡Esto está delicioso! —Exclamaba Magnus mientras devoraba un sanguche.

— ¡Idiota, ese era mi sandwich, goloso! —Dijo enojada Sena.

— ¡Ay Magnus, eres un glotón, ya te has comido 4 en un día! ¿No te parece que es demasiado? —Llamaba la atención Josy a su mejor amigo.

— Viejo, si sigues comiendo así, terminarás como morsa. —Advertía Julius.

— ¡Eso es ridículo! —Decía Magnus—. Además, tengo hambre, estudiar mucho me abre el apetito siempre.

— ¡Pero si acabas de desayunar hace un par de horas! —Exclamó Sena.

— ¡Sí, pero igual tengo hambre, no lo puedo evitar! —Dijo Magnus mientras comía el sanguche.

— No tienes remedio... —Dijo lamentándose su polola.

— ¡No te preocupes Sena...! —Exclamaba Flora—. A mí me da gusto que Magnus disfrute mis sándwiches y los de Josy, como tiene tanta energía es natural que tenga hambre.

— Flora, eres muy considerada, se ve que no te complicas por estas cosas. —Decía Josy.

— Así es. Me gusta ver cuando mis amigos están felices, eso me pone muy contenta. —Afirmaba Flora.

— Bueno...en ese caso supongo que me comeré los sándwiches de Josy. —Dijo Sena mientras sacaba tres de su canasto.

— ¿QUE? ¡Sena, no! ¡Yo iba a comérmelos primero! —Exclamó enojada la joven.

— ¡Perdiste! —Dijo con malicia Sena.

— ¡Qué mala eres Sena! —Dijo fastidiada Josy.

— Josy, si gustas puedes comer de los míos, todavía me quedan algunos. —Afirmó Flora.

— ¿En serio? ¡Gracias Flora, que lindo detalle! ¡Deberías ser mi hermana en vez de la de Sena! —Dijo Josy agradecida.

— ¿De verdad? ¡Pues no sería mala idea! —Afirmaba risueña Flora.

— ¡Oye! —Exclamó furiosa la polola de Magnus.

— Bueno, creo que yo también comeré de los sándwiches de Flora. —Dijo Julius.

— ¡Amor no! ¡Recuerda que estás a dieta! —Llamó la atención su polola.

— ¿A dieta? —Preguntó Magnus con curiosidad—. Pero Josy, Julius no está gordo, ¿Para qué quieres que haga dieta?

— Porque se le está saliendo la panza de lo mucho que come cuando termina de estudiar, y él no es de tener la panza suelta. —Decía Josy.

— ¡Eso no es verdad, yo no tengo tanta panza! —Exclamó Julius.

— Sí la tienes amor, no me discutas. —Dijo Josy.

— ¡Pobrecito de ti viejo! Terminarás convertido en un palo de golf con eso de la dieta. —Reía Magnus.

— Mira quien lo dice, tú deberías hacer lo mismo que él. —Decía Sena.

— ¡Ay Sena...! —Exclamaba lamentándose Magnus.

— Bueno viejo, en ese caso hay que distinguir... —Dijo Julius.

— ¡No empieces con eso de nuevo, no estamos en clases! —Exclamó Magnus.

Todos rieron ante el comentario del joven, y es que entre ellos había un ambiente de mucha confianza, de mucha tranquilidad. Para Magnus, era un momento dichoso, tenía a sus grandes amigos que lo apoyaban y querían, a su polola, que lo apreciaba especialmente, y a su cuñada, que confiaba plenamente en él. Se sentía acompañado, querido, y ya no percibía esa extraña sensación de soledad que tuvo cuando entró a la Facultad hace dos años. Por primera vez en su vida, el joven héroe se sentía como si estuviera en familia.

 

— Amigos... —Dijo de pronto el joven—. Tengo que confesar que, jamás me había sentido tan querido, es la primera vez en mi vida que ya no me siento tan solo, sino que muy por el contrario, ahora me siento más acompañado que nunca. Tengo los mejores amigos, y también, la mejor polola, con la que podría haber soñado.

— ¡Qué tierno eres Magnus! —Exclamó alegre Josy al escuchar las palabras de su mejor amigo.

— ¿Magnus...? —Intervino Flora—. Te noto algo preocupado. ¿Qué tienes?




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