Continuaron los días en la alicaída Facultad de Derecho. Sin amistades, sin compañerismos, solo competir por ser el mejor, a toda costa, aprovechándose del otro para satisfacer sus intereses, dejando de lado el significado de ser humano.
Ya la situación era de tal gravedad, que el resto de los estudiantes del Campus comenzaron a averiguar sobre los acontecimientos que estaban sucediendo dentro de sus paredes, pero Silfer, el Portador de Sombra, monarca absoluto de los leguleyos y directo responsable de la situación vivida hoy por hoy, utilizando sus influencias más tenebrosas sobre las autoridades leguleyas, logró convencer al resto de la comunidad de que en Derecho todo funcionaba de manera normal y que no había ningún tipo de inconveniente al respecto.
En el Campus muchos estaban preocupados por la altísima tasa de deserción de estudiantes que abandonaban sus aulas, a lo que los leguleyos respondían que solo los mejores podían quedarse, mientras que aquellos que no lograran las notas de excelencia en sus evaluaciones, simplemente no podían permanecer, argumentando razones de corte académico y pedagógico, todo ello orquestado de manera minuciosa por Silfer y sus aliados, quienes buscaban desviar la atención del resto del Campus para evitar que descubrieran la verdadera razón del declive de la Facultad, evadiendo por momentos al resto del estudiantado y comunidad académica de las otras instituciones, y haciendo que olvidaran por unos instantes que dentro de sus aulas estuvieron alguna vez sus antiguos héroes, los 5 de la Luz.
Sin embargo, un pequeño acontecimiento iba a provocar que poco a poco, los olvidados héroes vuelvan a encontrarse, por cosa del propio destino, pues aconteció que un día estaba Julius sentado en un banco del Hall del primer piso. Estaba estudiando sus apuntes de Penal, pues le gustaba mucho esa asignatura, cuando sorpresivamente algo extraño tocó sus pies, interrumpiendo de súbito su concentración. Al principio lo ignoró, restándole importancia al asunto, pero después no pudo evitar sentir cierta curiosidad por averiguar qué era aquello que lo estaba distrayendo en su habitual lapsus de estudio. Intrigado por aquello, cerró sus apuntes y empezó a buscar debajo del banco donde se encontraba ubicado, hasta que de pronto, encontró una extraña esfera de color dorado que resplandecía tenuemente al lado de su pie derecho.
A Julius eso le llamó profundamente la atención, por lo que decidió coger la misteriosa esfera, con el fin de examinarla más de cerca.
— ¿Qué es esto? —Se preguntaba el joven leguleyo mientras observaba en detalle la redondela.
A medida que él la mecía de un lado a otro, la extraña esfera comenzó a iluminarse poco a poco, reaccionando al contacto con la palma de su mano, hasta que de forma súbita, la redondela se iluminó al máximo, liberando un potente resplandor que aturdió por completo a Julius, cegándole la vista. En ese instante, el joven empezó a experimentar frecuentes flashbacks, recuerdos instantáneos de sus amigos y de Josy, sus batallas anteriores contra sus rivales, y el terrible momento de su dolorosa separación, y junto con ello, una misteriosa voz que le susurraba al subconsciente:
— "La oscuridad debe iluminarse una vez más."
Luego de escuchar aquellas palabras, Julius volvió en sí, algo más sobresaltado, pero consciente. Miró su mano para ver si tenía la esfera y se encontró con la sorpresa de que ya no estaba en su poder. Esta había desaparecido como por arte de magia, para su asombro, pero no el de sus compañeros, quienes al parecer no se inmutaron por el acontecimiento que vivió el joven.
— ¿Qué rayos fue todo eso? —Se preguntó de nuevo Julius—. De pronto sentí como una luz brillante me envolvió por completo... —Luego empezó a apretar el puño de su mano derecha—. ...Mi fuerza regresó otra vez como si nada. No había percibido esta sensación desde el día en que...
De pronto se cortó y recordó a Magnus, el día que lo conoció junto a Josy y al mismo tiempo cuando este obtuvo sus poderes hace cuatro años, aquel momento en que juntos enfrentaron a Silfer por primera vez, y de inmediato un sentimiento de nostalgia invadió su corazón, a pesar de su racionalidad lógica y pragmática que tenía normalmente en situaciones cotidianas.
Con algo de inquietud y dudas sobre lo ocurrido recién, Julius se levantó del banco para ir a clases, cuando de forma súbita escuchó a alguien mencionar su nombre a la distancia.
— ¿Julius...? —Dijo una voz.
El joven dio media vuelta y reconoció a alguien muy familiar. Su emoción fue enorme al ver que se trataba de Josy, a quien no veía desde hacía meses tras lo ocurrido con Magnus. Ella lo vio con ojos tristes, algo melancólica, y era obvio porque ambos se habían separado súbitamente y no se les había vuelto a ver juntos de nuevo... hasta ahora.
Ella sonrío al verlo, mientras él correspondía el gesto, algo nervioso eso sí, pues la forma como habían finiquitado su relación terminó siendo demasiado brusca, especialmente por parte del joven, quien se había tomado un tiempo para replantear su vida y pensar mejor las cosas, mientras continuaba con sus estudios, mismo caso que el de ella, quien a su vez había sufrido en demasía las consecuencias de dicha separación.
— Hola... —Le dijo Julius a la joven.
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Editado: 28.06.2020